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Do-It-Yourself

A lo largo de las últimas décadas, la difusión del DIY (Do-it-Yourself, hazlo tú mismo) ha adquirido cada vez más importancia y sus prácticas se han difundido desde el ámbito de las contraculturas, como los punkis ingleses y americanos o los hackers de los años sesenta y setenta, a la mayor parte de la sociedad. Gracias a las tecnologías digitales y a fenómenos como las redes sociales, el movimiento maker o las nuevas posibilidades de diseño y manufactura digital, el DIY se ha convertido en una lógica omnipresente, en una forma de autoorganización material y cultural que favorece la construcción de nuevos espacios de autonomía. Si deseas leer la versión íntegra del texto publicado en Experimenta 66 con el título ‘Do-It-Yourself , Del garaje a la construcción de la realidad’ sigue este link que te dirigirá a nuestra tienda online.

La modernidad es estandarización. En los países occidentales, a lo largo de los siglos XIX y XX, se gastó una cantidad impresionante de recursos en implementar la estandarización en los sectores más diversos: en la producción de bienes (la fábrica fordista), en la socialización secundaria (la escuela pública), en la ciencia (el método científico), en la comunicación (los medios de comunicación de masas) y en el consumo (el consumismo). Esta obra colosal se llevó a cabo en tiempos y modos diferentes según el contexto pero, casi siempre, a partir de símiles procesos, centrados en una implementación burocrática, hiperformalizada y vertical.

Durante todo el siglo pasado, las sociedades podían pensarse como identificables en un mainstream —un cuerpo social principal que se distinguía en macroáreas determinadas por la clase, el estatus y otras grandes variables— y en una sutil amalgama de subculturas y contraculturas que no querían o no podían compartir los estilos de vida y de consumo, material y simbólico, adoptados por la mayoría.

Zellers de Toronto, 1931.

La modernidad producía, simultáneamente, objetos y símbolos, en principio iguales para todos, dentro de sistemas de manufactura y de consumo centrados en la producción a gran escala: la información y los bienes tenían orígenes y destinos símiles, y eran proyectados para lo que se consideraba como un cuerpo social homogéneo. La dicotomía entre mainstream y subculturas no influía sólo en la producción y el consumo, sino también en la propia percepción de la realidad. Los estudios sobre la percepción social de la realidad —que se adscriben al área de la sociología fenomenológica, inaugurada por Alfred Schütz y profundizada en los trabajos de Thomas Luckmann, Peter Berger y Harold Garfinkel— muestran cómo nuestra manera de entender el mundo se basa en mecanismos de tipificación de sistemas de nexos causales y relacionales ampliamente compartidos que definen la normalidad, la legitimidad y la previsibilidad de lo que nos rodea. Desde esta perspectiva, la modernidad conlleva la estandarización de los sistemas de tipificación de la realidad y, por lo tanto, una percepción de sí misma ampliamente compartida y aceptada en la sociedad.

El final del fordismo —entendido no sólo como metodología del trabajo en la fábrica, sino, en su acepción más amplia, como sistema de organización de las relaciones sociales— coincide con el paso a formas de producción cada vez menos sistematizadas y burocratizadas. Este proceso se inicia dentro del mundo industrial con fenómenos como el just-in-time y el toyotismo, que difunden y extienden la estructura disciplinar de la fábrica en territorios enteros. En un segundo momento, la producción se dirige progresivamente hacia la que es definida como personalización en masa, en la que los consumidores empiezan a poder personalizar cada vez más aspectos de los productos. El mismo recorrido se produce también en el mundo de la comunicación de masas: de un puñado de radioemisoras y canales televisivos y un número limitado de periódicos, se pasa a una marea de canales privados y locales hasta sumergirse en la construcción de palimpsestos televisivos personalizados a través de la televisión a la carta y la personalización de los flujos de información mediante los Lectores RSS.

El presente texto indaga algunas etapas del desarrollo del DIY (Do-it-Yourself, hazlo tú mismo) durante los últimos decenios y evidencia cómo determinadas prácticas, nacidas en las esferas de las aficiones y de las subculturas, han adquirido una importancia creciente hasta difundirse de manera notable entre la mayor parte de la sociedad…

Si deseas continuar la lectura de este texto publicado en Experimenta 66 sigue este link que te dirigirá a nuestar tienda online.

Historia del DIY Portada de Makers, Harper Collins.

2 opiniones en “Do-It-Yourself”

  1. HOLA! NO PUEDO ABRIR EL RESTO DEL TEXTO Y ME INTERESA MUCHO. ES POSIBLE CONSEGUIRLO DE ALGUNA MANERA???

  2. Buenos días Carmen, ya puedes acceder al número 66 a través de los enlaces del artículo.

    Gracias por seguirnos.

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