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Aprender diseño, la escuela que cambia

El oficio de diseñador, en cualquiera da sus especialidades, es uno de los preferidos de los jóvenes de nuestros días; razón por la cual, las escuelas de diseño gradúan a centenares de alumnos todos los años. Docentes con amplia experiencia en el mundo profesional apuestan por una enseñanza multidisciplinar y dinámica que haga de las aulas auténticos laboratorios de ideas. Fomentar, apoyar y promocionar sus trabajos mediante una exigente capacitación teórica y técnica, forma parte de la labor educacional, para posicionar al joven diseñador, en un mercado cada vez más complejo y exigente.

 

Cotidiano sostenible, Escenarios de vida urbana es el título de una exposición organizada por Ezio Manzini y François Jégou, que se inauguró en la Trienal de Milán en septiembre de 2003. En esa exposición pudimos contemplar asombrosas bioarquitecturas o bienes ecológicos que, sin embargo, pretendían ser propuestas concretas de vida urbana; es decir, formas del habitar urbano, imaginadas y diseñadas por estudiantes de escuelas de diseño. El objetivo prioritario de todos esos proyectos era reducir la degradación del medio ambiente, generando una mayor solidaridad y colaboración entre los ciudadanos de las grandes metrópolis.

La Hong Kong Polytechnic University School of Design presentó la Lavandería Solar, un centro-lavandería con sala de té incluida, diseñado y construido para las azoteas de los rascacielos, que ofrece a cada vecino un servicio de secado, planchado y entrega a domicilio. Se suprimen así las lavadoras individuales de cada apartamento, aprovechando para otros usos el espacio que éstas ocupan, y se tiende la ropa en las azoteas, convirtiendo la colada en una ocasión de encuentro. Además, para ir a la lavandería no se necesita coche, sino que basta con coger el ascensor.

Salt & Pepper container, Jõao Sabino, Escola Superior de Artes e Design, ESTAGAD, Portugal.

The School of the Art Institute of Chicago presentó Cityosis (city-symbiosis), un sistema para optimizar, aplicando criterios hoteleros, el aprovechamiento de los locales del centro de la ciudad ocupados por oficinas y establecimientos de ocio: en las horas centrales del día, esos locales son utilizados por un cliente fijo, que paga un alquiler más elevado, mientras que en las horas restantes, en lugar de quedar desocupados, los mismos locales se alquilan a diversas asociaciones a un precio variable según la franja horaria.

El Departamento de Productos y Diseño Estratégico de la University of Art and Design-UIAH de Helsinki presentó su Caja de herramientas. Con la ayuda de la administración municipal, la UIAH ofrece locales, talleres, herramientas y equipos a los vecinos que residen en el barrio de la escuela. Los profesionales del arte y del diseño, así como los estudiantes y los investigadores, se registran de forma voluntaria como monitores; paralelamente, se crea un club de usuarios, cuyos miembros pueden reservar las herramientas, los locales y los monitores, tanto a través de Internet como a través del teléfono móvil. Los vecinos pueden así utilizar los talleres y los conocimientos adquiridos fuera del horario lectivo, convirtiendo la escuela en un lugar de trabajo y mantenimiento colectivo.

Estas son sólo tres de las setenta y dos propuestas presentadas en la exposición, producto de una investigación coordinada por el Politecnico de Milán (profesor Ezio Manzini), en la que participaron quince escuelas-taller de diez países (China, Corea, Japón, Canadá, Estados Unidos, Brasil, India, Francia, Finlandia e Italia). En estos tiempos en los que la sobreproducción y la degradación del medio ambiente parecen cada vez más incontenibles, se les pide a los estudiantes que diseñen servicios capaces de reducir el consumo de bienes y de fomentar el mejor aprovechamiento posible de los recursos humanos y materiales ya existentes, desplazando la creatividad de estos jóvenes, del diseño del objeto al diseño del servicio. El uso intensivo y colectivo de unos pocos productos, ya sean lavavajillas, espacios, herramientas o conocimientos, pasa a ser el «objeto» al que debe conferirse «belleza». La belleza, que es nuestra tarea difundir, ya no está en la forma del producto, sino en el diseño de escenarios; es decir, en la forma de las diversas convivencias que ese producto, en ese contexto de uso concreto, es capaz de generar, a condición de que, gracias a ello, se obtenga un importante ahorro de recursos.

