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Curiosidad y rigor de Ximo Roca, por Quim Larrea

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Me resulta muy difícil escribir sobre Ximo Roca aunque, como todo el mundo sabe, es un magnífico diseñador con muchos proyectos en su haber, premios y una trayectoria profesional absolutamente clara y solvente.

 

El problema es que para mí hay otro Ximo que ultrapasa al diseñador conocido por el público. Cuando pienso en él me vienen a la mente los recuerdos de una noche divertidísima en compañía de amigos cantando y refrescándonos con un traidor brebaje que toma el inocente, y por supuesto engañoso, nombre de agua de valencia. Me acuerdo de una cena con sardinas dinamiteras en uno de los muchos y populares restaurantes de la Malvarrosa, o de cuando nos hicimos amigos de unos personajes insólitos entre copa y copa.

También con Ximo he vivido la experiencia única de comer una auténtica paella, paella, de la huerta valenciana en Valencia, en compañía de su adorable familia, con verduras autóctonas y xonetes, unos caracoles listados y blancos imprescindibles en este estupendo plato.

La lista es ampliable pues más de dos lustros de relación generan un abultado etcétera casuístico que no creo que venga al caso y que, a buen seguro, abusaría de su confianza. No obstante, tendrán que perdonarme si esta crónica resulta un poco personalista y, si acontece que tal es el caso, les ruego tengan la amabilidad de excusarme.

Colección Malva.rrosa, Porvasal, 2001.

A modo de ingreso geográfico les diré que es importante saber que Ximo es hijo y vecino de Castellar, una pedanía de la ciudad de Valencia muy próxima al Parque Natural de la Albufera. Castellar es una agrupación de viviendas y talleres artesanos que con el decurso del siglo pasado se ha incorporado a la gran ciudad. Para más información, este pequeño núcleo de población se estructura mediante una calle –a la que la pereza o la provisionalidad bautizó en su día como Principal y que el hábito perpetuó– que ordena a sus márgenes las vías secundarias y las construcciones. En el número 54 de esta calle encontrarán el estudio de Ximo.

Si tuviéramos que buscar en una estirpe un ejemplo práctico de la evolución de los sistemas de producción, la familia Roca Asensio sería un caso paradigmático de evolución

Esta entrada no es baladí, porque justo al lado del estudio existe un antiguo taller de carpintería que los años han dejado medio en desuso y que regentó su abuelo materno. El vínculo tradicional de los Asensio (segundo apellido de Ximo) con el trabajo de la madera nos llevaría hasta su bisabuelo que era un afinado ebanista y al que siguieron abuelo y madre, y ahora él como bisnieto, diseñador. Si tuviéramos que buscar en una estirpe un ejemplo práctico de la evolución de los sistemas de producción desde los orígenes de la artesanía hasta el diseño actual, pasando por el desarrollo industrial y la postindustrialización, la familia Roca Asensio sería un caso paradigmático de evolución y adaptación a los tiempos.

Aunque lo desconozco, resulta fácil imaginar a un niño curioso recorriendo aquel taller de toda la vida acumulando suavemente, como encontrando, detalles del oficio. Y también es fácil de imaginar cómo el chaval, ya devenido en joven, con los estudios de bachiller cursados se enfrenta a la decisión, siempre de mal tomar, del ¿qué estudiar? Y le vuelve a picar la curiosidad, y opta por cómo evolucionar en el oficio, cómo ir mas allá. Y se convierte en un Técnico Superior de Diseño.

Y aquí se inaugura el currículum; el recién licenciado toma contacto con diferentes empresas del Levante español, por las que hace un breve periplo, hasta ingresar en el equipo de producto de Andreu World, una productora de sillería más que destacable de nuestro país y una de las más capaces de Europa. Tras estos años de práctica profesional, en marzo de 1989 vuelve a Castellar e inaugura el despacho que dirige hasta hoy. El estudio Ximo Roca Diseño es un equipo compuesto por profesionales que abarcan diferentes áreas muy interrelacionadas entre sí, lo que les permite generar una variedad de oferta heterogénea.

