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Designpolitie, diseño gráfico desde Amsterdam

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El rigor y la ironía caracterizan la obra de Designpolitie, un estudio que recoge y prolonga la tradición de excelencia del diseño gráfico neerlandés. Un rigor formal y metodológico que demuestra que, en la relación entre emisor y destinatario, el diseñador es el intérprete.

 

Art=. Campaña para el Zoo de Amsterdam (Artis), 1998.

Orígenes

El diseño y, sobre todo, el diseño gráfico, son hijos del contexto en el que actúan. Este razonamiento ya lo hemos hecho varias veces, demasiadas quizás, en estas páginas. Pero es algo que no podemos evitar, ya que al presentar el trabajo de Designpolitie no podemos sino señalar que éste procede de un país que, en cuanto a diseño gráfico, puede presumir de una calidad media excelsa. Esta afirmación peca, quizás, de un excesivo entusiasmo, pero, por una vez, vamos a dejar a un lado las cautelas propias de las lecturas críticas. Sería largo explicar cuáles son los orígenes históricos y el denominador común de esa calidad, por lo que nos limitaremos a recordar que los Países Bajos, a finales de los años diez, fue lugar de encuentro de varias figuras (sin ir más lejos, El Lissitzkij), que conectaron con el movimiento local De Stijl, promoviendo el nacimiento del Constructivismo Internacional; también cabe señalar que la sensibilidad de unos clientes ilustrados (empezando por Correos y la Compañía Telefónica) favoreció la aplicación inmediata, en clave comercial, de un gran número de soluciones que se habían generado en aquella atmósfera.

Art=. Campaña para el Zoo de Amsterdam (Artis), 1998.

Art=.Campaña para el Zoo de Amsterdam (Artis), 1998.

La paleta ideal

Esto en cuanto a los orígenes. Y ¿el denominador común? Es difícil saber cuál es, pero podemos aventurarnos a identificarlo en un indudable rigor tanto formal como metodológico, pero increíblemente reinterpretado a la luz de una ironía que se traduce en multitud de tonos, soluciones y variaciones. Volviendo al ámbito de la historia, es como si el rigor constructivo (a Van Doesburg hasta le molestaban las líneas diagonales) hubiese quedado contaminado por los movimientos juveniles alternativos de los años 60, por los Provos, por poner un ejemplo. Esto generó también la capacidad de utilizar las herramientas propias del diseñador (básicamente formas y colores) casi de manera independiente de los contextos «institucionalizados», es decir, de los sectores del mercado (léase, la comunicación – pública o no -, la moda, el mundo editorial, la imagen coordinada y, por qué no, la publicidad). El resultado fue la posibilidad de identificar, con una precisión aún mayor, la paleta ideal para un determinado cliente, sin inhibiciones dictadas por tradiciones y contextos consolidados. Creemos que ésta es la característica de Designpolitie. Si hablamos de rigor es porque a los elementos fundamentales de la composición, la imagen y el texto, se les respeta siempre, pero, sobre todo, se les permite actuar sin ruidos de fondo, incluso cuando el lettering se aplica a un cuerpo desnudo, incluso cuando las figuras son descarnadas y aparentemente infantiles. Y si a esta claridad unimos cierta indiferencia hacia las tradiciones iconográficas consagradas, obtenemos una muy seria referencia al lenguaje visual de la censura del desnudo, aplicada a un festival de danza. Por consiguiente, como resulta de la ecuación antes indicada, obtenemos lenguajes ad hoc para cada cliente.

Portada y planas del folleto informativo de la Escuela de Arte de Utrecht, formaron parte de una segunda campaña para captar y seleccionar estudiantes, 2004-2005.

Interpolis. Campaña para una compañía de seguros, 2002

Rigor e ironía

Pero hay algo más. En realidad, es precisamente la calidad de la obra de Designpolitie, perfectamente alineada con el elevado nivel cualitativo del diseño neerlandés, lo que nos obliga a plantearnos que el problema no es tanto el cliente, sino la ocasión, la situación y, más aún, la relación que se establece con el usuario. El diseño es (o, quizás, debería ser) siempre un instrumento no «dirigido al usuario» sino «dirigido por el usuario»; y el diseñador debería ser quien da forma a las expectativas y a las sensibilidades del público que le presenta el cliente, en un contexto determinado o en un encargo concreto. Además, el diseño gráfico es un elemento muy poderoso de la cultura popular, ya que es capaz de actuar en múltiples niveles, entablando muchas y muy distintas formas de relación con públicos muy diversos, desde los clubes underground a las grandes corporaciones multinacionales. Es un instrumento que sigue de cerca, interpreta y, a su vez, influye en la propia cultura y, precisamente por ello, su actuación ha de ser responsable. Una vez más, el rigor y la ironía (entendida como alejamiento crítico) de Designpolitie nos parecen el resultado, en el ámbito formal, de una responsabilidad que nace de la conciencia de estar manipulando (en varios niveles, precisamente) los significados de la cultura de todos. Un rigor y una ironía que no caen en la severidad, ni siquiera cuando, en las obras de tipo social o político, se abordan cuestiones realmente serias. La excelencia del diseño de Designpolitie, por lo tanto, está toda ella en el uso de formas siempre pertinentes al contexto en el que operan, conscientes del resultado que pretenden alcanzar y de que son parte de un mecanismo de comunicación donde el diseñador, en la relación entre emisor y destinatario, es el intérprete.

Springdance. Campaña para un festival de danza, 1999.

Springdance. Campaña para un festival de danza, 1999.


Oil for peace. Dos imágenes para el periódico neerlandés De Volkrant, 2002-2003, al inicio de la guerra del Golfo.

Serie de invitaciones y murales para la galería de arte W139, 2002.

Sello de prepago para TNT Post.


Publicado en Experimenta 54.

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