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Servicios Colaborativos. Diseño e innovación social para la sostenibilidad. Parte primera.

Conciencia medioambiental

Tras años de relativa indiferencia, de repente nuestra sociedad industrializada parece preocupada por los peligros del cambio climático. El concepto de «huella ecológica cero» funciona como factor estimulante de nuevas iniciativas, y ha llegado a generar varios proyectos… La conciencia medioambiental ha calado en el público general y también en la gente en el poder. No obstante, identificar el problema no equivale a encontrar una solución… Una creciente mayoría de personas ya cree que el mundo de ensueño de una sociedad de consumo (si es que merece ser llamado «mundo de ensueño») no resulta viable a escala mundial, sin importar el avance que experimenten las tecnologías «verdes» durante las próximas décadas.
Debemos cambiar de forma radical nuestro estilo de vida. Pero, ¿cómo es un estilo de vida sostenible? ¿Cómo será nuestro día a día si accedemos a cambiar algunas de nuestras rutinas? ¿Cómo reducimos el impacto que provocamos sin bajar nuestro nivel de vida? Los datos muestran que los bienes materiales tienen cada vez menos que ver con el nivel de satisfacción de la población. ¿Podría brindarnos una mayor satisfacción el hecho de buscar estilos de vida más sostenibles? En este artículo intentamos responder algunas de estas preguntas. Sugerimos principalmente un modelo: el de los Servicios Participativos.

«Transporte compartido a la carta», «sistema de micro-alquiler de herramientas entre vecinos», «taller de costura compartido», «restaurante en casa», «servicio de envío entre usuarios que intercambian artículos»… Estos casos son ejemplos de soluciones que estudian el modo en que diversas actividades cotidianas pueden ser llevadas a cabo por servicios estructurados que dependen de una mayor colaboración entre individuos. Partiendo de esta hipótesis, el Modelo de los Servicios Participativos muestra cómo la cooperación local, la ayuda mutua y el uso compartido nos puede ayudar a reducir significativamente nuestra necesidad de productos y espacio útil, y a optimizar el uso del equipo, reducir los desplazamientos y, finalmente, reducir el impacto que nuestra actividad diaria supone para el entorno. El modelo también sirve para apreciar cómo se puede regenerar el tejido social, restaurar las relaciones de cercanía y crear vínculos entre individuos mediante la popularización de organizaciones que toman como modelo el uso compartido, el intercambio y la participación a escala vecinal.

Servicios familiares | Este conjunto de soluciones se centra en las actividades que se desarrollan habitualmente en la casa, como cuidar de los niños, preparar la comida, lavar la ropa o recibir a un familiar. La premisa es aprovechar la estructura de esa casa (espacio disponible, aparatos a los que se da poco uso, etc.) y las actividades que se realizan en ella (cuidado de los niños, cocinar, lavar, comprar). El núcleo familiar original se amplía, para abarcar a otras personas, sobre todo solteros que quieren vivir en la misma zona, personas mayores con movilidad reducida o estudiantes que viven por su cuenta. Incluso parejas jóvenes dedicadas por completo a sus carreras profesionales pueden hacer uso de determinados servicios y beneficiarse de «ser adoptados» por una familia.

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Te acompaño al autobús, Servicios familiares. El sistema permite que las familias compartan la tarea de llevar a los niños a la escuela e ir a recogerles, sincronizando sus tiempos con los de las personas que cuidan de ellos.

Considerando esto, se impone una pregunta: si este modelo promete nuevos estilos de vida más sostenibles, ¿cómo podemos mejorarlo?, ¿cómo podemos acelerar la difusión de los servicios en los que se sustenta? Este artículo se centra en un nuevo campo del diseño, que existe donde la innovación social y el diseño para el desarrollo sostenible se dan la mano

Para algunas personas, el modo de vida propuesto por nuestro Modelo de Servicios Participativos resulta factible (y atrayente) en el momento actual. Los aspectos sociales, interpersonales y medioambientales intrínsecos a los Servicios Participativos sin duda los hacen atrayentes a un creciente número de personas que están hartas del consumismo desaforado, a quienes les disgusta la idea de un individualismo exacerbado y que se cuestionan la tan traída «calidad» de vida existente en nuestras sociedades modernas… Pero por muy atrayentes que parezcan, los Servicios Participativos representan un gran cambio en nuestro día a día. Compartir, intercambiar, poner en común bienes y servicios son actividades que requieren tiempo, organización y flexibilidad. Los Servicios Participativos deben tener calidad para llegar a hacerse populares. Deben ser prácticos y estar al alcance de la gente, y deberían adaptarse a las exigencias de los usuarios y a los distintos contextos en los que hayan surgido.

