La columna de Chema Aznar

La columna de Chema Aznar: Perder el Norte

En las cuatro últimas décadas sería interesante atender a las variantes atomizadas del diseño. Sería un recuento casi imposible, pero lo importante es que el diseño, desde su aportación procesual metodológica, ha sido utilizado por distintos conocimientos cercanos al mundo industrial, empresarial, tecnológico o político. Esta variedad ha diversificado y especializado el diseño, pero en cierto modo desde las peculiaridades del diseño ordena esta disparidad de conocimientos, indagando en las relaciones que han ido emergiendo desde distintas técnicas. Una visión universal y holística a la vez, desde las exigencias formuladas en las distintas fases del proyecto.  

Quizá dentro de este contexto, funcionalmente, el diseño ha ido cambiando su definición, susceptible a los argumentos a lo largo de su historia compartida. Pero entiendo que hoy el Diseño se está escorando hacia el pensamiento único, en detrimento de otros, en los que podría descubrir distintos escenarios y posibilidades. 

En la década de los sesenta las decisiones que se tomaban en el diseño eran marcadamente productivistas. Los productos debían de ser óptimamente producidos, escalando con asiduidad costes competitivos, buscando el éxito en su consumo, mediatizados por la publicidad etc. En ese tiempo también hubieron propuestas que se interesaban más por el bienestar del individuo, su calidad de vida, la búsqueda de una ecología cotidiana y a su buena declinación entre forma, función, construcción, estructura y producción, aunque estos resultados en los últimos años han pasado a ser la mayoría de las veces argumentos de venta, han ido metamorfoseándose desde especulaciones interesadas, redefiniéndose mediante eslóganes, criterios óptimos de los productos, en cuanto a sus hipotéticas prestaciones.

El pasado, hecho de “carne y acero”, se iría convirtiendo en éter potencial. Durante las dos últimas décadas del siglo XX irían preparándose en las cocinas de grandes medios, como diríamos hoy lo intangible, virtual, convertido en una sutil opinión, “alétheia”, estandarte de la nueva verdad, reconsiderando los cimientos de una nueva evolución en el pensamiento. 

Reconsiderando el rol del diseño estas diferencias fueron y son importantes para elaborar posibilidades, construyéndose desde hoy hacia un posible futuro. Encontrar dónde “se perdió el norte”, que caminos, direcciones se podrían reconsiderar, y retomar donde se truncó el deseo o la utopía. 

El diseño no debiera estar interesado en esta inclusión guiada desde objetivos inamovibles del sistema, sino por diversos objetivos, propuestas o estados que normalmente no se tienen en cuenta, entendiendo que estas propuestas son marginales en el sistema, pero potencialmente pudieran ser reactivas en un futuro. Se trataría que el diseño, como parte activa de los procesos, describiera nuevas visiones desde las confluencias con las tecnologías, la materialidad de las cosas, también definidas en este tiempo desde vertientes algorítmicas. La intermediación entre tecnología y el ser humano, desde intenciones ideológicas, debieran ser contingentes y potencialmente determinantes.

Serán importantes las decisiones del diseño al no concluir con la solución, sino que quedarán atentas a la espera. Mientras, podremos reflexionar o ir desmenuzando, estructurando sus contingencias, en cuanto haya la posibilidad de que algo suceda o no. Debemos tener muy en cuenta esta afirmación: las personas son lo importante y lo problemático de las tecnologías.

El pensador Yuk Hui en su libro: “Fragmentar el futuro: ensayos sobre tecnodiversidad” dice lo siguiente:

“Los problemas que acarrea esta monotécnica que prioriza formas específicas del conocimiento vinculadas al de medir, calcular, dominar están llevando al agotamiento de los recursos naturales (…) Fragmentar este futuro que se presenta hoy como inevitable no supone oponerse a la inteligencia artificial o al aprendizaje automático (…) en todo caso (…) es escapar de la fantasía transhumanista que subordina a otros seres a los términos de su propio destino y proponer una nueva agenda, una nueva imaginación tecnológica que abra paso a diferentes dinámicas entre lo humano y lo no humano”.

Estas consideraciones serán importantes para elaborar una prospectiva, reconsiderando el rol del diseño hacia el futuro, construyéndose desde el hoy mismo. Buscar dónde “se perdió el norte”, qué caminos, direcciones, se podrían reconsiderar y retomar desde dónde se truncó el deseo o la utopía. 

Citas

Hui ,Yuk., “fragmentar el futuro, ensayos sobre la tecno diversidad” ed. Caja Negra, Buenos Aires Argentina 2020.

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