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Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe. © Adrian Quiroga

Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe. © Adrian Quiroga

Fabricación digital, una apuesta de futuro

Entrevistamos a Tomás Díez, director de Fab Lab Barcelona, para conocer en detalle los conceptos que conforman el movimiento fab lab (Fabrication Laboratory). La fabricación digital es la apuesta de futuro, clave para generar un nuevo modelo productivo basado en el conocimiento compartido y distributivo, un cambio de paradigma que mejore la calidad de vida de las personas. En España existen numerosos fab labs y Barcelona lidera su desarrollo a través de diversos proyectos de repercusión global.

FabLab Barcelona. Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

Para algunas personas hablar de fabricación digital es todavía un concepto un tanto difícil de comprender: por ejemplo, convertir datos en objetos o que una máquina pueda fabricar desde una pequeña pieza hasta un edificio entero. Pónganos en situación, ¿qué es un fab lab?
Cuando hablamos de poder digitalizar las cosas que producimos podemos hacerlo de dos maneras. Una es entender de dónde venimos, que hemos vivido dos grandes transformaciones: la digitalización de las comunicaciones y la de la computación. Ahora tenemos ordenadores digitales en el bolsillo que están conectados en tiempo real con el mundo y enviamos contenido digital sin importar en qué lugar del mundo estemos. La siguiente gran transformación que se va a dar es en la fabricación, en la posibilidad de poder producir cosas y de imaginar. Podemos compararlo, a través de una metáfora, con el avance de la fotografía del pasado a la fotografía digital que tenemos ahora. La fabricación digital pretende usar los principios de la naturaleza en torno a cómo crece y cómo se genera vida en este planeta y llevarlos al mundo de la producción, desarrollando materiales digitales que pueden contener información codificada, al igual que nuestro ADN o el de las plantas, con capacidad de autorreplicación. Podemos decir que la visión de todo esto es convertirnos en farmers, en agricultores de nuestros productos, de nuestras propias vidas, no solo de comida. Podrán emplearse veinte, cincuenta o cien años en el desarrollo de este tipo de fabricación, en la cual ya no hay máquinas, ni materiales, ni información, sino que todo es lo mismo. Una de las grandes puntas de lanza para construir este camino de la fabricación digital son los fab labs, es un proyecto que nace en el Center for Bits and Atoms en el MIT –Massachusetts Institute of Technology– de manera accidental y que se ha convertido en una red global de laboratorios, espacios y también de personas que comparten conocimiento en código abierto y que están pavimentando este camino hacia la democratización de los medios de producción personal, sobre todo de manera colaborativa. No es la extrema individualización en la autoproducción, se trata de fomentar el espíritu colaborativo que hay detrás de la red de Fab Labs como uno de los valores claves que desde las ciudades funcione globalmente.

In3dustry tables. Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

En este sentido, ¿en qué contextos surgen los fab labs? 
Ahora mismo hay más de mil fab labs en el mundo. Empezaron, sobre todo, en contextos rurales, en lugares remotos. En el círculo ártico en Noruega, en África o en India, donde era difícil que los productos llegaran desde las ciudades, los fab labs se establecieron para garantizar de alguna manera la autosuficiencia tecnológica a estos lugares. Pero también comenzaron a aparecer en ciudades, en contextos académi- cos, comerciales, a partir de la organización de comunidades, de iniciativas propias de ciudadanos, instituciones e incluso de gobiernos, en muchas casos como una combinación de diferentes instituciones o asociaciones… La idea es que sirvan de plataforma, que impulsen el uso de la tecnología de una manera colaborativa, y que democraticen el acceso a los medios de producción para que cualquier persona pueda hacer casi cualquier cosa en cualquier parte del mundo. Los fab labs, al final son espacios en los que se produce invención y creación a través de la tecnología y se inventa tecnología, pero es verdad que actualmente lo que hemos hecho, lo que encuentras en un fab lab son diferentes procesos de fabricación complementarios en un mismo lugar. Un fab lab es una plataforma educativa y cultural que fomenta un nuevo modelo para las ciudades y para nuestra forma de vida; los fab labs son lugares que sirven para producir objetos a pequeña escala, en pequeñas cantidades, por eso se usan sobre todo para prototipar o hacer productos personalizados. Lo bonito de todo esto no es usar un fab lab para reproducir todo lo que ya existe, sino que es una plataforma de invención para generar esos entes que no existen y que queremos que existan para mejorar la vida de las personas en las ciudades. A largo plazo, otra visión bonita es que un fab lab puede fabricar casi cualquier objeto, incluso puede fabricarse a sí mismo. Precisamente desde la red de Fab Lab estamos impulsando el Fab Lab 2.0, que es un fab lab con la capacidad de autorreplicación en cualquier parte del mundo, con lo que se podrá conseguir que los precios de las máquinas se reduzcan drásticamente y que el conocimiento esté en manos de las personas y no solo sea propiedad de grandes compañías.