Es por esto por lo que este artículo se centra en un nuevo campo del diseño, que existe donde la innovación social y el diseño para el desarrollo sostenible se dan la mano. Se intenta dar una visión global de la investigación, incluyendo casos de individuos, o grupos de individuos, que han cambiado sus estilos de vida para encontrar nuevas soluciones que, además de ser sostenibles, se adaptan a sus necesidades. Estos grupos o Comunidades Creativas forman parte de un cambio más profundo que actualmente tiene lugar en la sociedad, como el desarrollo de una economía distribuida y participativa. Dan forma a una suerte de Empresa Social Descentralizada. Sus iniciativas descentralizadas a nivel local sirven de inspiración para estos nuevos Servicios Participativos y corroboran su viabilidad. Una operación estratégica de diseño convierte las iniciativas individuales en servicios fiables, y adaptados a diversos contextos territoriales, a los que tiene acceso un público más amplio.

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Comida casera para llevar, Servicios familiares. El sistema se extrae del principio de un bed and breakfast: una familia prepara 3 ó 4 raciones de más cuando hace la comida, para repartirlas entre varias personas del vecindario que viven solas.

De lo dicho anteriormente surge una nueva y fascinante función para el diseñador. Un rol que no reemplaza al tradicional, sino que fluye junto a él y revela nuevos tipos de actividad que antes no se habían considerado. Al seguir esta nueva corriente, los diseñadores deben ser capaces de colaborar con diversos interlocutores, presentándose como expertos –especialistas en diseño– pero interactuando con ellos de igual a igual. Hablando en términos generales, deben considerarse a ellos mismos como parte de una compleja trama de nuevas redes en constante evolución: las redes emergentes e interrelacionadas formadas por personas individuales, empresas, organizaciones sin ánimo de lucro e instituciones a nivel local y global, que emplean su creatividad y capacidad emprendedora para acercarse decididamente a la sostenibilidad. Estas innovaciones son producidas más por cambios de comportamiento que por tecnológicos o económicos, y normalmente surgen de procesos participativos en lugar de jerárquicos

Este artículo está basado en un estudio llevado a cabo en dos años por una comisión de universidades, centros europeos de investigación e instituciones internacionales inscritas en el marco del proyecto de investigación EMUDE (siglas en inglés de Nueva Demanda de Soluciones Sostenibles por parte del Usuario) cofinanciado por la Comisión Europea (ver la caja dedicada a EMUDE). Los resultados de la investigación se han presentado en dos libros. El primero de ellos, Creative communities. People inventing sustainable ways of living (1) (Comunidades creativas. Personas que inventan modos de vida sostenibles) detalla y analiza un grupo de iniciativas con un gran factor participativo y que resultan prometedoras en términos de sostenibilidad. El segundo libro, Collaborative Services. Social innovation and design for sustainability (2) (Servicios Participativos. Diseño e innovación social para la sostenibilidad) introduce un nuevo marco conceptual y el Modelo de los Servicios Participativos, junto a aportaciones de los distintos investigadores que participan con EMUDE y cualquier mejora que haya surgido de esta investigación.

Innovación social y redes en constante evolución

El término innovación social hace referencia a los cambios en la forma de actuar de individuos o comunidades a la hora de resolver un problema y crear nuevas oportunidades. Estas innovaciones son producidas más por cambios de comportamiento que por cambios tecnológicos o económicos, y normalmente surgen de procesos participativos en lugar de jerárquicos. Volviendo la vista atrás apreciamos que suelen darse periodos de gran innovación social después de que se hayan incorporado a la sociedad nuevas tecnologías, y lo mismo ocurre cuando se afrontan problemas muy extendidos o urgentes. Durante las décadas recientes un buen número de tecnologías nuevas de uso común ha hecho su aparición en nuestra sociedad, lo que ha creado un potencial tecnológico aún desaprovechado en gran medida. Al mismo tiempo, resulta evidente para cualquiera la cantidad de problemas medioambientales y sociales que afectan a nuestra vida cotidiana. Por consiguiente, resulta fácil predecir una gran oleada de innovación social (Young Foundation, 2006). Nuestra principal hipótesis es que esta oleada emergente de innovación social podría convertirse en un importante referente en la transición hacia la sostenibilidad.

