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Omar Quesada: miradas a la educación actual

Encuentro con el Arquitecto Omar Quesada

La idea de “DiseñaCR” implica des-estructurar el sentido de nuestra mirada puesta en el trayecto, en el día a día, traslapando lapsos que a veces son memoria de la formación de un individuo creativo, de su pensamiento, experiencia profesional, o del producto que oferta a la sociedad. Plantea desglosar esas vivencias cotidianas que a veces se registran en una pizarra, en un blog, en dibujos o haciendo modelos 3D, todo para bordear la experiencia desde múltiples focalizaciones, y establecer ligámenes de lo anudado para nuestra (trans)formación.
Acercarnos al Arquitecto Omar Quesada -Licenciado en Arquitectura de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien a raíz de la propuesta de su tesis pasó a ser docente de esa escuela-, conlleva la motivación de conocerlo e intentar catar el fruto de la vid que lo nutrió al avanzar en su exitosa carrera. Actualmente trabaja para Gensler, una organización global que posee oficinas de Arquitectura en gran cantidad de ciudades y países del mundo.
Omar se refiere a “Arquis” –así llaman los estudiantes a la escuela de Arquitectura de la UCR-, como el espacio de aprendizaje informal, donde emerge el crecimiento y desarrollo del plan curricular a lo largo de cinco años. Ahí acrecientan las habilidades geométricas en el manejo de la forma, pero a él -en particular-, le interesó profundizar en el contenido, por lo tanto afrontar la investigación, y en especial, el abordaje de la educación actual.

Evolución del paradigma. Gráfico cortesía del Arquitecto Oma Quesada.

Como sustentación teórica y filosófica –en contraste con la inserción, en esos años, de la tecnología en la práctica de la arquitectura- estudió la Decostrucción de Derrida, para comprender la semiótica de las palabras, buscando espacios de entendimiento por cuyos intersticios cuela la resignificación generativa de los opuestos.
Todo ese bagaje colectado en el camino hacia su profesionalización, lo confrontó a paradigmas como la Complejidad, que brinda a la arquitectura un radio de acción infinito, y focaliza cómo la realidad y los medios se traducen en nuevos comportamientos en la formación que persiguen los educandos. Dentro de ese marco conceptual son significativas las ideas de Edgar Morin y Humberto Maturana, centrales a la educación en el Siglo XXI.
Él se muestra sorprendido positivamente cómo Arquis logró cambiar su forma de pensamiento lineal -traído de la educación del pasado, con aquellos métodos masificadores como si todos los estudiantes fueran iguales y que los vuelven vulnerables a muchas conductas actuales-; a cuestionarse la manera de crear un concepto distinto y opuesto a cómo se diseña en el tiempo y preguntarse sobre la influencia de los espacios en la asimilación de nuevos conocimientos y la tecnología; a indagar ¿qué tanto evolucionaron los espacios educativos en la historia de la arquitectura?, y, si otras disciplinas evolucionan a nivel espacial, ¿por qué la educación no lo ha hecho?

Los espacios de aprendizaje. Gráfico cortesía del Arquitecto Oma Quesada.

La tesis de graduación
En ese compendio de vivencialidad del aprender actual, la arquitectura es importante en la medida de generar vínculos entre los distintos saberes, actuaciones, porosidad o transdiciplinariedad, donde el medio tanto como el docente deben ser facilitadores y motivadores de nuevas relaciones en el espacio construido -en el caso de las edificaciones universitarias-, lo llevó a plantear su tesis “Hacia una nueva concepción espacial para la enseñanza/aprendizaje en el siglo XXI”, que fue presentada en el año 2010.
Con esta temática se propuso observar el valor de los espacios informales, donde las vivencias del afuera influyen o contaminan positivamente de esencia formadora al adentro y viceversa; además, cuando a todo ello se suma la cultura a que el estudiante se expone, al derivar del conflicto constantes de ideas que redimensionan su aprendizaje. Estos supuestos teóricos forjaron sus hipótesis que ha venido investigando con estudiantes, educadores y administradores educativos del país, dentro de un estudio en distintos continentes apoyado por la organización para la cual trabaja y que para él representa el seguimiento a su tesis de grado.
Omar Quesada se plantea cómo los espacios pueden cambiar según la necesidad de cada momento; el espacio informal vrs el formal; el cuestionamiento a la concepción del docente como único dador de conocimientos, y a considerarlo como facilitador quien estimula al educando a compartir sus saberes en un entorno de aprendizaje mutuo, colaborativo.
Distingue que las tecnologías digitales conquistaron a las nuevas generaciones, la cultura digital en interacción con todo el aparataje electrónico y las denominadas TICs, impactan y son una realidad en la educación contemporánea, por lo que aprecia como fundamental que los espacios -como un rizoma-, optimicen el nuevo estilo de vida de la era digital, fomentando rupturas con la linealidad y el paradigma mecanicista de la educación tradicional.

