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La columna de Chema Aznar: Diseño crítico, especulativo, o una crítica especulativa sobre el diseño

La columna de Chema Aznar

La columna de Chema Aznar

Siempre he entendido que el diseño es una profesión compleja. Los objetos, espacios, comunicaciones, creados por estos profesionales, se imbrican. Son adherentes, preferentemente, en las relaciones humanas con su medio e incluso en los comportamientos sociales, políticos, económicos. El diseño  propone cambios, y esto supone espacios comprometidos de reflexión, críticos, especulativos, idiosincráticos en la acción proyectiva en las soluciones o propuestas.

Cada vez más el diseño está adoptando perfiles que no son acordes a la percepción dominante, a lo que entendemos como teoría y práctica del diseño. Esta actitud significa no entender sustancialmente el diseño. Es una huida hacia adelante, por la situación que se encuentra el diseño hoy, en donde la profesión ha sido atomizada en un universo de especializaciones objetivas, a la mayor efectividad del sistema hacia un consumo sin límites. Todo proceso se ha ido instalando desde una intencionalidad reductiva, escueta, en donde el diseño -mejor dicho el diseñador como tal-,  su rol, va desapareciendo. Selle argumentó en la década de los años setenta del siglo pasado lo siguiente: 

Sin embargo, los métodos y procedimientos de la planificación y el desarrollo de los productos de que dispone actualmente el diseñador se deben más bien a las presiones económicas que obligan a una racionalización de sus procesos tanto para el mercado cuanto a su publicidad para este propósito lo constituyen las metodologías científicas.  

Esta huida hacia adelante provoca que muchos diseñadores elijan uno de estos dos caminos en el desarrollo de su profesión: el primero que tendería hacia la especialización, comprensible, pues durante la práctica de la profesión o de la especialidad de un sector determinado  se  prepara, adquiere experiencia. El segundo camino se basaría en la afirmación presente en el título del libro de Ezio Manzini “Cuando todos  diseñan: una introducción al diseño para la innovación social”. Creo que no se entendió el significado de este título y el objetivo de éste. La intención es eminentemente social. La participación de las colectividades que proponen es  a partir de su  autonomía, su espacio de vida, en donde se manejan propuestas o problemas a solucionar, finalmente definidas en donde los procesos y herramientas del diseño serían precisas para proponer soluciones reales. Joan Costa citando  a Alice Rawsthorn escribe lo siguiente:

(…) “Todo es diseño”, “o más concreto: “Las redes de voluntarios organizándose para repartir comida a personas vulnerables. Todo esto es diseño” (El País Semanal, 23-05-21). Perdón, pero eso no es diseño, es una iniciativa social meritoria y encomiable. El hecho de que las redes de voluntarios “se organicen” (que es lo que llaman diseño) no es lo fundamental ni es diseño: es pura logística.

Creo que la  expresión “cuando todos diseñan” desligadándola de su objetivo, ha ido más allá de las intenciones sociales de Manzini. Parece que cupiera todo en este saco. Encontramos, por ejemplo, dentro de este contexto, afirmaciones como ésta, venida de las tesis del “diseño crítico especulativo”: 

En este contexto, cada vez más diseñadores están practicando diferentes enfoques de diseño, alejándose de la percepción dominante y la práctica del diseño. Estos «nuevos diseñadores»  operan al margen de las disciplinas entendidas tradicionalmente, borrando sus fronteras.

Desde esta afirmación creo, intencionada del diseño, se obvia el pensamiento producido por la experiencia en los mismos procesos del proyecto, en donde surge de forma variada, reflexiones, especulaciones de los problemas surgidos en cada momento en las fases del proyecto. Siempre han estado íntimamente imbricados: la reflexión, la crítica, la especulación con el diseño, esto es con el proyecto en la acción del proyectar. Diría más: el diseño no se entendería sin la crítica, autocrítica, la reflexión o la especulación, alentada por la imaginación o la razón. Quizá, debiera reconsiderarse el diseño hoy desde una deferencia o atención redentiva. 

Esto no quiere decir que la crítica, la reflexión del diseño, se convierta en tesis en otros ámbitos, disciplinas e incluso pudieran ser interesantes para la profesión del diseño objetivamente hablando…  

El  operar al margen de las disciplinas entendidas tradicionalmente, suprimiendo sus fronteras, es no entender el diseño en donde en sus procesos cambian o se van  borrando dichas fronteras, pero no al margen de las disciplinas tradicionales. Más aún, éstas abren nuevos caminos. Desde la teoría y práctica, puestas en valor, sometidas a las más variadas constelaciones privativas de cada proyecto, en donde el  pasado y el presente fluyen, confluyen.

