¿Evolución o involución?

Bologna, 5 de la tarde. Me dispongo a tomar un capuccino con un trozo de tarta de ricotta y chocolate blanco (viva la dolce vita) cuando observo a mi alrededor. En la mesa de mi izquierda, un grupo de personas de edad, más o menos avanzada, charlando, riendo, alguno incluso cantando. A mi derecha, una mesa con 5 chicos jóvenes concentrados cada uno en su iPhone, sin hacerse demasiado caso los unos a los otros más que para intercambiar escuetos comentarios sobre alguna de las aplicaciones de este (oh!) infinito aparato.