IoT – HyperHabitat. Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

¿Qué herramientas se pueden encontrar en un Fab Lab, qué se necesita para fabricar digitalmente?
En un fab lab encuentras diferentes máquinas controladas por ordenador (CNC), como impresoras 3D, cortadoras láser, fresadoras de gran y de pequeño formato, también un inventario común a nivel global de materiales para moldes y componentes electrónicos, accesibles para que una persona pueda aprender a programar, a crear un circuito electrónico, a producirlo y a prototiparlo y no solo a hacer una mesa o una prótesis, sino también teléfonos, antenas de internet de bajo coste y otros objetos inteligentes… La mayoría de las cosas que se desarrollan en los fab labs se hacen en código abierto en la red.

The Fab Lab House Project. Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

Mentado por Neil Gershenfeld, director del Center for Bits and Atoms en el MIT (Massachussets Institute of Technology), ¿qué requisitos o características debe tener un fab lab para incorporarse a esa red mundial?
En un principio, y hasta hace unos cinco años, había una lista oficial que estaba gestionada desde Boston, que velaba para que los fab labs tuviesen un inventario, un espacio y una voluntad de funcionamiento bajo esta filosofía, cumpliendo con el Fab Charter, que reúne los valores fundamentales de los fab labs. Como la red se ha vuelto tan compleja ahora hay una lista oficial, pero la curaduría es autónoma, autogestionable. El Fablabs.io es la plataforma mundial  y contiene una lista de laboratorios, pero en realidad es una red social: cuando tú añades uno nuevo otros fab labs tienen que aprobarte. En este proceso te comprometes a cumplir con el Charter y tener una serie de equipamientos, pero, con la madurez de la red, empiezan a salir programas y proyectos que van más allá de estos espacios como el Fab Academy, el Bio Academy, Fab City o los Humanitarian Labs. Es decir, ser un fab lab ya no es solo tener unas máquinas y estar en esta lista, sino que también se refiere a aquellos proyectos que generan impacto en las comunidades locales y a su participación en las actividades de la red global, lo cual se convierte en parte fundamental de nuestra visión. El Fab Academy es el principal programa educativo de los fab labs, que permite no solo replicar máquinas, sino también conocimiento a escala global; el año pasado tuvimos 70 fab labsy más de 350 estudiantes participando en la universidad con el campus más grande del mundo: el planeta. Ahora se está haciendo una transición a lo que llamamos Academy of almost anything o Academany, que incluirá nuevos cursos de biología sintética, diseño, ingeniería de máquinas, moda y textiles, música y más programas que nos invitan a repensar en la educación y los límites geográficos del aprendizaje.

Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

¿En qué consiste el Fab Academy y en qué se basa el programa educativo de los Fab Labs?
En esta transición, Academany funciona como un paraguas que incluye varios programas. El Fab Academy es el más antiguo y el más exitoso, cubre todos los principios y aplicaciones relacionados con la fabricación digital. Es un programa de seis meses en el que el profesor es Neil Gershenfeld desde Boston, pero hay una parte fundamental en el trabajo de cada nodo y de los mentores locales, que trabajan de manera colaborativa con otros 70 nodos. No es un modelo de educación a distancia sino de educación distribuida: aprendes contenidos que vienen de Neil y de otros profesores de todo el mundo, pero el aprendizaje es sobre todo “haciendo”, a través de la experimentación, de la fabricación, de la colaboración. Una de las claves es que nosotros no enseñamos algo específico sino que enseñamos a aprender, queremos que la gente aprenda a aprender. También encontramos la Bio Academy, que está dirigida por George Church, uno de los padres de la biología sintética, considerado el Darwin de nuestros tiempos. Él ha coordinado a una serie de expertos a nivel mundial que buscan esta visión de futuro acerca de cómo programar materiales para cultivarlos y que los productos se fabriquen a sí mismos. Además lanzaremos pronto las clases How to design almost anything con el artista irlandés-danés Olafur Eliasson como persona de referencia, en las que trabajamos sobre las cuestiones de si tenemos las herramientas y la biología necesarias para fabricar cosas y qué tipo de cosas podemos a fabricar con ellas. Y la última clase, Machine that makes machine, trata sobre cómo aprender a hacer máquinas, pero no replicando aquellas que ya existen sino comprendiendo cómo funciona la lógica de una máquina, con qué principios, qué usas para que se traduzca la fabricación digital a un objeto físico. La meta es construir este Fab Lab 2.0 mientras que vamos creando un futuro en el que ya no existan fab labs. Su éxito será su desaparición. Cuando esto suceda la idea de fabricar y producir estará prácticamente embebida en nuestras vidas. Hace veinte años ibas a una sala (una suerte de fab lab) a usar un ordenador y ahora los ordenadores están integrados en nuestra vida, y esto también pasará con la fabricación.

FabLab Barcelona. Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

En el concepto de “cómo hacer (casi) cualquier cosa”, ¿existe algún límite entre el ordenador, la ciencia y la fabricación —material— de objetos? La imagen del logotipo de los fab labs incluye tres colores (rojo, azul y verde) que representan la educación, la sostenibilidad y el negocio respectivamente. ¿Cómo se equilibran estas tres áreas?
Poner el “casi” muestra que sí hay limitaciones. Una de ellas es que la escala y los procesos de producción industrial evidentemente no pueden ser replicados de la misma forma en un fab lab. Estamos hablando de inyección de plástico, del tratamiento de ciertos metales… Este “casi” se toma como una limitación pero también habla de todas las posibilidades de inventar tecnologías que no existen, de darle vida a productos que no tienen una viabilidad económica pero sí una viabilidad social muy potente, y esas oportunidades tienen que existir para todo el mundo. Estamos más o menos en una dictadura de la producción, ya que está concentrada en pocas manos y los productos que usamos en nuestra vida nos son impuestos. Este modelo industrializado genera un exceso de stock que lleva a realizar campañas de marketing para que la gente compre cosas que no necesita, para que las use, se dañen en poco tiempo y vuelva a comprarlas. Los fiascos de Apple y Samsung en sus últimos móviles son ejemplos del agotamiento de este modelo de producción y consumo. De allí la posibilidad de que haya estos espacios donde la gente que no tiene una fábrica pueda mostrar sus productos, o exponer una idea y llevarla a la práctica. Esta posibilidad es única y permite cambiar el arquetipo de que solo unos pocos —los que tienen los medios— son capaces de diseñar y producir. Este cambio de un modelo centralizado a otro distribuido es muy potente y presenta muchas más posibilidades en un entorno global. En relación a tu segunda pregunta, esto tiene implicaciones en la manera en la que aprendemos, en la que hacemos negocios y en la que tenemos un impacto en el mundo. El planteamiento de los fab labs está en mantener un equilibrio entre estas tres actividades. Esta armonía es fundamental ya que se alimentan unas de otras. Hay muchos ejemplos en los que a partir de un programa educativo hemos podido comenzar un proyecto, por ejemplo, el caso de Smart Citizen. Este se convirtió en un proyecto de investigación, después en un negocio ya que generaba ingresos, y más tarde empezó a generar un impacto social porque transforma la manera en la que las ciudades miran la participación ciudadana en el uso de la tecnología, por ejemplo, en la sensorización. El balance de estas tres dimensiones es lo que puede hacer que los proyectos que nacen en losfab labs sean exitosos, que nazcan de una necesidad y que generen un impacto social, es lo que da sentido a que sean parte de esta red. Pero hay que entender todo como un proceso de evolución. Hasta hace un par de años los fab labs han sido unas pla- taformas para que las personas se empoderasen a través de las posibilidades de participar en algunas de sus actividades o de desarrollar algún proyecto dentro de la red. Por eso te decía que los fab labs son una especie de catalizadores de este proceso de cambio cultural, un rol que seguirán teniendo durante los próximos cinco o diez años. Para mí es funda- mental, sobre todo, su rol educativo y cultural dentro de la sociedad. Por otro lado, obviamente, está la autosatisfacción, «the epiphany moment»: te descargas el diseño de un circuito, le modificas un par de cosas, fresas la placa, la limpias, pones los componentes, los testeas, conectas el circuito que acabas de hacer a tu ordenador, cargas el programa que creaste o modificaste y luego… se enciende un led y ahí te das cuenta de que puedes hacer lo que quieras. Este proceso de descubrimiento, de empoderamiento, yo lo veo como un rol fundamental de los fab labs. Pueden transformar la forma en que vivimos en las ciudades tanto individual como colectivamente, y es precisamente lo que pretendemos con Fab City, salir de la autosatisfacción personal, poner a los fab labs al servicio de la sociedad y, sobre todo, emplear toda esta capacidad de invención y distribuirla por el mundo con un objetivo común: generar un modelo más sostenible para nuestras ciudades al mismo tiempo que mejoramos la calidad de vida de las personas. Nunca habíamos tenido una oportunidad tan práctica de hacerlo.