El diseño especulativo, como una propuesta especializada más del diseño, completamente descarnada de la experiencia del  oficio del diseñador, entra en la lógica de las granjas de ideas, entrando en el saco de cuando todos diseñan o todo es diseño. La explicación es que las ideas fluyen más rápidamente por las redes.

Parafraseando  a Silvio Lorusso, quien nos dice que hay universidades -como la University of the Underground, en Ámsterdam-  donde el caos se considera «un método de participación pública» y que se inspiran en el “diseño crítico” de Anthony Dunne y Fiona Raby…  En la UUG claramente, la movilización de diversas formas de capital es a la vez inevitable y necesaria.

Sin embargo, parece que la UUG, como en muchas otras instancias de «cambio radical» en el diseño, la realidad replica las dinámicas tradicionales de acumulación. Investido con un velo de jerga crítica, diseñadores como «soldados creativos”, etc. Una apariencia perfecta para el look casual de prestigio. Paradójicamente, la manifestación de un capital social y cultural pseudo-antagonista se convierte en un medio para adquirir más de él en una forma pacificada e institucionalizada, disfrazando las conversiones económicas directas e indirectas que ocurren en otro lugar.

La especulación, la crítica, la reflexión, es el élan (el impulso) de todo proyecto realizado por los profesionales del diseño y enmarcado en la experiencia del proyecto (la realidad). Es absurdo que se plantee, como una nueva práctica del diseño

Sin embargo, el enfoque del diseño crítico, especulativo extiende la práctica crítica un paso más allá, hacia la imaginación y visiones de posibles escenarios futuros. A través de la imaginación y un enfoque radical, utilizando el diseño como medio, la práctica especulativa fomenta el pensamiento, sensibiliza, interroga, provoca acción.

Invertiría este término de “diseño crítico, especulativo,” y me atrevería a disponerlo como “una crítica sobre el diseño”.

La percepción de la importancia del diseño, lamentablemente, va desapareciendo como  actividad esencialmente discursiva, crítica o auto-reflexiva. Pedro Oliveira, Diseñador e investigador dice:

(…) habla sobre el hecho de que tales prefijos a la práctica del diseño son, en la mayoría de los casos, intentos de escapar de la responsabilidad misma de la profesión del diseño, el hecho de que el diseño siempre debe ser discursivo y crítico. Es decir. Tener acción política (…) 

La investigadora y profesora Ramia Mazé, afirma que  las prácticas de diseño no son neutrales, siempre hay cuestiones críticas y políticas, alternativas y futuros, involucrados (…)

La verdad es que el diseñador no es muy aficionado a explicar, teorizar o reflexionar sobre su profesión, pero pretende, afortunadamente sin conseguirlo, definiciones estables de su actividad. No hay una teoría estable, pero sí teorías que van definiendo el diseño en el tiempo, desde procedimientos que configuran el fundamento instrumental para abordar todo proyecto. A lo largo del desarrollo de un proyecto se puede encontrar con situaciones trasversales, derivadas de conocimientos concretos. Pero el diseñador no los abordará como un experto, aunque le proporcionarán conocimientos o conceptos para aplicarlos a situaciones concretas, en la soluciones de problemas. Selle señalaba en los setenta: 

El diseño reúne (…) en el proceso interdisciplinario de la evolución de los productos, funciones e informaciones de las ciencias naturales y la técnica de la economía y la sociología de la fisiología, la medicina, de la psicología o la estética.

Sobre esta variedad expuesta por este autor acerca de las implicaciones del diseño habría que decir que el diseñador se implica desde sus propios intereses pero, sobre todo, adquiere experiencia por la aplicación de estos conocimientos en el proyecto. 

El diseñador no sería, como puede entenderse en el dicho popular, “aprendiz de todo y maestro de nada”, pero sí un maestro en el continuo aprendizaje del “saber proyectar”, empeñado por su naturaleza y capacidad para dirigir “los” o “sus” proyectos, buscando una consecución positiva o resolutiva. En donde las propuestas necesariamente son críticas y políticas. Opciones, involucradas en el futuro.

Referencias:

-Selle, G. Contribución a la teoría del diseño industrial, ed. Gustavo Gili, Barcelona.
-Mancini, E. Artefactos hacia una nueva ecología del ambiente artificial, ed. Experimenta, Ediciones Celeste, Madrid, 1992.
-La columna de Joan Costa: Hoy: No todo es diseño, digan lo que digan. (enlace)
-Silvio Lorusso (enlace)
-Pedro Oliveira (enlace)
-Ramia Mazé (enlace)
-Anthony Dunne y Fiona Raby (enlace)

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