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Lavernia & Cienfuegos por Daniel Nebot

Ser diseñador en España, a principios de los setenta, era sin duda un atrevimiento sólo reservado a aquellos capaces de renunciar a cualquier tipo de estabilidad laboral o reconocimiento social, y dispuestos a asumir las penurias económicas que sin duda les esperaban. Intentarlo en Valencia era una temeridad sólo al alcance de un puñado de insensatos entre los que se encontraba Nacho Lavernia.

Identidad corporativa, Colegio de Diseñadores de Interior de la Comunidad Valenciana, 2009.

Lavernia, resuelto a ser diseñador, fue a estudiar a Barcelona, a Elisava, única escuela en España que por aquellos años impartía clases de diseño, y abandonó el calor de su familia y los besos de su novia movido por la ilusión y fascinado por la minipimer.

Instruido en la disciplina del diseño, de nuevo entre sus amigos, se convierte en elemento indispensable en los foros relacionados con el diseño, sus opiniones aportan fundamento y valor a una actividad en aquellos años marginal. El grupo de diseño industrial Caps i Mans supuso la primera puerta para salir de la utopía y Nacho fue uno de sus miembros más significativos. Proyectos como «el Montar», diseñado para Feber, son testimonio de esos años en que la civilización moderna parecía que empezaba a encontrar respuesta en algunos empresarios valencianos.

Empezaban los ochenta y Milán acogía el Congreso del ICSID. Se escuchaban los viejos y nuevos discursos en torno al diseño, teorías bauhausianas y realidades escandinavas a tortas con el novísimo tiovivo del postmodernismo, la casa de la Trienale y los estupendos panini. De vuelta, en el Midi francés, después de dejar atrás las playas de la Costa Azul, llegó la decisión: sería un estudio grande, en una nave industrial, un ecosistema donde un grupo de amigos serían felices, se harían diseñadores de verdad e intentarían salir de la mediocridad. La Nave supuso la gran experiencia en el momento adecuado.

España despertaba de la oscuridad y un nuevo sistema político con un gobierno de jóvenes comenzaba a replantear el país, era la oportunidad de demostrar que se tenían cosas que decir y se querían decir. Los años de dictadura y miedo habían acabado y nuestro país necesitaba de forma acelerada ponerse al día. Aunamos esfuerzos y disfrutamos trabajando duro, diseñamos símbolos, señalizaciones, espacios, marcas, libros, estufas, fuentes, bancos, lámparas, juguetes, exposiciones,… fuimos asesores, consultores y amigos de todos los que confiaron en nosotros y aprendimos y enseñamos que el diseño es una disciplina seria. Los ochenta se terminaban y los nuevos proyectos querían estrenar década, La Nave concluyó con la década sin dramatismo, con el cariño y el agradecimiento de todos con todos.

Lavernia y Cienfuegos por Daniel NebotCodizia, Laboratorios RNB, 2007.

Nuevas alianzas, nuevas ilusiones, más y más imagenes corporativas, marcas, libros, señalizaciones…. El estudio Lavernia nace en 1995, comienza la aventura individual, 25 años después y Nacho continúa siendo diseñador, uno de los mejores. Las condiciones hostiles de esta sociedad no le han robado la ilusión; y los conocimientos aprendidos, junto con las experiencias vividas, lo sitúan en un punto de partida inmejorable para abordar este proyecto. El nuevo estudio centra su actividad en proyectos de diseño industrial y diseño gráfico en cualquiera de sus variantes. En el 2000, Alberto Cienfuegos, que colabora en el estudio desde el principio, se incorpora como socio.

Conocí a Alberto cuando fue alumno mío, y de Nacho, en el CEU. Lo traté poco, es la verdad, porque él compatibilizaba entonces los estudios con su trabajo como grafista, de modo que su presencia en clase fue más bien escasa. Yo había propuesto a mis alumnos el diseño de un objeto de cocina, y los primeros días vi a Alberto por allí, pero desapareció y no volví a saber de él hasta que llegó la fecha de entrega de proyectos. Para mi asombro ese escurridizo alumno traía una maqueta de un peso de cocina irreprochable. Un trabajo que, en primer lugar, decía de él lo que el tiempo se ha encargado de demostrar: un diseñador exigente, riguroso, sensible y con un inusual dominio de la forma. Y en segundo lugar me permitió zanjar el asunto académico con un sobresaliente ¡qué iba a hacer!

El tándem formado por Lavernia-Cienfuegos es un tándem de fuerza y sensibilidad, capaz de zafarse con el proyecto más ingrato y solucionarlo con maestría o sorprendernos con un discurso formal de sensibilidad extrema y notoria personalidad. Formas trabajadas una y otra vez, investigadas, desmenuzadas en curvas, evolucionadas proyecto a proyecto hasta crear un abecedario propio, ya anunciado en la botella de Agua de Valencia, y de manifiesta evidencia en las últimas piezas diseñadas para Sanico. Ahora, en la bañera TINA, las formas aumentan en complejidad creando un discurso donde una supuesta piel se precipita hacia su interior succionada por el vértigo de su vacío, todo en un blanco inmaculado como si de los modelos de escayola de una clase soñada de dibujo se tratase.