FabLab Barcelona. Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

¿Y qué tipo de objetivos comunes identifica? ¿Cuáles son?
No todos los fab labs tienen por qué hacer lo mismo, sin embargo existen algunos objetivos y retos claves en nuestro planeta y en la sociedad que son incontestables. El modelo de economía extractiva y explotadora en el cual vivimos hoy, donde todo se usa y tira sin pensar en su impacto en el planeta, está siendo revisado en profundidad, quizá un poco tarde teniendo en cuenta el proceso irreversible que ha generado el cambio climático. Por otro lado, al estructurar y disponer en estamentos a las personas de acuerdo con lo que poseen se mantiene un círculo vicioso, propio de un modelo productivo antiguo, basado en la acumulación absurda. Creo que estos objetivos sociales y medioambientales deben ser las dos misiones fundamentales de la red de fab labs. Si no ocurre esto, será solo una anécdota, un lugar en el que se reproducen cosas inútiles. Por otro lado, hay también una confluencia de movimientos originados por las crisis del sistema democrático, del sistema económico y del medio ambiente. Además está teniendo lugar un encuentro de tecnologías, que son empleadas por las personas de una manera muy diferente a la del modelo industrial globalizado, vigente desde hace ya 200 años. Para mí, es como un despertar de la conciencia a través de movimientos como el Open Source, que no es nuevo, pero hace diez años estaba confinado a muy pocos y ahora las grandes empresas lo están experimentando. Internet ha cambiando nuestras vidas, pero se está perfeccionando con tecnologías como el blockchain (cadena de bloques) y la aparición de alternativas que nos ayudan a reconfigurar este modelo centralizado, para poder actualizarlo y redistribuir los valores y la riqueza que genaramos como individuos y colectivos. Esta es una de las cosas en las que falla el modelo Open Source: una persona se descarga un diseño, lo modifica, lo vuelve a subir y lo vende, pero ¿cómo se retorna el valor al diseño inicial? A través de tecnologías como el blockchain es posible repensar un modelo de redistribución del valor de la creación, y esto es algo que podemos probar ya. Asimismo, el ciudadano está viviendo una transformación de su rol dentro de la sociedad, ahora no es solo un consumidor pasivo del espacio público sino que comienza a ser productor. Somos productores de información y esta es una transformación muy profunda en comparación a hace veinticinco años, cuando nos sentábamos delante de una pantalla a ver un programa en la televisión, mientras que ahora el modelo de YouTube propone que tú seas tu propio canal de televisión. Bitcoin propone que tú seas tu propio banco; fab lab, tu propia fábrica; entonces, ¿cómo puedes ser todo eso y además estar conectado a una red global? Este nuevo modelo va a cambiar profundamente cómo entendemos el mundo y lo que hacemos en nuestras vidas. Estamos presenciando la transformación del paradigma de estudio, trabajo, jubilación, consumo, etcétera., lo que supondrá un cambio dramático en los estilos y formas de vida.

Endesa Pavillion. Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe

NOTA: Entrevista a Tomás Díez: fab lab, la misión de imaginar aquello que no existe, es un extracto de una entrevista realizada por Jazmín Castresana, incluida en el número 72 de Experimenta. Puedes encontrar este edición y muchas más en nuestra tienda online.

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