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Alojamiento en comunidad

Alojamiento en comunidad | La organización de familias cercanas, en un mismo pueblo, vecindario o edificio, permite facilitar o compartir recursos, al igual que ofrecer ayuda los unos a lo otros –como sucede en las ecociudades o en los domicilios compartidos–. Formas que promueven la construcción ecológica, la producción de energía renovable y la filosofía del compartir, desde sus jardines hasta sus lavaderos, desde sus áreas recreativas hasta sus habitaciones de huéspedes. Los espacios, compartidos y alquilados, y los bienes de consumo de propiedad privada que se alquilan a otros, son complementarios a la forma de vida convencional, que gira entorno al espacio privado, y los gestiona la comunidad al amparo de acuerdos formales para hacer la vida diaria más fácil, funcional y eficiente.

 

Oleada emergente de innovación social

Esta oleada emergente de innovación social podría convertirse en un importante referente en la transición hacia la sostenibilidad. De hecho, la sociedad contemporánea en su conjunto puede entenderse como un gran laboratorio de ideas para la vida cotidiana. La gente experimenta con formas de comportarse y de hacer las cosas que expresan su capacidad de formular nuevas preguntas y dar con respuestas, y esto es exactamente lo que acabamos de definir como innovación social: cambios en el modo en que las personas y las comunidades actúan para resolver problemas o aprovechar nuevas oportunidades (Landry, 2006; EMUDE, 2006). Entre estos casos hay algunos en los que la creatividad descentralizada al servicio del diseño ha conseguido converger para dar forma a actividades cooperativas. Por ejemplo: personas que viven juntas y que comparten espacios y servicios para mejorar su calidad de vida (como ocurre en los casos de viviendas con zonas comunes); producción que se centra en las posibilidades y recursos disponibles a nivel local, pero vinculadas a redes globales de mayor extensión (como es el caso de productos típicos de ciertas zonas); una gama de iniciativas relacionadas con la comida sana natural (desde la iniciativa internacional Slow Food hasta la popularización en muchas ciudades de una nueva generación de mercados de productos agrícolas); servicios autogestionados como el cuidado infantil (por ejemplo, micro-guarderías: pequeños grupos de actividades gestionados por los propios padres) y servicios para personas mayores (como las casas compartidas, en las que jóvenes y mayores viven juntos); nuevas formas de socialización e intercambio (como los sistemas de intercambio local, bancos de tiempo y sistemas de trueque); sistemas de transporte ajenos a la cultura de una persona por coche (coches compartidos, sistemas de transporte organizado en grupo y el redescubrimiento del potencial de las bicicletas); redes que conectan directamente a productores y consumidores con un trasfondo ético (actividades de comercio justo a nivel mundial)… la lista sigue (septiembre, 2008).

Casos distintos

Observando estos casos podemos ver que son distintos en su naturaleza y funcionamiento, pero a la vez comparten un denominador común muy importante: son siempre la manifestación de cambios radicales a escala local. Dicho de otro modo, son discontinuidades en sus respectivos contextos, en el sentido de que cuestionan el modo tradicional de hacer las cosas e introducen otros nuevos y distintos (e intrínsecamente más sostenibles). Esto se cumple con los sistemas organizados de espacio y equipamiento compartido en sitios en los que es más habitual el uso individual, con la mejora de la calidad de los alimentos biológicos beneficiosos para la salud en zonas en las que lo normal es ingerir otro tipo de productos, y en los sistemas en desarrollo de Servicios Participativos en zonas en las que dichos servicios son totalmente ignorados por los usuarios, etc. (Meroni, 2007, Meroni, 2008). Son iniciativas que han permitido a la gente reorientar sus expectativas y su comportamiento individual, para hacerlos coherentes con una perspectiva sostenible

