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Rafa Fernández: La pelea del arte

En palabras del pintor nacional Rafa Fernández (San José, 1935) el arte es su vida, y ésta es un camino donde a cada paso se emprende un combate donde el adversario es la flojedad, el poco compromiso, la mediocridad. Él le ha dado todo al arte, y más que una profesión asumió un modelo de vida que tiene mucho de oficio, pero también de pensamiento y temple de convicciones; por ello conoce de alegrías tanto como de tristezas, y el vocablo “pelear” está dentro de su vocabulario.

Rafa Fernández. El metereólogo, y El adiós. Técnicas mixtas. Foto cortesía del artista

Me acerqué a este maestro de la pintura costarricense -como lo he hecho con jóvenes artistas y otros profesionales de distintas prácticas creativas-, para conocer sus maneras de enfrentar el trabajo, el día día; para preguntarles cómo persiguen la realización, saber cuáles son sus activadores así como la naturaleza motivacional que implica el trabajo desde esta compleja arista de la actualidad, la cual nos forja en cada instante.
Él es un pintor de amplio reconocimiento en el país, Premio Magón de Cultura 2002, quien sufrió un fuerte quebranto de salud, adversidad que no lo doblegó, al contrario, reinventó su arte: pintura de grandes formatos, técnica del óleo de riguroso dibujo y sensible cromática con amplio manejo del claroscuro. Al tener incluso que pintar desde una silla de ruedas, repensó sus herramientas para vivenciar lo que siempre cultivó: la creatividad, talento que se desborda en telas, papeles y obra gráfica.

Rafa Fernández. De frente. Técnicas mixtas. Foto cortesía del artista. 

Motivos para el encuentro
Al llegar a su estudio en San Pedro de Montes de Oca, como suele suceder, en mi mente merodeaban grandes interrogantes que abrigaban la posibilidad de entrevistarme con él. Preguntarle, quizás, ¿cómo distingue su método creativo?, ¿cómo lo caracteriza?, o ¿en qué cree él acerca de la función actual del arte de ser un sensor de la cultura, los acontecimientos que redimensionan a esta urbe que habitamos y su sociedad?
Las dudas se disiparon al percatarme de su estado, las preguntas sobran, de él habla el arte –me dije-, su legado; pero la fuerte conmoción motivó aún más el deseo de conocerlo a través del entorno del taller, sus libros, materiales, herramientas, modelos, una hermosa colección de marionetas, entre otros activadores que pueblan su espacio de trabajo. Lo que más me emocionó fue esculcar uno a uno la amplia colección de dibujos con técnicas mixtas, inédita, no se ha mostrado como tal, se desprende de su lectura un gran deseo de vivir a través la fuerza y el logro de esos comentarios vivenciales sobre la realidad urbana contemporánea, afectada por tantas contingencias e incertidumbres, por un futuro que se advierte en esos signos graficados con gestos fogosos, incisivos, acuciosos y que requieren con urgencia del espacio de un museo para anudarlos, relacionarlos, y disfrutar su valor testimonial dentro de una importante veta del arte nacional.

Rafa Fernández. El putero del pueblo. Técnicas mixtas. Foto cortesía del artista.

Sin embargo, llegué a hacerle preguntas y él estaba dispuesto a responder, a “pelear” como siempre lo hizo desde juventud, en un San José silencioso de los cincuentas y sesentas del siglo pasado, donde sucedía poco en términos de arte, pero que él se propuso encender.
Acerca del método explica que a veces hace bocetos del cuadro que tiene en mente, en otras pinta directamente e interpreta, a partir de la mancha, lo que “sugiere” el carboncillo al mezclarse con el pigmento en esa exploración previa al terreno: al formato del cuadro donde después de haber puesto la mirada en él reverberan los sentidos y quiere decir muchas cosas.
En esta tan importante etapa de su vida, con grandes problemas motrices y del habla, pero no cognitivos ni emocionales, la mancha se vuelve más libre porque emerge de su más profunda interioridad. Él caracteriza al proceso actual como intuitivo -“la intuición es la inteligencia del artista”-, comenta y agrega: “En el corazón hay pasión. Antes mi trabajo era mas intelectual, ahora mi pintura es vida”.
Estas primeras respuestas de don Rafa alentaron mi propia memoria personal al vislumbrar lo que yo creo y pienso del arte, y en ese recorrido ante la personalidad del entrevistado, evoqué las palabras de Margherite Yourcenar en “Mishima o la visión del vacío”, cuando expresó respecto al escritor, pero que es válido reinterpretarlo desde la figura del maestro pintor: Solo a través del artista podemos oír sus vibraciones profundas, como cada uno de nosotros oye desde dentro de su voz y el rumor de su sangre.

