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Etapas de proyecto

Pese al título del post no explicaré aquí las etapas que se suceden y que conforman el proceso de diseño industrial de un objeto porque seguramente, o así debería ser, son conocidas por todos los profesionales que nos dedicamos al diseño y porque deseo centrarme tan sólo en una de ellas. Aunque todas las fases son muy importantes y tenemos que tener muy claro que no nos debemos saltar ninguna.

En términos básicos, el diseño industrial nos permite plantear un nuevo universo artificial con el que interactuar y todo lo que eso conlleva, que no es poco. Un nuevo entorno que se integrará en nuestro contexto y que haremos nuestro como algo natural así que la más adecuada “ubicación” de esos nuevos objetos (aun por nacer) en el contexto físico y su relación con el usuario no podemos negar que es siempre un reto interesantísimo. Quizás por estas razones nuestra profesión sea tan atrayente y apasionante.

Cuando nos enfrentamos a un producto nuevo o a una tipología con la que no habíamos tratado con anterioridad, hecho muy común en los diseñadores industriales por su capacitación de poder desarrollar cualquier tipo de objetos, establecer la dimensión correcta y/o verificar su uso de forma teórica no siempre es fácil, y por ello el proceso de diseño contempla ciertas etapas con la finalidad de dar solución a estas valoraciones.

No dudo de que seguramente dispongamos de referencias existentes, previamente estudiadas y analizadas, pero por norma general un buen diseñador siempre las cuestiona, por lo menos de entrada. Estos cuestionamientos de las soluciones establecidas nos permiten, en medida de nuestras posibilidades y de las carencias reales de los objetos, aportar al proyecto datos y valores nuevos basados en parámetros objetivos extraídos de nuestros propios análisis.

Esta aportación de novedad continúa que demandan las empresas y a la que nos enfrentamos los profesionales en cada proyecto obliga, como es lógico, a disponer de una validación y/o comprobación física-real de la propuesta. Así que tras conceptualizar, dibujar, estructurar y adecuar el objeto a la tecnología de fabricación definitiva y teniéndolo todo dispuesto para su desarrollo, pasamos normalmente a la realización de un prototipo para disponer de forma física de aquello que hasta ahora había estado tan sólo en nuestras cabezas, en los papeles y en nuestro disco duro.

Personalmente, de entre todas las etapas del proceso de diseño, una de las que considero como clave es la fase de Prototipado porque a partir de este punto la continuación del proyecto se delega a ciertos proveedores y es, además, donde empiezan realmente las inversiones. Es donde nuestro cliente empieza a jugarse el dinero de verdad (moldes, matrices, útiles, materiales, logística, etc.), las ilusiones y la estrategia comercial y empresarial. Es un punto de inflexión que marcará el desarrollo y/o fabricación del objeto.

Permitir que deje introducido que prototipos y/o maquetas los hay de muchas clases; funcionales, de estilo, a escala, volumétricos, hechos a mano, mecanizados, realizados por sinterización, estéreos, aportación de ABS, arena, pre-series de testeo, parciales, másters… Es un sector propio de requerimientos específicos y cierta tecnología exclusiva donde también la más correcta selección de la empresa y/o del profesional que se ocupará de nuestro proyecto es importante para su propia mejora por lo que me apunto dedicar un post a ello.

La etapa de prototipos nos permite, al margen de poder evaluar la relación física del objeto con el contexto y el usuario, filtrar errores que hasta ahora no habían sido detectados y/o aplicar aun ciertas mejoras de manera mucho más eficaz. Es de rigor decir que filtrar cualquier error en esta fase es fundamental para controlar exhaustivamente las inversiones y debemos tener siempre claro que los gastos derivados para la solución de problemas, no detectados a partir de esta fase, se darán posteriormente de forma exponencial y son de los que yo denomino “de no retorno”, es decir, que una vez que aparecen los problemas las empresas probablemente asumirán el gasto derivado porque dar un paso atrás sería aun más catastrófico. Realmente son situaciones muy críticas que van en contra de la confianza de la disciplina, aunque por fortuna, llevando una línea proyectual rigurosa, los riesgos de presentarse son mínimos.

Por esta razón estaremos de acuerdo que la fase de prototipos y/o maquetas –sin menospreciar otras etapas fundamentales– es realmente una etapa obligada en el proceso de diseño y muy importante tanto para el diseñador como para la empresa y el futuro del proyecto.
Entonces, si aparentemente es tan sencillo tomar consciencia y reconocerla como una etapa vital para el éxito del proyecto, ¿por qué hay clientes que intentan evitarla? Y lo que aun es peor, ¿por qué hay diseñadores que la omiten dejándose convencer por los clientes?

Aunque la totalidad de la secuencia del proyecto, obviamente incluida la citada etapa de prototipos, queda detallada y establecida normalmente en el propio contrato del encargo, debemos saber que el cliente, por norma general, cuestionará cada nueva etapa si ésta supone un nuevo desembolso económico y la gran mayoría de los clientes nos pedirán prescindir de alguna de las etapas de diseño, entre ellas muy seguramente la de prototipos. La verdad es que es el pan nuestro de cada día, por lo menos el mío.

En primer lugar intentarán prescindir de esta etapa porque suele ser (según ellos) costosa y en segundo lugar porque ya dispondrán de un cúmulo de información como imágenes virtuales, planos, presentaciones, memorias, etc.. que definirán claramente el proyecto y con la que el cliente se ha hecho una idea precisa y detallada de cómo es en realidad el objeto creyendo que está todo controlado y que no pueden existir errores importantes por lo que entienden que la presencia física del objeto es mera información complementaría. Bajo este razonamiento, lógicamente creen que es realmente un gasto. Algunos incluso van más lejos y especifican que es un gasto innecesario y más en los tiempos que corren, pero siempre debemos hacerles entender que por encima de todo es realmente una inversión y una etapa necesaria dentro del diseño del producto, más como se ha dicho antes siendo tan importante la filtración de cualquier error en este punto del proyecto.

Los diseñadores llegamos a entender muy bien a los clientes y la toma de sus decisiones porque seguramente y por experiencia propia, esta fase será validada sin problemas garantizándonos que el camino que está por recorrer se presenta limpio. Y seguramente sea por esta razón, por el hecho de hacer prototipos que sirven basicamente para dictaminar que está todo correcto, que los clientes lo perciben como un gasto ya que, bajo su parecer, han pagado por algo que “les sirve de bien poco”.

Seguro que muchos de vosotros habréis vivido situaciones similares en la que los clientes intentan evitar ciertas etapas de proyecto y ante las que tenemos que realizar un gran esfuerzo para convencerles de que deben pasar por estos estadios y que son estrictamente inversiones necesarias.

Por todo esto hoy me gustaría aportar desde aquí, sobre todo a los que empiezan en esta compleja profesión, que jamás deben prescindir de una etapa de proyecto, por muy insistente que sea el cliente, y que sean siempre rigurosos y muy estrictos con la línea proyectual. Saltarse una fase del proceso de diseño es siempre una irresponsabilidad del diseñador, tenga la causa que tenga.

Soy consciente de que hoy en día cuesta mucho convencer a algunos clientes para que inviertan en diseño y todo lo que eso significa pero este esfuerzo comunicativo lo debemos entender como algo más de nuestra profesión y de nuestro día a día, así que es bueno empezar a incorporarlo a la cotidianidad del diseño industrial.

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