Respetar los orígenes

(el oxímoron de los nuevos modelos de negocio)

En algunas ocasiones me preguntan por mis libros de cabecera sobre innovación estratégica y modelos de negocio; siempre respondo los mismos títulos: El Origen de las Especies de Charles Darwin (Espasa Calpe) y El Corazón de la materia de Teilhard de Chardin (Sal Terrae). Nuestra metodología y modo de operar para diversificar se inspiran en ellos. No son títulos de los llamados “negocios”, sus autores no son reconocidos en este sector, no son de rabiosa actualidad, ambos eran científicos evolucionistas, fueron contemporáneos y uno de ellos además era sacerdote Jesuita y un reconocido estudioso de la espiritualidad.

Siempre he entendido la creación de nuevos modelos de negocio y su diversificación como algo evolutivo sobre lo ya existente; de hecho, uno de los aspectos más complejos es la fina ecuación entre continuidad y cambio, entre divergir de lo existente y converger en las dinámicas actuales de una empresa.

Algunos ejecutivos se sorprenden ante ello, parece como si dedicar atención a la realidad existente de la empresa, su pasado y entender sus pautas evolutivas, coartara las posibilidades de innovar y de hacer cambios realmente rupturistas. La innovación de ruptura, la radical, lo es en la medida en que está unida a la realidad de la empresa; si no existen puntos de conexión robustos, es un proceso ineficiente y caro, podríamos decir que no es innovación. Existen empresas que esperan que “arrases” con su historia, con su activo de conocimiento y evolución para poder construir un nuevo escenario de valor.

Detectar nuevas oportunidades para las empresas, dar forma a nuevos modelos de negocio y declinarlos en categorías de productos y servicios es el arte de fluir progresivamente. Es el cambio continuo, partiendo siempre de las realidades existentes, construir siempre a partir del último conocimiento desarrollado desde la base de la realidad histórica. La ineficiencia en el amplio sentido de la palabra está en la velocidad rupturista, la eficiencia está en la velocidad continua de evolución; esta es la que provoca finalmente grandes cambios.

Sin analizar la ascendencia religiosa de la opinión y simplificando, decía Teilhar de Chardin que “pecar”, (“el pecado”), consistía en cortar la evolución de la humanidad; de este modo si alguien mataba a otra persona, “pecaba” contra la humanidad por haber roto la contribución de esa persona a ella.

Haciendo una transcripción de la misma en términos empresariales, podríamos decir que “pecamos” cuando cortamos las vías de crecimiento y evolución de las posibilidades de nuestros profesionales, negocios, etc. Dejamos de aportar el valor a la sociedad (a la humanidad) por el que fueron concebidas dichas empresas; las crisis son la mayor evidencia de esa falta de valor; a veces “el pecado” empresarial viene dado por potenciar en exceso el beneficio económico a corto plazo, otras por centrarse en maximizar una oportunidad sin iniciar otra, etc. Por este motivo es básico que todo nuevo modelo de negocio tenga como punto de salida la realidad existente y los orígenes.

“El fluir progresivamente” al que hacíamos referencia anteriormente, lo es especialmente en lo que hace referencia al conocimiento de las organizaciones y menos al tangible de la estructura. Las empresas que destacan del resto son un continuo fluir del conocimiento que controlan y desarrollan; la estructura siempre es tratada de forma táctica. IBM ha desarrollado una transformación histórica de fabricante de cajas registradoras a empresa de servicios y consultoría; visto así, parecería que ha sido una ruptura total con su tradición, con su conocimiento, pero si analizamos su “paso a paso” veremos una continuidad lógica (fluir) de decisiones y ejecuciones. Podemos decir lo mismo de corporaciones como Apple, General Electric, etc.

A las empresas españolas les cuesta más este proceso, tienden a “enrocarse” en la explotación en concreto de una oportunidad, en agotar el valor de la misma sin preocuparse de su evolución. Ya lo decía Darwin, sobreviven aquellos que están mejor adaptados al medio; en consecuencia sobreviven aquellos que trabajan constantemente en su adaptación en paralelo a la explotación de su valor.

Los dinosaurios están en los museos, los cocodrilos siguen estando en el agua, ¿dónde acabaremos nosotros?

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