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La columna de Mane Tatulyan: La Inmortalidad de las Palabras

La columna de Mane Tatulyan en Experimenta

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El papel siempre ha simbolizado todo lo que puede ser, una fuerza potencial infinita. Sin embargo, no solo representa posibilidad sino, también, trascendencia. Durante siglos, las palabras de diferentes hombres alrededor del mundo han sobrevivido y nos han sido entregadas gracias a la magia del papel. Cuando el manuscrito se unió con la máquina, un nuevo sistema para concebir, difundir e inmortalizar el conocimiento se estaba esbozando: el arte de imprimir. En 1440, Johannes Gutenberg creó la prensa de impresión, que no solo inició la Revolución del capitalismo de imprenta, sino que también encarnó el espíritu del Renacimiento. Ahora, el conocimiento y las ideas revolucionarias de la Raza Humana podrían trascender fronteras y llegar a cada individuo, revelando con la luz de la razón las más altas expresiones de la Naturaleza Humana.

El espíritu de la Era de la Ilustración fue la luz como símbolo de verdad y sabiduría. Después de los oscuros siglos de la Edad Media, las civilizaciones occidentales florecieron con el auge del Renacimiento. Este cambio radical fue, en esencia, una revolución de la mente y, por tanto, de la forma en que percibimos y entendemos el mundo. En palabras de Rousseau, el arte de escribir se fusionaría con el arte de pensar. En todos los ámbitos, el pensamiento racional fue considerado el camino hacia la verdad y el bien, incluso para llegar a los fenómenos más trascendentales y metafísicos. La facultad humana de la razón también se conocía como lumen naturale, que significa «luz natural», virtud otorgada por la naturaleza para iluminar las tinieblas de lo desconocido.

Hoy, en la Era de la Información, la luz de nuestro razonamiento está siendo reemplazada por el LED de nuestras computadoras, y la inmortalidad de nuestras palabras con caracteres efímeros y digitales. Nuestra percepción y comprensión del mundo se da a través de una vía: los Medios (digitales), que monopolizan la fabricación de la realidad según la ideología del poder. Tanto la computadora como la ideología neutralizan nuestro lenguaje y, por tanto, nuestro pensamiento. Cada vez que nuestro repertorio de palabras disponibles se reduce debido a la corrección política, también lo hace nuestra posibilidad de pensar de manera radical. Podemos tener abundancia de información, pero tenemos un acceso limitado al conocimiento genuino, porque saber es tener poder y, por lo tanto, ser libre. Parece que en el mundo de hoy, el mayor acto revolucionario es pensar de manera diferente.

Si alguna vez imaginamos que en 500 años otra civilización podría encontrar nuestra evidencia, ¿qué herencia desearíamos que recibieran? En lugar de cadáveres de teléfonos, desechos industriales o fósiles de hardware, deseo que encuentren nuestros libros, nuestras notas, nuestros dibujos, nuestros recuerdos, nuestras preguntas, nuestros poemas, nuestras palabras. Los pensamientos se expresan con palabras, y las palabras, cuando se escriben, crean el arte de hacer que las ideas sean inmortales. Una sola impresión podría ser, en esencia, un rastro de una existencia humana. En cualquier época oscura, fue la chispa de la razón la que hizo renacer nuestra humanidad para reconstruir nuestro presente e imaginar el futuro. Quizás ya sea hora de que volvamos a ser radicales. Es hora de nutrirnos con libros en lugar de información digital. Es hora de que recordemos lo humano en lugar de imaginar lo transhumano. Valorar nuestra razón natural antes que la inteligencia artificial. Es hora de pensar, y entonces, existir*. Existir, para transformar.

*Referencia a «cogito ergo sum» por René Descartes.
© 2020. Mane Tatoulian. 

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