Casos prometedores de innovación social

Todos estos casos deben ser analizados en detalle para valorar su efectividad en términos de sostenibilidad medioambiental y social. Sin embargo, incluso con un rápido vistazo se puede notar su coherencia con algunas de las directrices elementales de la sostenibilidad medioambiental y social. Para ser más precisos, los ejemplos de los que hablamos aquí tienen una capacidad nunca vista para conciliar los intereses individuales con los sociales y medioambientales. Sin duda, un efecto secundario de la búsqueda de soluciones precisas es que se refuerza el tejido social y, a un nivel más amplio, generan y ponen en práctica nuevos conceptos más sostenibles de bienestar. Estos conceptos de bienestar otorgan un mayor valor a la calidad de nuestros «bienes comunes», al comportamiento solidario, a la búsqueda de un ritmo de vida más pausado, a las acciones cooperativas, a nuevos tipos de comunidades y nuevos conceptos de ámbito local (Manzini, Jégou, 2003, Manzini, Meroni, 2007). Más aún, conseguir este bienestar parece concordar con las principales directrices de la sostenibilidad medioambiental; entre ellas: una actitud positiva respecto a compartir espacios y objetos; una predilección por la comida biológica, regional y de temporada; tendencia a regenerar las redes de ámbito local, y por último y más importante que lo anterior, ser coherente con un modelo económico distribuido que haga un menor uso del transporte y sea más capaz de integrar las energías renovables y los sistemas con un uso eficiente de la energía (Vezzoli, Manzini, 2007). Precisamente porque estos casos plantean soluciones que unen los intereses personales con los sociales y medioambientales creemos que deben considerarse prometedores: son iniciativas que han permitido a la gente reorientar sus expectativas y su comportamiento individual, de distintas formas y por distintos motivos, para hacerlos coherentes con una perspectiva sostenible.

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Habitaciones colectivas, Alojamiento en comunidad. Este concepto establece uno o varios apartamentos como espacios comunes para crear lugares colectivos de forma que un edificio existente evolucione hacia el hábitat compartido.
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Lavaderos para varios usuarios, Alojamiento en comunidad. Este sistema cuenta con dos o tres máquinas de lavar de pago y está concebido para el uso colectivo, en el que los usuarios deben coordinarse y así optimizar al máximo el uso y mantenimiento de las máquinas.

Comunidades creativas

Tras cada uno de estos casos prometedores hay grupos de personas que los han imaginado, desarrollado y gestionado. En primera instancia se observa que comparten algunas características: en todos los casos se trata de grupos de personas que cooperan para inventar soluciones innovadoras para nuevas formas de vida, las mejoran y las gestionan. Y lo hacen reestructurando lo que ya existe sin esperar un cambio general en el sistema (en la economía, en las instituciones, en las grandes infraestructuras). Una de las posibles definiciones de creatividad es la capacidad de reestructurar elementos existentes para formar nuevas combinaciones con sentido; por esto se puede definir a estos grupos de personas como comunidades creativas: gente que inventa soluciones innovadoras para nuevos estilos de vida de manera cooperativa, y las mejoran y gestionan (Meroni, 2007).

Una segunda característica común a estos casos prometedores es que han surgido de problemas planteados por la vida cotidiana; por ejemplo: ¿cómo podemos superar el aislamiento fruto de un individualismo exacerbado? ¿Cómo podemos organizar las necesidades del día a día si la familia y el vecindario ya no proporcionan la ayuda que ofrecían tradicionalmente? ¿Cómo podemos responder a la demanda de comida natural y condiciones de vida saludables viviendo en una metrópolis global? ¿Cómo podemos apoyar la producción local sin ser aplastados por el tremendo poder del comercio globalizado? Las comunidades creativas producen soluciones que pueden responder a todas estas preguntas. Preguntas tan cotidianas como radicales. Preguntas a las que el sistema dominante de producción y consumo, a pesar de su apabullante gama de productos y servicios, no puede responder y, sobre todo, no puede dar una respuesta adecuada desde el punto de vista de la sostenibilidad.

Para concluir este argumento, podemos afirmar que las comunidades creativas aplican su creatividad para romper con los modelos de pensamiento y comportamiento predominantes, y al hacerlo, ya sea consciente o inconscientemente, provocan las discontinuidades que mencionábamos antes. Un tercer denominador común es que las comunidades creativas surgen de una combinación de demandas y oportunidades. Las demandas, como ya hemos visto, las plantean los problemas de la vida cotidiana actual, y las oportunidades surgen de distintas combinaciones de tres elementos básicos: la existencia (o al menos el recuerdo) de las tradiciones; la posibilidad de usar (de modo apropiado) un número existente de productos, servicios e infraestructuras; la existencia de condiciones sociales y políticas favorables para el desarrollo de la creatividad distribuida (o en todo caso dispuestas a aceptarla) (Sto, Strandbakken, 2008).

