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La columna de Eugenio Vega: La ventana siniestra (en el piso 34)

La columna de Joan Costa en Experimenta

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“Mira, esta es una fotografía de la señora Murdock dándole a su primer marido el adiós definitivo por la ventana de su despacho. Él se está cayendo, mira la posición de sus manos, está gritando de miedo. Ella está detrás y tiene el rostro deformado por la rabia” (Raymond Chandler, 1942)

I

El pasado 24 de enero falleció el escultor Carl Andre (1935-2024). Sus instalaciones minimalistas, generalmente baldosas colocadas en el suelo sin sujeción alguna, forman parte (para bien o para mal) de la historia del arte moderno. Sus obras han sido expuestas en los principales museos del mundo. En 2015, el Centro de Arte Reina Sofía presentó una exposición organizada por la Dia Art Foundation. Jeremy Sigler, que trabajó como editor del libro que acompañó a la muestra, reconocía que quienes promovieron aquella iniciativa no tuvieron interés en dar detalles de la vida del artista en los años ochenta (Sigler, 2023). La razón no era otra que las extrañas circunstancias en que murió su esposa 

Ana Mendieta falleció el 8 de septiembre de 1985 como consecuencia de una caída desde el apartamento donde vivía con su marido, Carl Andre, desde hacía unos meses. La vivienda estaba situada en la planta 34 de un edificio en Greenwich Village, en Nueva York. Los vecinos aseguraban que, poco antes de su muerte, habían oído discutir a la pareja de forma acalorada, pero nadie dijo haber visto nada. Andre fue detenido, pero el conocido pintor Frank Stella, amigo suyo desde que malvivían trabajando en el ferrocarril, pagó la fianza para que pudiera quedar en libertad provisional. Años después sería juzgado.

Manifestación del grupo whereisanamendieta en Londres con motivo de la inauguración de la nueva Tate Modern, 17 de junio de 2016. Las activistas protestaba por el espacio que dedicaba el museo al que consideraban culpable de la muerte de Ana Mendieta. Fotografía, whereisanamendieta, 2016.

II

Con apenas doce años de edad, Ana Mendieta había tenido que abandonar Cuba. Su padre envió a ella y a su hermana Raquel a Florida para protegerlas de posibles represalias políticas. Pero en Estados Unidos, Ana y su hermana se vieron obligadas a vivir en hogares de acogida hasta que pudieron reunirse con sus padres años después (Finkelstein, 2012, 9). Hacia 1972, Ana terminó sus estudios de Bellas Artes y empezó a interesarse por el body art y otras formas de expresión conceptual. Quiso denunciar los abusos contra las mujeres en performances que revivían de manera explícita toda su violencia (Sauers, 2017). Cuando en 1973, James Hall, asesinó a la estudiante Sara Ottens, Mendieta creó varias piezas escénicas en torno al tema de la violación. “Como se encontró un palo de escoba ensangrentado junto a ella, se suponía que se había producido una agresión sexual antes del asesinato (Finkelstein, 2012, 14)».

En 1983, consiguió una beca para estudiar en la American Academy de Roma donde empezó a interesarse por la creación de objetos, cosas que no fueran efímeras y que, por tanto, pudieran venderse. Fue por entonces cuando conoció a Carl Andre. Se casaron en enero de 1985, pero las cosas no fueron bien. Según parece, ella sospechaba que su marido tenía una relación extramatrimonial (O’Hagan, 2013).

En la mañana del 8 de septiembre de 1985, Ana fue encontrada muerta en el tejado de una tienda de comestibles que había debajo de su casa. Su cuerpo había golpeado con tal fuerza en la superficie donde cayó que había dejado una huella reconocible. Según el testimonio de su marido, cuando un par de horas después que ella se fue a acostar, encontró la habitación completamente vacía. Sus declaraciones a la policía fueron siempre contradictorias. A veces afirmaba que había sido un accidente: Ana se habría levantado a cerrar las cortinas y en un descuido pudo caerse por la ventana (Sigler, 2023). Pero también sugería que su mujer se había suicidado por su inmadurez o sus tendencias depresivas (Sigler, 2023).

Tras un juicio sin jurado que duró tres años, Carl Andre fue absuelto de la acusación de asesinato por falta de pruebas. Uno de los argumentos más torticeros de la defensa fue asociar el arte de la fallecida (su interés en la violencia y sus performances dramáticas) con claros síntomas de propensión al suicidio. Sin embargo, la familia de Ana Mendieta siempre creyó que su marido la había tirado por la ventana tras una fuerte discusión.

III

En 1992, el Museo Guggenheim de Nueva York inauguró una galería de arte en el SoHo que no tuvo mucho recorrido. Pero lo más relevante de aquel día fue la manifestación de más de quinientas personas, la mayoría feministas, mostrando carteles con el texto “Where is Ana Mendieta?”. Siete años después de su fallecimiento, parecía un sarcasmo que la artista cubana no fuera incluida en aquella muestra y sí estuviera Carl Andre (O’Hagan, 2013). Algo parecido sucedió con la remodelación de la Tate Modern de Londres en junio de 2016. Sisters Uncut y Whereisanamendieta protestaron por el espacio que dedicaba el museo al que consideraban culpable de la muerte de Ana Mendieta (Hermoso, 2020). 