Rafa Fernández. Bajo la lluvia. Técnicas mixtas. Foto cortesía del artista. 

Quise preguntarle ¿cuáles fueron las motivaciones que lo empujaron a realizarse con un arte tan contundente?, pero no hizo falta, porque la respuesta fluye en cada pieza: son la vida misma, lo que le rodea, el entorno, la crisis, la guerra, las problemáticas sociales, hasta el fútbol puede que encienda la creatividad y se manifieste en un arte del cotidiano, en esa exploración diaria a sus materiales, al uso de sus herramientas conceptuales o técnicas, y la estimulación sensorial que enciende la música clásica reinterpretada en tensiones sonoras a partir del color, el grafismo y el lenguaje visual.
Una de las frases que logré captarle ante dicha dificultad verbal, pero no de la sorprendente “no verbalidad” apreciada en la riqueza de gestos y matices que pueblan su discurso visual, que no inhibe al espectador ni le impide sumirse en aquel pensamiento y percepción de la obra, dijo: “De noche pienso en muchos cuadros y me levanto a dibujarlos”. Y añade: “Todos estos cuadros son pintados por mí, buenos o malos, son míos”. Luego agregó: “Existen momentos sublimes, pero también de baja”.
De inmediato pregunté, ¿cuál es la manera para levantarse de esos estados de baja producción?, a lo que respondió algo que me motivó aún más, algo que proviene de un caminante y luchador en una vida como la suya: “Cuando estoy de baja, dibujo mucho”.

Rafa Fernández. La amante. Técnicas mixtas. Foto cortesía del artista. 

Territorio de antagonismos
Esta visita al taller de don Rafa Fernández abrió en mí un espacio de cavilaciones sobre la naturaleza misma del arte y su significados, para quien investiga y comenta sus observaciones, pensar en quien tenía por delante: el pintor de ayer y el actual, me consumió aún más en un mar picado de interrogantes que intento ahora replantear para decir realmente que me acerqué a él, para conocer su personalidad, y catar la calidad de esa esencia que alimenta su indumentaria creativa y lo caracteriza. Preguntarle quizás ¿Cómo valora esos atavismos –lo que le inspiró, el lenguaje asumido, la imagen de la mujer vistas como enigmáticas sibilas que flotan en el espacio ilusorio y onírico, u otros símbolos de un orden político, social, cultural-, y que él trató de llevar hasta las últimas consecuencias con su pintura?
Tal vez para observar su percepción del acontecer que atañe a todos, a jóvenes o a viejos, a profesionales o principiantes, pregunté ¿cómo observa al arte de las nuevas generaciones? A esto respondió: “Lo respeto mucho, pero me parecen cosas muy locas”. Se detuvo a reflexionar un instante y agregó: “Pero detrás de ellas existen personas”.

Rafa Fernández. Se hace camino al andar. Técnicas mixtas. Foto cortesía del artista. 

Rafa Fernández. Mujer. Óleo. Foto cortesía del artista. 