Debemos conseguir que los Servicios Participativos tengan un mayor impacto social y económico sin aumentar su tamaño, sino más bien conectándolos entre sí, para crear una gran red

Expansión

No nos centramos en las comunidades creativas y la producción y los Servicios Participativos únicamente porque resulten interesantes en términos sociológicos (aunque sí que reflejan un importante aspecto de las sociedades contemporáneas). Tampoco lo hacemos porque puedan crear nichos de mercado potencialmente rentables para nuevas empresas (aunque esta posibilidad también puede y debe analizarse). Nos interesan porque creemos que se pueden aumentar de escala, expandirse, para servir de apoyo a los estilos de vida sostenibles de una gran cantidad de personas. De hecho, creemos que poseen el poder de convertirse en modelos predominantes y redirigir los continuos cambios sociales y económicos hacia un camino sostenible. Y si pueden lograrlo es porque también son un acercamiento real a modos de vida sostenibles que ya pueden ponerse en práctica, como soluciones viables a problemas actuales acuciantes (de vivienda, movilidad, comida, cuidado de los niños y de los mayores, sanidad, regeneración urbana).

Servicios Participativos

Al hablar sobre la expansión de los Servicios Participativos, por supuesto no proponemos «industrializarlos», lo que supondría considerarlos como productos que pueden ser producidos de forma mecánica a gran escala. Nuestro discurso trata sobre si se les puede aplicar (y cómo) una mezcla de creatividad, diseño, capacidad empresarial y conocimiento tecnológico (podemos llamarlo «tesón humano») para hacerlos más accesibles y efectivos, y así lograr que alcancen una mayor escala. Por supuesto estamos al tanto de que durante el siglo pasado una amalgama parecida de creatividad, diseño, capacidad empresarial y conocimiento tecnológico generó, para bien y para mal, lo que ahora conocemos como el sistema industrial orientado al consumo. Nuestra idea es que hoy, que se nos presentan diversas limitaciones y oportunidades y aspiramos a lograr distintos objetivos, el tesón humano puede guiarnos por nuevos caminos y servir de soporte a estilos de vida sostenibles para miles de millones de personas en todo el planeta.

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Una extensión del hogar.

Una extensión del hogar | La extensión del hogar permite cubrir una serie de servicios dentro de una distancia que se puede hacer andando, con lo que se resuelven funciones propias de la vivienda. Por ejemplo, un terreno público que se pone a disposición de una comunidad de vecinos para convertirlo en zona ajardinada o un espacio donde los mayores pueden reunirse a comer. El denominador común sobrepasa las fronteras del espacio privado del hogar tradicional. Se trata de una serie de espacios periféricos de una determinada zona, espacios situados entre las tiendas y frecuentados normalmente por la gente que vive por allí, o bien espacios privados de gestión colectiva, que proporcionan servicios adicionales y enriquecen la vida familiar. Estas áreas se perciben como extensiones del hogar familiar y dotan a las calles de una atmósfera más amigable y más viva.

Estrategias de difusión

Nuestro problema es expandir las ideas de Servicios Participativos manteniendo la pequeña escala y las cualidades relacionales de cada iniciativa individual. Debemos conseguir que los Servicios Participativos tengan un mayor impacto social y económico sin aumentar su tamaño, sino más bien conectándolos entre sí, aumentando su número para crear una gran red.

Una de las posibles definiciones de creatividad es la capacidad de reestructurar elementos existentes para formar nuevas combinaciones con sentido

Esta forma de actuar puede definirse como una estrategia de difusión. Si observamos otro tipo de actividades, podemos descubrir fácilmente que este concepto no es nuevo y que ya se han planteado y desarrollado varias estrategias de difusión para expandir servicios, empresas e incluso iniciativas sociales.

Aunque se hayan aplicado en contextos diferentes y posean otras motivaciones muy ajenas a las que consideramos aquí, estas estrategias de difusión presentan interesantes parecidos y ofrecen experiencias aprovechables. En concreto, vamos a considerar tres de ellas: las franquicias, usadas principalmente en actividades comerciales; formatos, que se aplican a la industria del entretenimiento, y conjuntos de herramientas, que se utilizan en distintos campos en los que se ha elegido el modelo «hágalo usted mismo».

FranquiciA

Se trata de un conjunto de procedimientos y herramientas de comunicación creados para que los emprendedores locales comiencen una actividad comercial como franquiciados de una empresa mayor. La empresa da apoyo a los franquiciados mediante un conjunto de instrumentos especializados y les exige que cumplan una serie de procedimientos y estándares de calidad. En otras palabras, un programa de franquicias permite que pequeños emprendedores inicien un negocio bajo el paraguas que supone la reputación de la «empresa matriz». Gozan de la reputación de dicha empresa y a la vez se comprometen a seguir las normas dictadas por ésta.