Las escuelas de diseñoThe Heatwave, Joris Laarman.

Mi propuesta es que en nuestras escuelas, además del curso de diseño de productos, se imparta un curso de diseño de escenarios en el que se creen, conjuntamente, sólo escenarios y productos coherentes con estos, y donde se aborde la gran cuestión sin resolver, la de el bien como servicio. En el número 868 de Domus aparece publicado un radiador revolucionario por su concepto, técnica y forma, actualmente autoproducido en unas pocas unidades por su diseñador, Joris Laarman. Este radiador fue el proyecto de fin de curso con que Laarman se licenció cum laude en la Design Academy de Eindhoven. El museo Boijmans van Beuningen de Róterdam y el Kunstpaviljonen de Groninga lo han incorporado a sus colecciones, y Droog design está realizando la ingeniería del prototipo para lanzarlo al mercado antes de finales de este año.

Propongo a los docentes de marketing que enriquezcan sus cursos con un seminario sobre el mundo del arte como un proceso útil y alternativo para producir obras de diseño.

Normalmente, un proyecto de diseño llega al mercado por encargo de una empresa o, con menos frecuencia, por el empeño de su diseñador, a menudo después de una cansada y humillante espera. En este caso, fue el ámbito del arte, primero la academia, luego el museo y, finalmente, la editora Droog design (que, cabe destacar, fue fundada por una galerista de arte, Renny Remarkers) el que lanzó al mercado un radiador fabricado en serie y firmado por un diseñador recién licenciado. Los tiempos están maduros para que el diseño deje de conformarse con vivir, principalmente, en el mundo de la técnica y se acostumbre a ocupar, de manera paralela y simultánea, el mundo del arte. Si, después de la rueda de bicicleta de Duchamp, la forma de un objeto es competencia del arte y si el diseño puede designar al arte como uno de sus laboratorios experimentales, el diseño puede también buscar en el mundo del arte una nueva forma de llevar sus productos al mercado; una forma diferente y radicalmente alternativa a la que la industria le ha impuesto hasta el momento.

Propongo a los docentes de marketing que enriquezcan sus cursos con un seminario sobre el mundo del arte como un proceso útil y alternativo para producir obras de diseño. A muchos de estos docentes, esta propuesta les parecerá una provocación gratuita. Sin embargo, comparto las afirmaciones contenidas en un artículo publicado en el número 193 de Sviluppo e Organizzazione [Desarrollo y Organización] por Bernard Cova, que no es un artista y menos aún un diseñador, sino un profesor de marketing de la European School of Managment de París y profesor invitado de la Universidad Bocconi de Milán. Al destacar los vínculos entre los conocimientos de marketing y el diseño, Cova sostiene que: «entre marketing y diseño ya no existe, como antes, una relación de tipo jerárquico, donde el segundo se somete a la verdad contenida en los conocimientos del primero; sino, más bien, una relación del tipo asesor/proyectista, en la que el diseño adopta el papel de traductor de la visión, forzosamente fragmentaria y parcial, del mercado y de los consumidores impuesta por el Marketing».

El arte puede representar para el marketing un saludable escalofrío y ayudar a los estudiantes a enriquecer su visión, a comparar los conocimientos que el marketing proporciona acerca del consumidor con los conocimientos que el arte genera acerca del ser vivo que habita un espacio y que, por consiguiente, también consume. Aprendemos que, en la sociedad del bienestar y de la sobreproducción, los bienes, más que «encontrarse» en las encuestas de mercado, deben «inventarse», como ocurre en el arte, y configurar un consumo coherente con necesidades latentes y emergentes que no encuentran aún una oferta de productos adecuada. Si no asumimos ésto, seguiremos produciendo lo ya producido, saturando el mundo de bienestar de los ricos con una creciente sobreproducción y el de los pobres con desechos, basura y residuos que se sumarán al despilfarro de sus recursos y no paliarán su hambre, a pesar de nuestra sobreproducción. Imaginemos un escenario de ciencia-ficción, donde no sea el mercado sino el arte lo que determina el valor de los bienes: ¿viviríamos mejor o peor?

