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La columna de Eugenio Vega: Los fantasmas del pasado, la incertidumbre del presente

La columna de Eugenio Vega en Experimenta

La columna de Eugenio Vega en Experimenta

“Jamás debería haber sumado mi nombre a la lista de personas que trabajaron para sostener aquella infamia que duró tantos años” (Fabián Estapé, 1999).

I

Aquel jueves 20 de noviembre de 1975 la programación televisiva hubo de ser modificada en su totalidad por razones sobradas y conocidas. Una sola señal, emitida por las dos cadenas, transmitió la procesión de personas ante la capilla ardiente en el Palacio Real (que no de Oriente), la proclamación del príncipe Juan Carlos como rey y las honras fúnebres por el general Franco. Para ello fueron necesarias nueve unidades móviles y casi cincuenta cámaras que permitieron grabar y difundir las imágenes mediante el sistema PAL Color de Telefunken. Aunque el número de espectadores que siguieron las transmisiones fue elevado, sus audiencia quedó lejos de Heidi, el programa más visto en 1975 y en 1976.

No fue hasta la tarde del domingo cuando el luto dio un respiro a la programación. Terminado el telediario, pudo verse el capítulo de Heidi (no emitido el sábado), las peripecias de la familia Ingalls en La casa de la pradera y el partido correspondiente a la décima jornada de Liga entre el Real Oviedo y el Atlético de Madrid que terminó con la merecida victoria del equipo visitante. Algo más tarde, se emitió un episodio de la serie McCloud en Estrenos TY, “La travesura de la azafata descalza” que. a pesar de lo atractivo del título, dejó poca huella en los espectadores (Diario de Barcelona, 1975). 

En ese ambiente de inusitada renovación cultural, el lunes 24 de noviembre se estrenó en los cines de media España ¡Eva!, ¿qué hace ese hombre en tu cama?, con Manolo Escobar, Antonio Garisa y Mary Francis en los papeles estelares. El anuncio publicado en la prensa daba argumentos sobrados para acudir al estreno de la “más espectacular película del mayor ídolo de todos los públicos. Un derroche de lujo, color, humor, simpatía y lindas mujeres” (Diario de Barcelona, 1975). 

II

Los medios de comunicación mostraban entonces una realidad repleta de paradojas, contradicciones, y medias verdades. El periodo de desordenado crecimiento impulsado por el plan de estabilización de 1959 (Estapé, 2006, 55) concluía con el retorno de los emigrantes (cerca de un millón) que habían perdido su trabajo en Europa. Un sistema político completamente agotado se mostraba incapaz de responder a las transformaciones con otra cosa que no fuera la negación de la realidad. Al contrario de la teoría defendida por algunos reformistas del franquismo (y por quienes consideran el régimen de 1978 una mera continuidad de la dictadura), la Transición no fue un proceso claramente planificado (Osorio, 1980). Los proyectos de reforma de los primeros gobiernos de la Monarquía tuvieron que modificarse con más frecuencia de la deseada por la presión de los movimientos sociales (Molinero e Ysàs, 2018).

Pabellón de España en la Trienal de Milán de 1951. Sobre la mesa puede verse el libro de grabados de Josep Guinovart sobre poemas de Federico García Lorca. Publifoto. Imagen de dominio público.

Por otra parte, las fórmulas de compromiso que el régimen había puesto en práctica para aliviar el aislamiento internacional e integrar a artistas e intelectuales en su acción propagandista se volvieron ineficaces conforme se acercaba el final del franquismo. 

A principios de los años cincuenta, José Antonio Coderch consiguió mostrar en la Trienal de Milán grabados de Josep Guinovart sobre la obra de García Lorca en un espacio de clara inspiración racionalista (Santos Torroella, 1951). Aunque España participaría también en las dos ediciones siguientes, el Gobierno prefirió volcarse en la Bienal de Venecia ante el declarado giro de la Triennale hacia el diseño (Pibernat, 2018, 18). A Venecia podía enviar pinturas abstractas cuyas implicaciones políticas eran, y siguen siendo, un misterio. El régimen puso todo su empeño en promover a artistas como Saura, Canogar o Millares, algunos de los cuales (Chillida, Palazuelo o Tàpies) habían mostrado en sus primeros años gran cercanía con el franquismo. Pero Tàpies renunció a participar en estas iniciativas en 1959 por motivos exclusivamente políticos (Montañés, 2021). En resumen, en 1975 ya nadie (ni siquiera los franquistas más conscientes de la realidad del país) creían en la legitimidad del sistema.

