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Diego Van der Laat: Museo del Jade

Relata el arquitecto Diego Van der Laat, creador de la propuesta de conceptualización del nuevo edificio del Museo del Jade del Instituto Nacional de Seguros –INS- en Costa Rica, que él se percató de la convocatoria casi en la fecha límite, por lo que solo contó con un fin de semana para ajustar los mecanismos creativos que le permitieran participar y ganar el concurso. Aprecia que esa premura quizás influyó en que la idea generadora fuera muy pura, en tanto se trataba de un museo requería un concepto muy singular, con una carga de identidad sustentada en la enorme herencia legada por nuestros ancestros, la cultura costarricense y el entorno donde se edificaría el edificio, razones para afrontar un proyecto de una naturaleza diferente, sin enredarse en ideas que por lo general surgen en estas etapas proyectuales; quizás ese fue el aspecto que implicó la fuerza con la que hoy se aprecia el Museo del Jade, Avenida Central de San José, pié de “Cuesta de Moras”.

Dos piedras de considerable tamaño, una dispuesta en el vestíbulo y la otra en Sala del umbral, demuestran la belleza del jade al realizar los cortes que la exponen a la luz exterior, propios de la técnica de elaboración. Foto LFQ. 

 Dos piedras exhibidas en Sala del Jade –segundo nivel-, también demuestran la tecnología del jade que implica el corte y esculpid de la piedra de jadeíta o la nefrita. Foto LFQ. 

Al derecho y al revés
Escrutando el blog San José revés me llamó la atención cerciorarme cómo y a pesar de ser una idea tan pura, el proyecto significó una especie de carrera en relevos, cuando la conceptualización la creó su estudio, el desarrollo del anteproyecto, planos constructivos o ejecución de la obra y museografía la ganó otra empresa, así como la última etapa de la construcción. Aquel parto inspirado en las mismas piezas que custodia el museo en sus salas expositivas, la iluminación y climatización, hoy se pueden recorrer y el visitante emerge empoderado, factor emocional activado por la misma dualidad que distingue al arte de nuestros pueblos originarios: me refiero al lenguaje asumido por la estructura arquitectónica vientre para los tesoros coleccionados, que no son únicamente jade, si no también las piezas cerámicas policromas todas de carácter utilitarias y/o funerarias, la lítica ceremonial rememorativa o conmemorativa, y el misticismo vernáculo que imprimen el oro precolombino. Esos caracteres nos marcan como visitantes en la lectura de lo expuesto quienes en la conciencia crítica forjamos valoraciones y abrimos interrogantes, como la misma idea del edificio partido por una grieta de luz que ilumina esa diversidad de matices culturales e históricos custodiados en el verdor de la penumbra por la elaboración museográfica que nos sume en la memoria.

Tipología de la configuración del arte de nuestros pueblos originarios que aporta la armonía de la naturaleza basada en una geometría orgánica y un pensamiento no lineal. Foto LFQ. 

Conceptualización de Diego van der Laat de la morfología del nuevo museo. Foto cortesía de “sanjosé revés”. 

Caracteres del espacio museístico
En esta búsqueda para clarificar el proceso de cómo se conceptualizó la creación del o los espacios museísticos, encontré una frase publicada en el comentado blog del estudio “sanjosérevés”: El hombre golpea la primera piedra y a través de la grieta descubre que adentro lo que hay es otra piedra, una que a la luz es distinta a todas las que ha visto antes. ¡Cómo me recuerda esta frase a “Ciudades Invisíbles” en la fina imaginación de Ítalo Calvino cuando va relatando infinitud de urbes sumidas en un tiempo y espacio neutros! Ese indicio me dice que este joven arquitecto ideó el museo como una enorme roca de jadeíta –como la mostrada en el vestíbulo, con su característico matiz verdor cobrizo de la gema-, fraccionada en dos bloques generando espacios interiores por donde se vierte una luz también verde, como el jade más puro. El exterior del edificio asemeja la piedra misma y se observan rasgos de la técnica de elaboración de la jadeíta en las hendiduras que marcan con fuertes diagonales la morfología desigual de su monumentalidad.

Fotografía de Diego van der Laat del edificio del Museo del Jade. Foto cortesía de “sanjosé revés”. 

Activadores esenciales
A este punto me pregunto acerca de la aproximación a la forma pura en la arquitectura del edificio, traída desde las ideas liminares de la conceptualización, y vuelvo a encontrar respuestas con lo que el arquitecto publicó en el referido blog: Entendemos la forma pura como el resultado de la herramienta rudimentaria, la forma pura como un bloque cuando apenas está empezando a ser esculpido.
¿En qué cree Diego van der Laat como arquitecto? ¿Cuál es el significado de la intensa búsqueda de originalidad asimilada en el lenguaje de la materia misma que da nombre al museo? ¿Cuándo y dónde lo aplica en el torrente proyectual? Sería suficiente leer esas líneas para captar su postura estética respecto a lo propuesto y construido, como también su función en este caso como un espacio para contemplar una herencia de rasgos tan genuinos: Creemos –publica el arquitecto en el comentado blog-, en una arquitectura sencilla que se integra a sus alrededores ofreciendo espacios públicos y áreas verdes pero que a su vez se aprovecha de su condición de museo (una de las tipologías y programas arquitectónicos que con mayor facilidad permite la creación de un punto de referencia) para sobresalir del resto del tejido urbano y marcar el sitio.

Edificio tal y como se muestra hoy en día. Foto LFQ. 

Este acercamiento esclarecedor sobre el carácter de un edificio dedicado a revalorar y en muchos casos redescubrir nuestras culturas autóctonas originarias, y -que complementa mi anterior post “Costa Rica Nuevo Museo del Jade”-, me vuelve a sumir en el alma misma del museo y en esa luminiscencia que baña lo más recóndito de los espacios y los pliegues, cortes o modelados topológicos de las piezas exhibidas, me motiva a creer en la existencia de un algo poderoso aún no descubierto y que apenas atisbamos por esas grietas donde se descubre otra piedra más –metáfora de la piedra partida por un rayo de luz que conceptualiza el Arquitecto Diego van der Laat-, ¿acaso será la piedra angular que cierra el arco en tensión de la historia y enigmas que se ciernen sobre esta enorme cultura que los conquistadores, sin saber comprender los tesoros de su arte y su valor intrínseco para la cultura de la humanidad, y que llamaron equívocamente “tierra de indias”? La interrogante es válida a manera de colofón de este nuevo post y comentario, implica recordar al ensayista contemporáneo Yunishiró Tanizaki en su “Elogio de la sombra” cuando nos habla sobre el sensible tratamiento del claroscuro y el trasluz en la arquitectura vernácula japonesa, cuando advierte que una piedra fosforescente dispuesta en la profunda oscuridad, emite una señal inequívoca de existencia, irradiación que expuesta a plena luz pierde toda su fascinación de joya preciosa, en similar condición –concluye el referido ensayista-, la inminente belleza pierde su enigma si se le suprimen los efectos de la sombra.

 

 


  

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