Puede que a algunos les sorprenda saber que el libro impreso (1450) le saca casi un siglo de ventaja al violín (1529). En cambio, la cubierta ilustrada es tan reciente como el fútbol (1899). Entre el violín y el fútbol, el diseño de libros ha rebotado de una artesanía a otra, desde la esplendorosa racionalidad renacentista a la pragmática intuición modernista, con muy diversa fortuna, por cierto.
Como buen especimen «guttenbergiano» soy de los que creen que el mejor maestro no es el que te enseña, para eso están los libros, sino el que te estimula a hacer. Es una gran fortuna tener como maestro a Daniel Gil.