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Un gastro-bar cosmopolita

La ambigüedad de un sol fundido con una luna es la tarjeta de presentación del gastro-bar Món, una de las últimas propuestas de imagen del estudio Sanserif Creatius, en Valencia. Un local de 600 metros cuadrados de ambiente ecléctico que reúne referencias de las principales capitales del mundo para acompañar al visitante en una experiencia inolvidable y cosmopolita que incluye desde tapas tradicionales reinventadas a espectáculos o cenas íntimas con linternas.


Món esta pensado para ciudadanos del mundo, que reinventa las dos alturas del antiguo Círculo de Bellas Artes de Valencia en un lugar único en el que se mezclan estilos, ambientes y propuestas decorativas netamente artesanales para ofrecer al visitante una experiencia única, tanto para el día como la noche.


Sobre un industrial suelo de cemento sin pulir crecen paredes de ladrillo caravista y lajas de madera que se alternan con murales en los que se presentan los principales referentes arquitectónicos de ciudades como Tokio, Nueva York, Sidney o Londres. Símbolos arquitectónicos de urbes abiertas al visitante que crecen por las paredes de Món hasta unirse en el techo con vigas de diferentes tonos, ofreciendo calidez y contraste a cada uno de los rincones.


El acceso principal desde la calle San Vicente, principal vía de unión entre la plaza central de la urbe valenciana con el casco antiguo medieval, queda dominado por una barra lateral que se enfrenta a una zona de degustaciones rápidas, con mesas a abatibles de la pared y taburetes altos Solxluna en cuero, punto de unión entre los ambientes inferior y superior del local.
A la izquierda, una zona de reservados alterna varios sofás, desde los estilos años treinta americanos a los clásicos Chesterfield, pensados para que las damas y los caballeros contemporáneos se sienten con la espalda recta para evitar posturas poco elegantes, a imagen de los clubes británicos en los que nació este clásico de la decoración atribuido a un Conde del mismo nombre.
Pequeños reservados pensados para disfrutar de las distintas variedades de crujientes del chef, café y cocteles, flanqueados por sillas de los años cincuenta, desde Tulip Arms de Eero Saarinen o la Swan Chair de Arne Jacobsen, a creaciones más actuales como la Valentina de Ana Yago, un asiento-trono realizado en cartón ondulado reciclado.


Y es que la hibridación de estilos es la norma de este espacio, en el que se combinan materiales naturales con, espejos o piezas metálicas como la cortina kriska, fabricada mediante pequeñas piezas de aluminio anodizado que se entrelazan formando una cadena y que se ha concebido como un textil metálico en el que se recrean las lazadas y rotundas tipografías que conforman el logotipo del local.


Metal, cartón -como la mencionada silla Valentina o el reloj GrandPa Clock, también de Ana Yago-, plástico, fibra de vidrio, taburetes de cuero, o unas artesanales mesitas conformadas por cajas embotelladoras de madera rescatadas de un anticuario con las que, por iniciativa de los duelos de Món, se han convertido en sustento de los sobres de cristal que actúan como confidentes de estos reservados, en los que abundas los espejos enmarcados, las referencias a los viajes y la luz cálida.
El piso superior es un espacio diáfano que, al subir por su amplia escalera, nos enfrenta con la cocina principal a la que tenemos libre acceso mediante unos acristados circulares, como paso previo a entrar en un comedor pensado para disfrutar de la comida.


Y es que todo esta pensado en este espacio gastronómico para elevar las sensaciones de sus platos gracias a los sutiles detalles de su ambientación, desde la iluminación basada en bombillas colgantes, cuya resistencia se regula para jugar con la luz y la intimidad, a sus copas sin cuello, o los cubiertos recios, casi medievales, que aportan realidad en este universo de metáforas culinarias y claro-oscuros, en los que mantienen su presencia sólo tres objetos; la cortina como conductor del rumor ambiental, el cuero de los asientos y los murales arquitectónicos que nos trasladan a Londres o Nueva York en cada bocado.

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