La imagen del árbol de su personalidad
En ese territorio instigador, que empuja a cuestionar, a tratar de mirar desde otros bordes en mi propio combate existencial, me pregunto a mí mismo ¿por qué deseo ligarlo a la idea de un árbol fornido, de fuerte tronco y ramaje? Pues aquella labor cultural emprendida por él en los años setentas y ochentas le permitió ser como la copa de un árbol benéfico con capacidad de cubrir a muchas criaturas y formas de vida. En la muestra “Una pasión, más allá del tiempo” realizada en la Galería Nacional 2012, pintó un arbolito subido sobre la cabeza de una de esas figuras femeninas predilectas de su iconografía. ¿Cuál es el significado del simbolismo del árbol para Rafa Fernández?
Responde: “Vivo pintando cosas que recojo, que he visto”. Sus cortas respuestas dejan advertir su grado de emotividad, apreciación profunda de lo que ha visto, de lo que ha cosechado en cientos y cientos de pinturas y dibujos. Respecto al árbol, expresó: “¡Elevación! El árbol es como la madre”.
Cuando observo el carácter de su producción, sobre todo de años anteriores como los ochentas y noventas, de inmediato advierto conexiones con artistas como el guatemalteco Elmar Rojas, el mexicano Rafael Coronel, el nicaragüense Armando Morales, entre otros y me empuja a indagar ¿cómo eran las relaciones con artistas de la región en esos años?, ¿cuáles eran los canales de comunicación o medios para conocerse y compartir sus visiones acerca del arte de esos años?
En mi caso personal e inicios como dibujante, allá por los años setentas del siglo pasado, Rafa Fernández –desde el Ministerio de Cultura-, fue muy importante para que nosotros -jóvenes de esos tiempos- nos catapultáramos en el reducido ambiente cultural costarricense, y por ello le debo mi sincera gratitud por su fundamental apoyo y de ahí, quizás, proviene esta percepción de Rafa Fernández como un árbol de Guanacaste de amplia copa y magnánima actitud. El comenta que esa etapa de relaciones con artistas de la región le reparó muchos amigos, pero también enemigos. Se comunicaban por teléfono –agrega-, por correo postal, los reunía el arte.

Rafa Fernández. Tormenta Caribe. Técnicas mixtas. Foto cortesía del artista. 

Combativo y cambiante
A lo largo de los años, y sobre todo en esta reciente etapa de su arte, el Rafa Fernández que conocíamos cambió profundamente, quizás hacia una forma de expresión con el carácter de lo contemporáneo, una expresión donde se lee una impronta de gestos más intuitivos y quizás hasta más emocionales, y el signo del desenfado pero luchador por hacer, producir, demostrar la existencia a pesar de los nubarrones que a veces se ciernen sobre la realidad. Yo me pregunto ¿cómo apreciará Rafa Fernández esos cambios?, o existen otros motivos existenciales para reinventarse en esta edad tan importante para un artista ante las contingencia de la vida?
A pesar de la (in)capacidad que le afecta y gracias al “paliativo” del dibujo y la pintura (me encanta aquella percepción suya que cuando está de baja producción, “dibuja y dibuja”), por ello su constancia en salas y museos no merma.
Recientemente expuso invitado por el Museo de la Identidad de Tegucigalpa, Honduras, también lo hizo en Casa de los Dos Mundos de la ciudad de Granada, Nicaragua, así como lo hace acá en el país; esas visitas a sus recientes exposiciones le repararon importantes motivaciones al reencontrarse con viejos amigos y colegas quienes le demostraron aprecio y admiración. En estos días produjo un proyecto de lujo, se trata de una carpeta de serigrafías, en una edición de cien números, editada con gran esmero y profesionalismo en México.
Sin duda alguna que una oportunidad como esta, de encontrarme con don Rafa Fernández, no tiene precio para alguien quien se interesa en discernir el fondo y huella de estos asuntos del arte, centrales al proceso de desarrollo cultural y/o humano en la actualidad; pero no termina con esta somera conclusión, deberé continuar anudando trazos, reelaborando esas miradas que se originaron en mi visita a su taller y que buscarán otros estadios donde ampliar las conjeturas; además, para tener qué compartir a través de las redes sociales en mi blog del portal web de la revista española Experimenta, y en mi blog Árbol de Miradas. Esta es nuestra creciente responsabilidad social y cultural como blogueros en terrenos de la cultura, quienes sirviéndonos del potencial de la tecnología, tratamos de dilucidar lo que se encuentra dentro de los signos de interrogación al observar la posición adelantada en la “pelea” cotidiana que se ejerce en el taller del artista.

 

 

 

  

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