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La columna de Emilio Gil: La huella de un pionero

La columna de Emilio Gil en Experimenta. Hoy:

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El impacto y la repercusión que el trabajo de un diseñador tiene en un momento determinado puede ser de gran importancia, pero lo realmente válido es lo que ese trabajo aporta a la sociedad y la trascendencia que supone para los ciudadanos en términos de mejora e influencia positiva en sus vidas, algo que va más allá del tiempo en que ese trabajo se difundió.

Manolo Prieto fue un pionero del diseño gráfico que, con sus realizaciones, dejó un significativo legado al conjunto de la sociedad española. Prieto fue mucho más que el autor de la silueta del Toro Osborne, trabajo del que por otra parte se llegó a lamentar en algunas ocasiones, debido a que su enorme popularidad había eclipsado el resto de sus diseños. El diseñador andaluz tuvo una amplísima producción que se prolonga en el tiempo como una feliz y alargada sombra, más allá de la que proyecta esa negra y potente silueta.

Durante diecisiete años contribuyó al fomento de la lectura en España gracias a las cubiertas que dibujó semanalmente para la Colección “Novelas y Cuentos” de la Editorial Dédalo. La larga serie de sus atractivas portadas son un ejemplo de como mediante recursos gráficos adecuados una cubierta se podía convertir en un cartel de reducidas dimensiones capaz de captar el interés de unos lectores que, tal vez, no se hubieran acercado nunca a la lectura de ese título presentado con otro tipo de imágenes más formales o canónicas. 

Manolo Prieto entendía cada encargo concreto en su especificidad como se manifiesta en las amables tapas de las cartillas de caligrafía “Nuevo Rayas” que animaban a los niños a trabajar los textos manuscritos con el cuidado y el respeto al lector que la escritura lleva implícita: “despacito y buena letra, el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”.

La labor de acercamiento del pionero al mundo de la cultura de la época se refleja también en unos extraordinarios carteles anunciantes de óperas o zarzuelas, producciones cinematográficas o fiestas de los toros, género que actualizó de forma brillante y rompedora.

Sus carteles nos hablaban de cultura y de empresa siempre con la promesa de que una comunicación visual de calidad es un compromiso con unos contenidos, en forma de productos y servicios, que merecían la pena

Pero la huella de Manolo Prieto se marca también hoy sobre los diseñadores que se incorporan en estos momentos al mundo profesional y se aprecia en la producción de jóvenes creadores, estudiantes de escuelas superiores o de grados de Diseño en diferentes países, a partir de la reinterpretación de las obras y la aplicación de las metodologías creativas redactadas por el pionero. Un ejercicio de asimilación que hoy sigue propiciando nuevas propuestas gráficas. 

El trabajo de Prieto es testigo de ese momento especial en España en que un oficio se estaba convirtiendo en profesión. Una profesión que afortunadamente sirve para dejara una huella positiva en la vida de las personas.

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