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Muestra Animación Digital 2013

Había una vez y en algún sitio no recordado con exactitud, escuché a alguien decir que animar es la capacidad del individuo creativo de infundirle vida a un personaje que se piensa, se diseña, se modela, se activa para llegar a ese gesto de estructuración cuando el animador recurre a un sistema significativo de gestos que no se hacen solos, tienen que ver, a su vez, con una gama de caracteres que atañen a la escultura, a la pintura, al diseño de vestuario, el diseño de productos, el escenográfico e iluminación, a la arquitectura misma, entre tantos otros motivos que posibilitarán celebrar a ese personaje, y ello quiere decir: cargarlo de emociones para que quien observe el corto o la película afirme haber vivido otra realidad o vivenciado acontecimientos distintos con vida propia, entre otros calificativos siempre halagüeños.

Daniela Peralta, modelados de personajes. Fotografía cortesía de la Escuela de Animación Digital.

La escuela de Animación Digital de la Universidad VÉRITAS de Costa Rica, dirigida por Irina Yebenes, entre el 9, 10 y 11 de octubre realizó su Séptima Muestra de Animación 2013, con un carácter siempre convincente; se dice cuando lo observado no solo nos transmite emociones, sino que su realización nos empodera como sujetos y objetos quienes emergen del espacio expositivo convencidos de la vivencia. Recorrer esa muestra en la Galería Roberto Sasso de la Universidad VÉRITAS, sin advertir lo vistoso y caracteres que disertan sobre el manejo de lo dramático, del claroscuro de los modelados con sus rigurosos detalles, sería como negarse a sentir la fuerza del arte de “animar”: congraciarse con un proyecto que en algún momento será un cortometraje o un largometraje lo cual requiere de miles de dibujos, modelados como los mostrados y toda una motora fina que suma a las labores propias del diseño y de la edición digital de lo filmado.

Blanca Aguilar, modelado de personaje. Fotografía cortesía de la Escuela de Animación Digital. 

Itaí Hagage, modelado de personaje. Fotografía cortesía de la Escuela de Animación Digital. 

Hacer sentir risa o llanto son emociones difíciles de lograr en la pequeña o gran pantalla, pero convencer al espectador del carácter de un personaje que puede que jamás existiera, que proviene de la sensible imaginación de un individuo creativo y del estudioso de la percepción, requiere de grandes peripecias como saber detallar al máximo uno de estos modelados en pasta que luego van a ser escaneados para adquirir “autonomía” en el filme. Me viene a la mente aquella creación de Michel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina –“La Creación de Adán”-, cuando por el brazo del Dios Creador baja una fuerza en perfecta sintonía con la que proviene de su mirada, como vectores conectados a todos los dispositivos fisiológicos y anatómicos que tienen que ver con la expresión, y le es dotada a aquella criatura -aún temerosa ante la enormidad que le brinda aquel soplo que lo trae al mundo intimidante al cargarle, en este caso, la metáfora de la vida.

Itaí Hagage, modelado de personaje. Fotografía cortesía de la Escuela de Animación Digital. 

José Mario Quesada, modelado de personaje. Fotografía cortesía de la Escuela de Animación Digital. 

Lo expuesto por los futuros animadores Blanca Aguilar, Pablo Canales, Michelle Cerdas, Daniela Peralta, Itaí Hagage, José Mario Quesada, Ricardo Quirós, entre otros destacados estudiantes de esta escuela, no son como esas esculturas que hacen algunos artistas de hoy en día, que por buscar un minimalismo y síntesis de lenguaje les quedan tan pesadas y tiesas como sus ya colapsados pensamientos. De hecho, para mí como lector de todas estas manifestaciones de nuestros tiempos, la Animación Digital da un salto en la evolución del arte y en toda muestra del arte contemporáneo no estaría del todo completa sin la presencia de medios interactivos, del video, y la animación.

Pablo Canales, modelado de personaje. Fotografía cortesía de la Escuela de Animación Digital. 

Los modelados hechos por estas y estos jóvenes tienen detalle, adquieren movimiento, y algo fundamental activan la catexia: cuando se les carga de emociones y por ello sonríen o lloran como componentes de un imaginario simbólico en una cultura global que conocemos o desconocemos pero que nos gusta, cuando no nos queda más que entrar a jugar el rol de sujetos en esa acción que brotó de entre las letras o las palabras escritas en algún papel cuando él -el animador-, describió el concepto para comenzar a regenerar el sentido, la trama de situaciones con fuerte dosis de sensaciones capaces de potenciarnos como espectadores de las grandes ficciones, y lectores de las interrogantes de la época que nos tocó vivir. 

Ricardo Quirós, modelado de personaje. Fotografía cortesía de la Escuela de Animación Digital. 

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