Colecao BEI, bancos indígenas de Brasil. De la floresta a los museos del mundo

Colecao BEI: bancos indígenas de Brasil. De la floresta a los museos del mundo

Cuando el sentarse atiende a un ritual

Nuestra visita a San Pablo, también fue la oportunidad de visitar una de las mayores (sino “la”) colecciones de bancos indígenas de Brasil, que realmente es mucho decir. 

Reunida en una bella casa cerca del Parque Ibirapuera, epicentro de donde salen a muestras varias por todo el mundo (las más recientes fueron en Madrid, Washington  y Tokio), cada asiento, más de 1.200 piezas, de un acervo construido con amor y dedicación por Marisa Moreira Sales y Tomás Alvim condensa cientos de historias y saberes. Pero sobre todo la rica cosmovisión indígena materializada en creaciones a cual más exquisita. Tallados en madera, a menudo con formas de animales, decorados con grafismos o coloreados con diversos pigmentos, reflejan el universo cultural y la cosmología de las etnias de distintas regiones que los crean. Así los taburetes combinan funcionalidad y belleza; al mismo tiempo que son reconocidos como objetos de arte y diseño, conservando su dimensión religiosa y simbólica. 

“Cuando uno piensa en sentarse, la primera asociación es la búsqueda de la comodidad. La función esencial de esta postura es permitir que los músculos se relajen y descansen de la posición erguida. Cuando vemos imágenes de un escriba egipcio con las piernas cruzadas o de un candango en cuclillas, nos damos cuenta de que cada cultura establece códigos diferentes para sentarse, y la comodidad se convierte en una noción subjetiva.

Los asientos creados por las distintas tribus indígenas son sin respaldo, bajos e individuales. Sin embargo, los indígenas no tenían ninguna restricción para añadir respaldos o aumentar su altura. Los asientos se diseñaban según lo que consideraban necesario. Las superficies de los asientos son en su mayoría redondeadas. En algunos ejemplos, como el del ciervo hecho por los Trumai o el del jaguar Kuikuro, la curvatura en ambas direcciones proporciona una comodidad adicional. Creo que aquí había una intención, no sólo seguir la forma del tronco de madera. Las esquinas afiladas son desagradables en contacto con el cuerpo. Los taburetes se inspiran en la naturaleza, donde no hay ángulos rectos”, explica en un bello texto escrito sobre la colección la gran diseñadora de mobiliario brasileña Claudia Moreira Salles. 

Y continúa: “Los asientos indígenas amplían el concepto de función a otra dimensión: la simbólica. Los asientos tenían una función sagrada y un papel importante en los rituales como vehículos de transformación y transporte a otros estados de la mente y el alma. La mayoría son zoomorfos, y cada animal conlleva su propio simbolismo. Los pájaros, por ejemplo, te llevan lejos, al mundo sobrenatural; el jaguar hace referencia a la fuerza. Se cree que para los indígenas, las piernas flexionadas, con las rodillas apuntando hacia arriba, favorecían el contacto entre la tierra y el cielo -quizá una explicación para la baja altura de los asientos (o quizá, en este universo mágico, no haya que buscar explicaciones)”, remata. 

Y realmente podríamos continuar eternamente, porque cada banco despierta una inmediata empatía y encierra un mundo en sí mismo.  

Por su tamaño e importancia, la Colección BEI es hoy un referente del arte indígena brasileño.

Colecao BEI, bancos indígenas de Brasil. De la floresta a los museos del mundo
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