Antoni Tàpies pintado un mural para la Hochschule St. Gallen en 1962. Fotografía de autor desconocido. Universitätsarchiv St. Gallen (CC BY-SA 4.0).

III

A la desregulación iniciada en 1959 siguió una política llena de contradicciones. Los planes de desarrollo impulsaron una planificación indicativa, inspirada más en la política francesa más que en la alemana. Se incluyeron diversas partidas de gasto para la construcción de escuelas de Artes y Oficios y de Bellas Artes así como para la creación del Instituto Nacional del Diseño que nunca llegó a hacerse realidd (Rodríguez Garrido, 1969, 265). Lo cierto es que el sistema educativo fue incapaz de reaccionar a la intensidad del crecimiento y no pudo proporcionar personas con la preparación necesaria para la nueva realidad económica. La fabricación de productos industriales dependía del plagio (Gamarra, 2020, 56) y, la mayoría parte de las veces, de la compra de derechos en otros países. Según Jordi Mañá, hacia 1971, España gastaba veinticuatro mil millones de pesetas anuales por el pago de patentes y royalties para fabricar productos extranjeros más o menos españolizados (Mañá, 1971, 60).

El ministro comisario del Plan de Desarrollo, Laureano López Rodó presenta el III Plan de Desarrollo (que nunca llegó a concluirse) en una rueda de prensa celebrada en 1971. A su lado, Fabián Estapé, comisario adjunto e introductor de las ideas de Schumpeter y Galbraith en España. Fotografía de autor desconocido. Agencia EFE.

Por su parte, la reforma de las escuelas de Artes y Oficios que llevó a cabo el Ministerio de Educación en 1963 fue en realidad una contrarreforma propiciada por los propios centros para protegerse de los cambios sociales. La aparición de Elisava, la primera escuela de diseño, fue posible por el desinterés de la Administración que solo supo responder prohibiendo que otorgase titulaciones oficiales.

Eso no impidió una presencia creciente del diseño en los hogares y en el entorno urbano. Citroën Hispania tuvo el privilegio de difundir uno de los primeros anuncios de un automóvil donde la palabra diseño aparecía dos veces sin que fuera fácil adivinar su significado. En 1973 Jordi Mañá publicó El diseño industrial en la Biblioteca Salvat de Grandes Temas (una de las primeras colecciones anunciada en televisión) con una difusión que hoy resultaría prácticamente inalcanzable.

Anuncio de lanzamiento del Citroën GS en España. Aunque hay dudas sobre cuando comenzó a fabricarse este automóvil en la factoría de Vigo, parece probable que este anuncio apareciera a principios de 1972.

IV

Los intentos por arreglar las cosas llegaron siempre con retraso. La Ley General de Educación de1970 mostró su disposición a “proporcionar oportunidades educativas a la totalidad de la población” (Ley General de Educación, 1970). Según su preámbulo, las transformaciones sociales y económicas habían creado nuevas profesiones en un marco de competitividad que obligaba a profundos cambios. Pero, a pesar del aumento de los presupuestos, los recursos fueron insuficientes para afrontar una reforma que llegó con diez años de retraso. La ley no solo se ocupaba de la educación obligatoria, también impulsó la propuesta de unas enseñanzas de diseño que otorgasen la titulación de diplomado, tarea a cuyo frente estuvo el arquitecto Javier Carvajal, cesado con el cambio el gobierno de 1973.

A la muerte de Franco, cinco años después de ser aprobada, la ley no había avanzado lo suficiente en su desarrollo. De los cinco millones trescientos mil alumnos que en 1976 cursaban la EGB, poco más de tres millones pudieron ser escolarizados en el sistema público; el resto, más de dos millones, lo fueron en centros privados que recibían subvenciones del Estado. El propio Ministerio sospechaba que muchos alumnos no estaban matriculados en ningún sitio (Televisión Española, 1976).

Una caravana recorre el cinturón industrial de Madrid como parte de una manifestación en demanda de puestos escolares con el lema “Ningún niño sin escuela”, 1977. Fotografía de autor desconocido. Archivo de la Transición.

V 

A finales del siglo pasado, cuando España hacía méritos para entrar en el euro, la Unión Europea bendijo el proceso de desregulación económica que estaba transformando el continente. El auge del diseño se vio favorecido por la desregulación económica y la revolución digital, pero también por una cultura de la creatividad (Reckwitz, 2023) que prestigia procedimientos y creencias habituales en su práctica. En esa situación, el diseño sirvió para dar sentido a procesos de naturaleza económica que contribuyeron al crecimiento propiciado por la globalización. 

