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La columna de Chema Aznar: Babilonia

La columna de Chema Aznar

La columna de Chema Aznar

La Filosofía de la extropía trata de buscar más inteligencia, sabiduría y efectividad. Una esperanza de vida abierta y la eliminación de los límites políticos, culturales, biológicos y psicológicos para el desarrollo continuo. Superar perpetuamente las limitaciones de nuestro progreso y posibilidades como individuos, como organizaciones y como especie, creciendo en direcciones saludables sin límite. 

Mientras las corporaciones crecen constantemente para convertirse en gigantescas estructuras y plataformas estrafalarias, quizá la palabra clave sea “consciencia”, pudiendo ésta ser sostenida solo por el humano o ser conscientes de la situación de lo que decidimos y proyectamos. Como se suele decir estar atentos, situados en el centro del huracán. Pero parece que vamos hacia otros derroteros 

Persuadidos por algunas buenas intenciones utópicas, impregnadas de principios éticos extropianos, formulados a principios de la década de los ochenta resultaron ser ilusionantes, se experimentó una sublimación, una fe colectiva, universal. Pero una lectura atenta desde el presente, evidenciaría lo contrario, más bien, están emergiendo fenómenos negativos de estos principios, hacia situaciones distópicas. En un principio los principios extropianos se configuraron como un ente imparcial “para delinear una lente alternativa a través de la cual ver las oportunidades, desafíos, peligros emergentes y sin precedentes.”

Con el tiempo, el diseño va atendiendo estos acontecimientos, adquiriendo consciencia e interés desde el conocimiento de los fenómenos que está observando. Esta percepción se configura condicionada por la transformación precaria de la profesión, de su alienación no consciente, quizá se deja llevar, no reflexiona desde su contemporaneidad, pero cumple perfectamente con sus encargos a cambio de unos honorarios exiguos, precarios, debidos en parte a la generalización de su trabajo en las redes y las consecuencias de la singularidad tecnológica. 

Por ejemplo, se echa de menos su posición crítica ante el tsunami tecnológico, fenómenos tecnológicos que brindan numerosas posibilidades en el que son poco consideradas, pero sin pensar en las consecuencias dramáticas, solo hoy proyectadas, en el que la mayoría de las veces se cuenta el interés, su finalidad económica, acumulativa o de poder. Desde esta situación podríamos hablar en parte de asfixia de toda consideración, incluso investigativa o de un progreso positivo. Por ejemplo, los conceptos en los que se basan los sistemas como Uber y Airbnb, basados en enfoques metodológicos del diseño, han sacudido en poco tiempo el sistema económico, legal y laboral en muchas ciudades y países.

Parafraseando Sennett, a H. Arendt : 

“La posible causa de este riesgo es algo próximo a la inocencia en los seres humanos, a éstos, sin distinción de género, les seduce lo maravilloso, la excitación y la curiosidad, de modo que crean que la ilusión de que abrir la caja (de Pandora) es un acto neutral”.

Aunque los principios de la extropía se situaron desde un credo antiautoritario, en su lectura se aprecia una intención solapadamente determinista, inclusive una intención proselitista, un interés por redimir, encauzado hacia un mesianismo.

Entre estos principios habría que otorgarles interés a los referidos a la autotransformación, optimismo práctico o el entusiasmo acrítico y nada reflexivo. En concreto los principios referidos a la tecnología inteligente, fruto del contexto en que se publicaron.

Estos contenidos generaron una retórica, siendo importante como cambio de paradigma en el segundo Silicon Valley. Desde estos principios se extrajo un sentido buenista o también la esperanza de cambiar el mundo mediante la tecnología inteligente, aplicativa, pero también la creatividad destructiva muy apreciada por el capitalismo neoliberal. Según la introducción de este principio de la tecnología inteligente, dice lo siguiente:

”Extropia significa diseñar y administrar tecnologías no como fines en sí mismos sino como medios efectivos para mejorar la vida. Aplicando la ciencia y la tecnología de manera creativa y valiente para trascender las cualidades “naturales” pero dañinas y limitantes derivadas de nuestra herencia biológica, cultura y medio ambiente.”

En esta definición observamos palabras clave como diseñar y administrar, entendido también como gestionar, “aplicando la ciencia y la tecnología de manera creativa… para trascender las cualidades naturales…”. Pero desde estos principios definitorios no existió atención alguna desde la crítica o la prospectiva del futuro. Solo se consideraría que estos principios fueran atractivos para la inversión económica. Este fenómeno se caricaturiza en la serie de televisión “Silicon Valley”, destacando la startup, porque creo que podría ilustrar esta idea desde un desenfado forzado o el comportamiento de sus componentes, geek o nerd, rayanos a la imbecilidad, amagando el delirio y la tragedia, proponiendo proyectos y soluciones sin sentido. 

Desde el truco “la retórica gímnica” (relativo a la lucha), acompasada posteriormente con un arsenal conformado por un marketing efectivo, configuró la opinión que ha permanecido durante estos últimos treinta años.

La megalomanía de cambiar el mundo desde la computación a finales del siglo XX y principios del XXI apuntaban a la esperanza en la que los individuos desde la computadora se volvieran dominantes, autónomos.

W. Burroughs lanzó el concepto de revolución electrónica. Trazaría la forma de adaptar la informática personal, liberando a las muchedumbres sometidas. La revolución electrónica explora la dimensión subversiva de la técnica del cut-up (aquella a partir de la cual estructuró sus novelas más experimentales en los sesenta), mediante el corte (cut-up) y ensamble de dispositivos electrónicos como grabadores de cinta abierta y cámaras de video, con la voluntad expresa de liberar el virus contenido en la palabra y promover el caos social. La revolución electrónica es así un manual de instrucciones, un compendio de experiencias audiovisuales, orientadas a intervenir en ese campo de batalla que para Burroughs es la cultura.

Creo que el diseño consciente, creativo, reflexivo, crítico, propositivo, pudiera participar en un nuevo campo de batalla en la cultura, desde propuestas no condicionadas, pero también en espacios establecidos desde planteamientos que pudieran reconsiderarse, como por ejemplo, en los años sesenta y setenta en las obras de ficción J.B. Ballard, convencido que proyectaba una fe en una sociedad artificializada y de extrema singularidad tecnológica o como también Constan Nieuwenhuys miembro de la temprana Internacional Situacionista. En su proyecto, “La Nueva Babilonia”, proponía una visión realista, no utópica, viable, pero sobre todo no alienada. 

Hoy podrían ser reconsideradas desde una propuesta crítica, que pudiera iluminar al Diseño, según necesidades reales, adscritas a las distintas situaciones fragmentadas y diversificadas. Una nueva imaginación que abra nuevas dinámicas entre lo humano y lo no-humano.

Citas

Principios éticos extropianos https://web.archive.org/web/20100223133017/http://www.extropism.com/post/393563122/the-extropist-manifesto#

Aznar, Chema. “Incidencia y reflexión: pensamientos en torno al diseño de producto” Ed. Experimenta.

Nieuwenhuys Constan. “La Nueva Babilonia (La utopía de la ciudad ideal en el siglo XX) ed. Catedra”.

William S Burroughs. “La revolución electrónica”  ed. Caja negra

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