Diseño del stand para Incola en la Feria de Valencia, 2003.

De sus mesas salen con la misma soltura imágenes corporativas, piezas de porcelana, sillas, mobiliario doméstico, lámparas, sanitarios… Un área de su trabajo menos conocida en la que obtiene resultados muy destacados es la que se ha dado por etiquetar, quizás no con demasiada fortuna, como “arquitectura efímera”. Es decir, diseños de stands feriales, aparadores, exposiciones… en resumen, arquitectura de corta vida útil, realizada para días, semanas a lo mucho. En estos trabajos Ximo oficia con una suave elegancia y consigue estupendos resultados con los siempre escasos recursos al uso en estos menesteres. Si se desenvuelve con tanta soltura en la concepción del espacio, ¿para cuándo veremos una obra tectónica suya? No es necesario que sea especialmente grande o compleja, puede ser una casa de campo, una nave industrial, una plaza… a buen seguro que su trabajo nos provocará una grata sorpresa y veremos cómo en Ximo también encontramos el pálpito de la arquitectura. Esperemos atentos.

Mariquita, Industrias Tagar, 2008.

Quince largos y productivos años de trabajo han sido más que provechosos: más de quinientos proyectos han visto la luz desde este estudio y si en ellos contamos las variaciones y desarrollos de series superaríamos con facilidad el millar de productos diseñados. Pocos profesionales de menos de cincuenta años pueden firmar una trayectoria tan extensa. Lógicamente, la mano del autor hace que los proyectos tengan varios denominadores comunes entre los que posiblemente el mas destacado sea el rigor. El rigor bien entendido.

Lejos de posibles estridencias, las piezas diseñadas en el estudio son siempre productos híbridos

La experiencia juvenil de Ximo en empresas de mobiliario marcó definitivamente la forma de encarar el proceso proyectual. La voluntad de hacer un producto para una empresa hace que el autor se sumerja en las posibilidades productivas de las empresas que le contratan, las analice hasta desmigar sus prestaciones y busque su mejor aprovechamiento.

Así, Ximo se convierte en un hombre de la empresa, un interlocutor cómodo y próximo, que aplica su base de conocimientos técnicos y una formalización audaz de los diseños con lo que consigue que sus proyectos lleguen a resultados insospechados, incluso para los propios productores y que, cada producto en sí, vaya mucho mas allá de los límites creativos iniciales.

La piezas diseñadas en el estudio de la calle Principal de Castellar, lejos de posibles estridencias, son siempre productos híbridos: muy controlados, ajustados a las premisas impuestas y, a la vez, conectados en su entorno, en consonancia con las tendencias dominantes en el momento en el que nacen.

Al plantear la intención de crear productos competitivos y atractivos, como admite el propio Ximo, aflora una doble posición entre la voluntad de estar al quite de la situación global del sector y aportar una valor diferenciador, especialmente destacable, en cada trabajo.

 

Ximo Roca sentado en la silla Kif, Bonestil, 2005.

Entre las imágenes que ilustran este reportaje, se muestran los trabajos realizados para la producción mediante las técnicas artesanas de trenzado de médula –actualizada a la fibra sintética– empleadas en varias colecciones de asientos. Éste es un trabajo por el que siento una especial simpatía pues aúna un sistema hasta ese momento en la frontera del declive con una nueva formalización tipológica, cuyo resultado es un producto absolutamente novedoso. Este trabajo ejemplar, formalizado en múltiples piezas diferentes, ilustra muy bien la trayectoria y el saber hacer de Ximo Roca: siempre atento a las tendencias más rompedoras en certámenes, publicaciones o exposiciones pero con un pie muy bien plantado en un taller de carpintería de Castellar, junto a la Albufera.

Artículo publicado en Experimenta 53.

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