La declaración de Bolonia de 1999 asumió los principales fundamentos de la desregulación e impulsó un sistema educativo vinculado a esa nueva realidad. En España, las reformas favorecieron una creciente privatización de la enseñanza superior. Si en 1975 había cerca de veinte universidades públicas, en 1996 su número llegaba a cincuenta. Pero, desde esa fecha no se ha vuelto a crear ninguna otra y las que han aparecido, cerca de cuarenta, son todas privadas (Juliana, 2025), una de ellas, incluso, dedicada exclusivamente al diseño. En todo caso, la formación de los españoles ha experimentado un gran avance: si “en 1975, solo el 5 % de la población entre 25 y 64 años tenía estudios superiores, hoy ese porcentaje supera el 50 % y se sitúa por encima de la OCDE y de la Unión Europea” (Juliana, 2025).

Además, entre las innovaciones del proceso de Bolonia destaca la denominada transferencia del conocimiento. Según este principio, los recursos académicos de la universidad (entre los que cabe señalar a la investigación) han de ser “transferidos a la sociedad” para propiciar el progreso y la innovación social (Ramiò, 2025). Un ejemplo de estas iniciativas es la Cátedra de la Comunicación de la Universidad de Barcelona creada en 2025 en colaboración con Planeta Formación y Universidad, propiedad del conocido grupo de comunicación. Estas actuaciones, que no responden a objetivos exclusivamente académicos, forman parte del sistema de relaciones que caracteriza a la nueva educación. 

Pero, en lo que llevamos de siglo, el mundo ha cambiado demasiado como para que sigan siendo válidas muchas de las propuestas educativas que se hicieron en el clima de euforia que caracterizó a la burbuja financiera e inmobiliaria de aquellos años. Desgraciadamente, las escuelas de diseño se han visto obligadas a asumir la transformación de la sociedad industrial cuya principal consecuencia ha sido la quiebra de sus métodos de aprendizaje. 

Lo único que sabemos con certeza es que los fantasmas del pasado no son la principal causa de la incertidumbre del presente (por mucho que recuerden tanto a los viejos tiempos). Sus orígenes tienen más que ver con cambios políticos, sociales y económicos relativamente recientes.

Referencias

Diario de Barcelona (1975) Edición especial, 23 de noviembre de 1975.

Diario Pueblo (1975) Edición especial, 24 de noviembre de 1975.

Estapé, Fabián (2001) Sin acuse de recibo. Barcelona, Plaza & Janés.

Estapé, Fabíán (2006) Tres grandes economistas catalanes y la Real Academia, discurso de recepción del académico Fabián Estapé Rodríguez. Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Gamarra de Artaza, Mario (2020) Barreiros. La automoción en España: hombres, empresas y vehículos. libros.com

Juliana, Enric (2025) “Zafarrancho en la Ciudad Universitaria”, en La Vanguardia, 18 de noviembre de 2025.

Mañá, Jordi (1971) “La pedagogía del diseño en Barcelona”, en Quaderns d’arquitectura i urbanisme, 82, número especial dedicado al ICSID Ibiza II.

Mañá, Jordi (1973) El diseño industrial. Barcelona, Salvat.

Molinero, Carmen y Pere Ysàs (2018) La Transición. Historia y relatos. Madrid, Siglo XXI Editores.

Montañés, José Ángel (2021) “Artistas españoles frente a Franco: el largo viaje desde el falangismo hasta la oposición”, en El País, 3 de diciembre de 2021.

Osorio, Alfonso (1980). Trayectoria política de un ministro de la Corona. Barcelona, Planeta.

Pibernat, Oriol (2018) “España en las Trienales de 1951, 1954 y 1957: diplomacia cultural e imagen de modernidad”, en II Simposio de la Fundación História del Disseny. Diseño y franquismo. Barcelona.

Pibernat, Oriol, ed. (2020) Diseño y franquismo. Dificultades y paradojas de la modernización en España. Madrid, Experimenta Libros.

Powell, Charles (2021) España en democracia, 1975-2000. Barcelona, Plaza & Janés.

Reckwitz, Andreas (2023) La invención de la creatividad. Madrid, Catarata.

Ramiò, Carles (2025). La privatización de la universidad. Madrid, Catarata.

Rodríguez Garrido, F. (1969) “La enseñanza en el II Plan de desarrollo”, en Enseñanza Media nº 202-204.

Santos Torroella, R. (1951) Recuerdos de la Triennale de Milán. Mirador de les Arts, 24 de marzo de 2021.

Televisión Española (1976). “El negocio de la enseñanza”, en La clave, 4 de abril de 1976.

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