Niveles de información emergente. Gráfico cortesía del Arquitecto Oma Quesada.

Transdiciplinariedad
El Aquitecto Omar Quesada se refiere al educador, pensando como arquitecto y, al arquitecto, pensando como educador; a ese cruce de frecuencias entre disciplinas se le denomina transdiciplinariedad. En el proyecto, él plantea la posibilidad de que el aprendiz pueda reinterpretar libremente el espacio, que busque sus propios “rincones de trabajo”, y fomente a su vez nuevas relaciones grupales que pueden darse incluso fuera de la universidad aprovechando el tiempo real que posibilitan las TICs y el nivel de conectividad del país.
Según la investigación que apoya su tesis, hoy en día los estudiantes rehúyen a la clase magistral dictada para todos por igual; nuestros estudiantes encuentran motivación al tener delante múltiples canales perceptivos: proyecciones, internet, música, chat, redes sociales, con la posibilidad de cambiar, combinar y saber compartir en el aula o “no aula” con un frente de 360 grados, no con una sola pizarra como en la educación del pasado, sino con muchas, dispuestas en los diversos planos del poliedro espacial: arriba, abajo, adelante, atrás, izquierda, derecha. El educando actual gesta un modelo distinto de aprendizaje acostumbrado al confort digital, donde capta los holones en sus diversas frecuencias, niveles o sintonías, y donde el mobiliario, incluso, respeta la integridad física del usuario, lo motiva a discurrir en esa interacción interior-exterior, estar adentro desde afuera y viceversa en un amplio sentido de transparencia y porosidad.

Espacios de enseñanza-aprendizaje propuestos. Gráfico cortesía del Arquitecto Oma Quesada.

La nueva escuela de Educación de la UCR
El proyecto se aplicó a la búsqueda de solucionar las necesidades espaciales para la Facultad de Educación de la UCR, que carecía de interacción entre las escuelas, actuaban fragmentadas y sin flujos comunicativos que atizaran la transdiciplinariedad, el manejo de la (in)formación, y la (trans)formación que median en el vivir hoy.
Propuso conservar el edificio existente dejándolo abierto al cambio – un edificio de los años cincuentas, de un estilo racional, al cual se habían ampliado un tercer piso y otros añadidos que impactaban negativamente al inmueble. Él propuso volver a la idea inicial del edificio, limpiarlo, recuperarlo, y promover el juego de los opuestos: el edificio viejo en tensión espacial y conceptual respecto a uno nuevo, en tanto la de hoy debe ser una arquitectura viva, que respira y sigue creciendo, evolucionando e influenciando los demás eventos que se rearticulan o forman mutuamente: el auditorio influencia la “biblioteca”, y esta a la cafetería para gestar atributos como la transitoriedad, transdiciplinariedad, motivantes del andar por esos espacios colectado conocimientos y deseos de estar en constante estado de (trans)formación.
Omar Quesada coincide que a veces la idea preconcebida del producto ciega el proceso, nos predispone a buscar sin darnos oportunidad de encontrar nuevos lenguajes operativos y conceptuales. Se sirve del procedimiento del collage para reinterpretar y retroalimentar el aprendizaje. Él ve los espacios educativos como una caja que hay que abrir como se abren los planos del poliedro para cambiar el esquema unilateral o unilineal que repercute en el espacio, dando oportunidad a todos los actores a asimilar el conocimiento en libertad de condiciones.
Se trata de una concepción vivencial, pero que debe evolucionar y dársele seguimiento. Es ahí cuando encontró apoyo en Gensler –como se dijo-, que le abrió la oportunidad de continuar esos pre-supuestos teóricos y filosóficos planteados en su tesis, para con su trabajo y proyección profesional; actualmente se desenvuelve en el Área Práctica de Espacios Educativos de Gensler, en conexión con otros profesionales de la firma en diversos países y culturas del mundo.

El aula caja tradicional, de la educación lineal del pasado la cual debe ser superada por espacios abiertos que estimulen la transdiciplinariedad. Gráfico cortesía del Arquitecto Oma Quesada.

Conclusión
No escapa a esta visión de Complejidad, tratar el manejo del tiempo, la deriva cuando avanza a un límite que al mismo tiempo es otro punto de inicio, que asimila -en el más amplio sentido- el vocablo incertidumbre y estimula la actitud de sorprenderse ante lo aprendido. Sin duda este abordaje brinda un incentivo para reflexionar sobre la idea de paso, de borde, de poro, y -sin dejar de colectar esos vestigios en la cartografía del camino-, probar la alternativa de ser exploradores aprendices en el Caos de nuestro pensamiento y creatividad humana. Vendrán otros acercamientos a Omar Quesada, nuevas focalizaciones a sus proyectos y pensamiento en una arquitectura que estimula la (trans)formación, nuestra eterna y verdadera ocupación.
 

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