Formato

Consiste en un modelo y una lista de procedimientos, por ejemplo el modelo de un programa de éxito e indicaciones paso a paso de qué hacer para reproducirlo en diferentes contextos. El productor del formato concede a los compradores los derechos para reproducir el programa original, adaptándolo a la idiosincrasia local. Dicho de otro modo: un formato es una idea para un programa que, siendo tomado de una experiencia real, puede montarse en otros contextos. El resultado son múltiples programas que son a la vez globales (la idea se ofrece a nivel mundial) y locales (se adapta en líneas generales a cada contexto local).

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La tienda del manitas, Una extensión del hogar. Una tienda que ofrece un espacio para utilizar lo que se vende en ella: allí se pueden encontrar las mismas herramientas y materiales que se encuentran en un almacén de ferretería, pero cuenta además con un espacio para trabajar situado en la parte trasera, donde se puede obtener el consejo del propietario de la tienda.
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Restaurante-Lavandería, Una extensión del hogar. Esta solución combina una serie de servicios que permiten hacer las cosas como se hacen en casa: se puede comer mientras se hace la colada. En el sótano del restaurante se ha instalado una lavandería.

Conjuntos de herramientas

Son un conjunto de instrumentos tangibles e intangibles pensados y elaborados para facilitar una tarea concreta. Cada herramienta puede estar dedicada en mayor o menor medida a una tarea específica y todo el conjunto puede estar más o menos especializado para adaptarse a una actividad concreta. Por otro lado, quien emplee el conjunto de herramientas puede usar las herramientas individuales con total libertad. El creador del conjunto no se responsabiliza de los resultados de su uso. Los diseñadores que se desenvuelven en este nuevo contexto deben colaborar con gran variedad de interlocutores, presentándose a sí mismos como expertos en diseño que interactúan con diseñadores aficionados

El creciente número de conjuntos de herramientas está relacionado con la difusión del modelo «hágalo usted mismo» en un mayor número de campos. Una vez conocidas estas tres estrategias de difusión, en seguida podemos ver que las dos primeras están, por naturaleza, muy apartadas de nuestros intereses: no sólo porque son enormemente comerciales y están pensadas para empresas, sino también porque los modelos que proponen están demasiado acotados para poder proporcionar el espacio necesario para los grupos creativos a los que darían servicio, y demasiado centralizados para permitir que surjan relaciones.

Así y todo, creemos que ofrecen algunos elementos interesantes sobre los que meditar: las franquicias consisten en hacer posible la creación de pequeñas empresas, y los formatos consiguen la difusión mediante la puesta en práctica de ideas. Desde luego, la idea para un programa de televisión está muy lejos de un servicio o producto cooperativo, y aún más lo está un negocio comercial bajo el paraguas de una gran marca. De cualquier modo, en todos los casos estas experiencias indican que se debe partir de cero para averiguar cómo convertir una gran cantidad de iniciativas pequeñas en programas funcionales y reproducibles.

Por último, podemos considerar la estrategia de difusión basada en conjuntos de herramientas. Es evidente que el concepto del conjunto de herramientas se sitúa cerca del concepto de la solución aplicable: los conjuntos de herramientas se ofrecen para aplicarlos a ciertas actividades, pero pueden ser interpretados de distintas formas y usarse para objetivos distintos. Gracias a su carácter abierto, el desarrollo de un conjunto de herramientas que sirva como una solución aplicable es compatible con la naturaleza de las comunidades creativas y con el objeto de sus correspondientes Servicios Participativos.
(1). Comunidades participativas. People inventing sustainable ways of living ha sido editado por Anna Meroni y cuenta con ensayos de: Priya Bala, Paolo Ciuccarelli, Luisa Collina, Bas de Leeuw, François Jégou, Helma Luiten, Ezio Manzini, Isabella Marras, Anna Meroni, Eivind Stø, Pål Strandbakken, Edina Vadovics. El libro ha sido publicado por Polidesign (Milán) en 2007.
(2). Servicios Participativos. Diseño e innovación social para la sostenibilidad, por François Jégou y Ezio Manzini con ensayos de: Priya Bala, Cristiano Cagnin, Carla Cipolla, Josephine Green, Bas de Leeuw, Helma Luiten, Isabella Marras, Anna Meroni, Ruben Mnatsakanian, Simona Rocchi, Eivind Stø, Pål Strandbakken, John Thackara, Victoria Thoresen, Stefanie Un, Edina Vadovics, Philine Warnke, Adriana Zacarias. El libro ha sido publicado por Polidesign (Milán) en 2008.

Continúa parte segunda.

Artículo publicado en Experimenta 63, disponible en nuestra tienda online 

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