Las escuelas de diseñoPleats, Rachael Sleight, Royal College of Art, Londres.

Formula Student  es una revista londinense creada por la Istitution of Mechanical Engineers, una institución que organiza competiciones automovilísticas de Fórmula SAE en el Reino Unido. Las carreras de Fórmula SAE (que en el Reino Unido se denomina Fórmula Student y en Australia Fórmula Australasia) están organizadas por la Society Automotive Engineers y están reservadas a universidades de todo el mundo que se dedican al diseño, la construcción y la puesta a punto de coches destinados a competir en esa fórmula. El objetivo de esta competición es que los estudiantes universitarios diseñen y construyan un coche de carreras como si realizaran un prototipo para una empresa de automoción, con vistas a su posible comercialización.

El estudiante debe entrar, como estudiante, en la realidad de la producción en sus facetas más innovadoras y experimentales.

En la carrera de Leicester (Reino Unido) del pasado 7 de julio de 2004, participaron sesenta y cuatro universidades de diecinueve países. El Firenze Race Team v2 es el equipo que viene compitiendo desde 2002 por la facultad de ingeniería de Florencia, bajo la dirección técnica del profesor Renzo Capitani, director del departamento de Mecánica y Tecnologías Industriales. En la Fórmula SAE no se compite sólo en velocidad sino también en pruebas estáticas, que incluyen: 1) análisis técnico del proyecto, 2) análisis de costes con memoria escrita, y 3) presentación del proyecto por el equipo; y en pruebas de rendimiento, que incluyen: 1) aceleración, 2) skid-pad, 3) autocross en un tramo asfaltado de media milla, 4) carrera de 15 millas con cambio de piloto (parada en boxes), y 5) consumo de combustible durante la carrera.

Mis estudiantes del curso de proyecto del ISIA de Florencia, decidieron formar parte como diseñadores del equipo Firenze Race Team v2. Los jóvenes ingenieros del equipo les miran con suficiencia, pero ellos contribuirán sin duda al sentido global de ese proyecto, aunque no sepan aún calcular un bastidor.

Nuestros viejos talleres de las escuelas de diseño, cuando los hay y por muy bien equipados que estén, ya no son suficientes para otorgar una dimensión real a un proyecto. Por eso, el estudiante debe entrar, como estudiante, en la realidad de la producción en sus facetas más innovadoras y experimentales, y debe vivir una experiencia de proyecto, construcción y experimentación que sirva de puente entre la didáctica institucional y la producción real. El estudiante lo necesita para vencer su escepticismo y para convencerse de que un proyecto puede cambiar el mundo en el que vive; lo necesita la industria, que ya no es capaz de diseñar, es decir, de asumir el riesgo de inventar; y, finalmente, lo necesitan las escuelas que, salvo raras excepciones, están cada vez más encerradas en sí mismas, desanimadas por las luchas de poder, presas de una permanente estrategia defensiva y de una forma de enseñar que simula siempre realidades ya superadas, irreales, mixtificadas, abstractas e ideológicas.

Las escuelas de diseño

Glasscare, Marc García Rojals, Escola de disseny i art, EINA, Barcelona.

Creo que una puesta al día de la formación del diseñador debe chocar y rebotar constantemente, como una bola de billar, entre estas tres bandas: el bien como servicio y la capacidad de convertir también éste en un placer estético; el bien como producto del mundo del arte; y el bien como producto experimental, diseñado y construido en un espacio-puente autónomo y crítico, capaz de conjugar, sin una finalidad productiva inmediata, la investigación que se desarrolla en las escuelas y la investigación que crece, a pesar de todo, en las franjas más libres de la empresa.
 

Artículo publicado en Experimenta 49 con el título Back to school.

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