El desinterés por las mujeres dedicadas al arte es innegable y se manifiesta de mil maneras. En 2018, el New York Times publicó el obituario de Ana Mendieta treinta y tres años después de su fallecimiento, nada más y nada menos (Castillo, 2018). La justificación para ello era, en cierto modo, una disculpa: “Desde 1851, los obituarios del New York Times han estado dedicados a hombres blancos. Este obituario […] quiere destacar las vidas de aquellas personas que dejaron marcas indelebles en la historia, pero fueron ignoradas en nuestras páginas cuando fallecieron” (The New York Times, 2018).

IV

En 2012, Jeremy Sigler, un poeta e investigador que trabajaba para la revista de arte Parkett, entró en contacto con la Dia Art Foundation, la institución que organizó con el Reina Sofía la exposición de Madrid tres años después. Sigler había empezado a interesarse por la obra literaria de Carl Andre, una suerte de poesía visual en la que, en muchos casos, utilizaba textos ajenos para darles otro sentido.

“The honorable Leland Stanford served as governor of California and president of the Central Pacific Railroad Company”, composición poética de Carl Andre, incluida en su obra STILLANOVEL, realizada en 1972.

Sigler había descubierto hacía tiempo STILLANOVEL, una obra de poesía visual realizada por Andre en 1972: cien hojas mecanografiadas, sin encuadernación, apiladas en una caja. En general, se trataba de composiciones con letras mayúsculas, ajustadas a una cuadricula (como las que organizaban sus esculturas con baldosas). Con un poco de paciencia, podía verse que formaban frases tomadas de libros o periódicos. En una de ellas podía leerse: “El honorable Leland Stanford fue gobernador de California y presidente de la compañía ferroviaria Central Pacific”. Todas hacían alusión a un crimen cometido por el fotógrafo Eadweard Muybridge en el otoño de 1874. Leland Stanford, por ejemplo, era entonces gobernador de California. En cierto modo, aquellas composiciones minimalistas eran la crónica de un asesinato, una suerte de novela policiaca con final feliz para el asesino (Sigler, 2023). 

Muybridge (1830-1904) fue un fotógrafo británico, emigrado a Estados Unidos, famoso por sus imágenes de animales y seres humanos en movimiento. Animals in Motion y The Human Figure in Mortion son quizá sus libros más conocidos. Según parece, en octubre de 1874, Muybridge descubrió unas cartas de amor dirigidas a Flora, su joven esposa, por un tal Harry Larkyns en los meses previos al nacimiento de su hijo. Unos días después, el airado marido, convencido de que el amante de su mujer era el padre de la criatura, marchó hasta la ciudad de Calistoga, en la (siempre) próspera California y, en cuanto dio con él en un salón donde jugaba a las cartas, le disparó provocando su muerte inmediata (Bennet, 2018). Aunque Muybridge fue detenido y encarcelado, fue absuelto en el correspondiente juicio al considerar que se trataba un crimen pasional y, por tanto, de “un homicidio justificado”.

Exploradores indios fotografiados durante la campaña del ejército de los Estados Unidos contra los Modoc en el norte de California. La fotografía forma parte de una estereoscopia tomada por Eadweard Muybridge en 1873, en la época en que su esposa mantenía una relación con Harry Larkyns.

Siglo y medio después, Jeremy Sigler no dejaba de preguntarse cómo era posible que Carl Andre escribiera ese poema trece años antes de su propia absolución (Sigler, 2023). Así eran las cosas en esa gran nación donde las artes florecen (gracias a Dios) con un vigor inusitado.

Referencias

Arranz, María y Nacho Moreno (2015) “Carl Andre está en el Reina Sofía pero ¿dónde está Ana Mendieta?” en eldiario.es, 6 de mayo de 2015.

Bennet, Hayden (2018) “A Review of Florado Helios Muybridge’s Tombstone”, en Believer, abril de 2018.

Castillo, Mónica (2018) “Ana Mendieta, una artista cubana que sobrepasó los límites”, en The New York Times, 21 de septiembre de 2018.

Finkelstein, Stephanie Lynne (2012) Ana Mendieta, A Search for Identity, tesis de grado presentada en la Universidad de Missouri-Kansas City.

Hermoso, Borja (2020) “Accidente, suicidio o asesinato: el enigma de la muerte de la artista Ana Mendieta”, en El País Semanal, 9 de febrero de 2020.

Murray, Caitlin Collins (2013) Mapping Poetry onto the Visual Arts: Carl Andre’s Words, tesis de grado presentada en la University of Texas at Austin. 

O’Hagan, Sean (2023) “Ana Mendieta: death of an artist foretold in blood”, en The Guardian, 22 de septiembre de 2013.

Sauers, Jeena (2017) “Portrait of the Artist, Ana Mendieta, Iowa City, 1973”, en The Village Voice, 19 de septiembre de 2017.

Sigler, Jeremy (2023) “Love, Death and Poetic Madness at Dia. My encounters with Carl Andre”, en Tablet, 14 de septiembre de 2023.

Sigler, Jeremy y Michelle Piranio ed. (2015) Carl Andre. Escultura como lugar, 1958-2010. Madrid, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 

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