Lavernia y Cienfuegos por Daniel NebotEcobox, contenedor de residuos, Don Hierro, 2009.

Resulta significativa la capacidad de adaptación de este estudio al encargo y su manejo de la medida sin renunciar en ningún momento a un resultado de calidad. Prueba de ello, sus dos recientes trabajos de diseño editorial, la revista Papel Elefante nº3, galardonada por el Type Directors Club de Nueva York, y el dossier de la Candidatura Olímpica de Madrid 2012. La revista es todo un ejercicio del empleo de la magia en la gestión del espacio gráfico, la deconstrucción de la retícula de columnas con la irrupción en la escena gráfica de masas de negro que juegan a equilibrios con el blanco del formato, actúan en una primera lectura como elementos únicos de la comunicación, sintetizando al máximo el discurso visual.

El diseño del dossier de Madrid 2012 fue ganado en concurso restringido por el estudio Lavernia-Cienfuegos en marzo pasado. En él han trabajado durante siete meses un equipo de más de 100 personas; se han diseñado y maquetado los tres tomos que componen el dossier, en sus versiones en inglés, francés y español; se han seleccionado y compuesto el repertorio tipográfico, las imágenes, el estilo de las ilustraciones… La factura impecable de un trabajo tan complejo está resuelta con la misma calidad gráfica y frescura que la revista Color Elefante, un proyecto de amistad y colaboración desinteresada.

El estudio Lavernia-Cienfuegos ofrece servicios globales de diseño, responsabilizándose de los temas de consultoría, diseño de producto, imagen y comunicación dentro de un proyecto empresarial. Este tipo de estudios, capaces de ofrecer un «completo», es poco común en nuestro país, pese a suponer una clara ventaja para las pymes: el encargo global evita la disgregación de conceptos y da coherencia y homogeneidad a la visualización del proyecto empresarial. Además, genera una relación de compromiso e intimidad entre empresario y diseñador alrededor del proyecto que suele traducirse en la mejora de los resultados. Esta forma de prestar los servicios de diseño ha permitido a este estudio desarrollar conocidos proyectos de éxito, como Babé, RNB, Sanico, Auta, Agua de Valencia… son algunos ejemplos donde el compromiso de Lavernia-Cienfuegos con el proyecto empresarial es global y los resultados evidentes.

Gráfico, producto, packaging, identidad corporativa, editorial, stands, señalización… Diseño: «concreción de un concepto para alcanzar un objetivo optimizando lo disponible», o por lo menos así lo entiendo en lo sustancial y Lavernia-Cienfuegos creo que también.

Lavernia y Cienfuegos por Daniel NebotBase, revista de arquitectura, Colegio de Arquitectos de Canarias, 2001-2003.

Hace años, cuando existían grafistas y diseñadores ––hoy diseñadores gráficos y diseñadores de producto— y Nacho y yo trabajábamos juntos, se nos reprochaba que resolviéramos igualmente en papel que en acero. En su descalificación invocaban la especialización, la tradición, los conocimientos tecnológicos y otros argumentos que se desvanecían al ser esgrimidos igualmente por grafistas que por diseñadores. Los grafistas dudaban de que pudiéramos diseñar con solvencia objetos y los diseñadores pensaban que nunca resolveríamos una buena marca… Los conocimientos técnicos son indispensables, pero lo sustancial e irrenunciable para resolver un problema de diseño es el criterio, y el espacio para desarrollar el proyecto. El proyecto como referente e infraestructura, el proyecto como espacio de convergencia de conocimientos, esfuerzos y experiencias, el proyecto como encuentro de singularidades y autoría plural.

El estudio Lavernia-Cienfuegos obedece a esa disciplina, la del proyecto, la del criterio, la del desarrollo tenaz que suma singularidades y no se limita a la recreación nostálgica del oficio. Su trabajo, el de diseñadores, obedece al encargo y se enmarca en otro proyecto, el proyecto empresarial, sin renunciar a la parte de cultura y de mundo personal que todo diseño incluye.

En estos momentos que tantos diseñadores quieren ser artistas, encontrarse con la claridad profesional de Lavernia-Cienfuegos supone un ejemplo de dignidad altamente gratificante.

En estos diez años Lavernia-Cienfuegos, profesor y alumno, socios después, han recibido todo tipo de merecidos reconocimientos: los Laus, los Deltas, el Type Directors y los Design Plus del German Council han querido aplaudir su excelente trabajo.

Suerte insensatos.

 

Artículo publicado en Experimenta 51

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