La casa de la señora luna, del arquitecto Benjamín García Saxe

De las tierras del trópico seco guanacasteco brota el vaho veraniego, y se mezcla con esas traviesas ventiscas que serpentean entre los troncos de los árboles vibrando sus cortezas. Esta es una tierra de detalles -en constante proceso-, como la cambiante luna que baña de argento sus serenos nocturnos, pero Guanacaste nunca es el mismo, cambia cuando bajan las primeras lluvias inviernales y brota por doquier su apasionado verdor.