Leo Battistelli, activista cerámico

Leo Battistelli: diseñador, artista,… activista cerámico

Trabajar con desechos de la industria, de la deforestación y los recursos hídricos, para generar conciencia sobre el cuidado del planeta

No es casual, o si porque en realidad hay millones de personas dedicadas a esta materialidad, que al trabajar con barro se preocupe por la tierra que habitamos, el suelo que pisamos.

Leo Battistelli, artista y diseñador argentino radicado en Río de Janeiro, lo hace desde el inicio de su carrera cuando siendo guardavidas en el Río Paraná, quedó asqueado de ver la basura que la gente arrojaba al agua. Desde ese instante, donde usó justamente como moldes de sus piezas, vajilla plástica, para generar consciencia del descuido planetario a través de su colección de vajilla para el Museo Malba apodada Plast, no ha parado.

Esta vez, vinimos a visitarlo, a su taller en el medio de la floresta brasileña, donde además de trabajar, atesora varias de sus colecciones emblemáticas, listas para viajar a distintas muestras internacionales.

Entre ellas, una que lo pinta por entero: “Memoria de Agua”, nacida a raíz de una catástrofe a pocos kilómetros de su casa, un intempestivo pero obviamente previsible por el desmadre climático, alud de barro que tapó la fábrica de porcelana en la que él trabajaba en Petrópolis. “Cuando llegué los empleados estaban tirando en montañas las piezas con barro que consideraban descarte. Yo decidí no sólo darles una segunda oportunidad o nueva vida, cociéndolas con esas marcas, sino a través de ellas generar conciencia ya que murió muchísima gente en esta tragedia”, nos detalla.   

Con ese acto, además, descubrió verdaderos hallazgos de una belleza absoluta. Dibujos, tramas, pero sobre todo las pinceladas, obra también de la naturaleza, por lo que comenzó enérgicamente el operativo rescate. Subido a la montaña de desechos, separó las piezas dibujadas, las esmaltó, las colocó en el horno y esperó paciente que aconteciera esta vez la magia del fuego.

¿El resultado? Simplemente maravilloso. Una combinación perfecta de pieza contemporánea con raigambre ancestral. De blancura prístina (la de la porcelana de base) con el barro que bajaba de la sierra. “Agua del color de las montañas marca la arcilla cristalizada. Camino al mar, el agua se seca y quedan esos movimientos impresos”, nos detalla enseñándolas.

Leo Battistelli, activista cerámico
Leo Battistelli, activista cerámico
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Leo Battistelli, activista cerámico
Leo Battistelli, activista cerámico
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Leo Battistelli, activista cerámico
Leo Battistelli, activista cerámico

Haciendo un poco de historia

Battistelli estudió Bellas Artes con especialidad en escultura en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario y cerámica en el taller del artista Leo Tavella. “Nunca me había planteado el tema de los objetos hasta que surgieron de la manera más espontánea. Enseñándole cómo hacer moldería a una alumna, se me ocurrió trabajar con los vasitos de plástico de cumpleaños. De ahí vino toda una avalancha de descartables. Enseguida me atrapó la facilidad, la simpleza, pero sobre todo me encantó eso de rescatar al descartable”, cuenta. De inmediato también decidió que la colección estaría hecha de arcilla extraída de los desprendimientos naturales de las islas del Paraná. Así nacía su primera línea de utilitarios: la colección de vajilla Plast.

“En el año 2002 comencé a crear mis obras en la fábrica de Porcelanas Verbano. Durante estos 16 años aprendí todos los saberes con el equipo de maestros-trabajadores de la fábrica. Así conseguí realizar esculturas, reconstruir vajillas, transformar desechos en objetos que hoy siguen en uso. Trabajando durante todo este tiempo en todas las etapas de producción, pude estudiar todos los desechos que se generan en cada etapa, y analizar el modo y el como, para poder transformar toda esa energía desperdiciada en material nuevamente utilizable”. Allí nace Flota, un conjunto de objetos para la mesa que encuentran su propia belleza y singularidad mediante un teñido artesanal por flotación en baño de soluciones con sulfatos en una gama de colores azules, verdes y ocres.

A la que se suma Salvavidas, otra línea que recuerda su pasado de guardacostas, que en este caso se ocupa de dar vida a piezas que por tener algún quiebre o fallas de color (un granito oscuro en la prístina porcelana las lleva directo al cadalso), la empresa descarta y Leo recupera. En una acción, o mejor dicho una causa, que irá repitiendo en el tiempo por los más diversos motivos. “La colección Salvavidas se dio de forma natural, fue automático. Ni me detuve a pensarla. Entraba en la fábrica y comenzaba a ver los cajones de desechos de la producción de vajilla y empezaba a salvar las piezas que se habían escapado del golpe terminal. El proceso no era tan simple, había que observarlas detenidamente para que no tuvieran rajaduras graves, retoques, lijado a seco y a agua y un secado lento. Las pobres tenían que recuperarse lentamente después del rechazo en el camino hacia la perfección. Es que estos pequeños defectos en la producción masiva y fabril generan, sumados al golpe/caída dentro del cajón, formatos y texturas únicas que dan carácter y personalidad a cada pieza. La pieza que logró sobrevivir al golpe final que la mirada homogénea descarta sobrevive y muestra otra posibilidad de imagen de vajilla. Vajilla con defectos, vajilla con vida”, cuenta. En estas condiciones y durante ocho años de trabajo nacieron y se desarrollaron otras de sus colecciones Guachos, Gajos, Onda, Rama, Chinos y Floricultor. Nueve maneras de reciclar porcelana utilitaria. “Todas estas líneas las desarrollé en un intento de producir algo bello y útil a partir de un desecho”, suma.

Mientras tanto, el amor lo ancló en Brasil. Corría el 2007,e instalaba su laboratorio experimental en otra fábrica de porcelana –Luiz Salvador– de Petrópolis. Allí crea Romance, donde elige como compañero de aventuras a otro material, el hilo de cobre; Lúcidos, intervención sobre jarrones, vasijas y ánforas producidos en la fábrica entre los años 1950 a 2007 y la Yuyo, sutiles pinceladas en finas líneas rectas crean un delicado vegetal reptante, entre otras. 

Su obra sigue, las instalaciones y muestras cambian, avanzan, pero su compromiso con el cuidado del planeta a través de su arte sigue intacto.

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