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Trabajo en equipo y otras claves para diseñar

Como los buenos músicos capaces de hacer saltar a la gente en un concierto, y en la siguiente canción poner la piel de gallina al personal con una lenta, de reinventarse disco tras disco adaptando su mensaje a lo que quieren decir en cada momento, a los buenos diseñadores les debería pasar un poco lo mismo. Un buen diseñador debe ser capaz de ponerse muchos trajes distintos, de pasar del trabajo monótono a las reuniones comerciales, del trabajo más técnico al más creativo.

Hay que asumir que la especialización no es una de las características principales de nuestra profesión, ya que el diseño trabaja a muchos niveles distintos. Es cierto que existen diseñadores que se dedican única y exclusivamente a un sector -la automoción o la moda son dos ejemplos claros donde suelen estar muy especializados- pero aún así los -buenos- diseñadores de automóviles y de moda han demostrado ser capaces de hacer incursiones interesantes en otros ámbitos. Y es que la que podría ser nuestra actividad principal no es otra que conjuntar el encargo del cliente, a veces vago o disperso, con los requisitos técnicos de los departamentos de I+D, con los enfoques que proponen desde el marketing, etc. es decir, organizar todos esos inputs tan distintos, comprenderlos y darles forma en un proyecto sólido que los resuelva. Ello implicará además tomar decisiones, priorizar, ya que incidir en algunos aspectos implica dejar de lado otros.

Es sorprendente lo similar que es, a nivel metodológico al menos, el proceso de diseño de un mueble respecto al de un logotipo, una máquina industrial e incluso un barco o una casa. Las técnicas varían, las herramientas de trabajo más aún, pero el proceso que viene a ser investigación-análisis-desarrollo-solución es idéntico, y es lo que nos permite pasar de diseñar una silla de madera a un accesorio para el baño con sólo un pequeño re-aprendizaje, que no es fácil ni inmediato, pero sí perfectamente asumible para nosotros.

Por eso mismo los conocimientos técnicos son tan importantes como la comunicación y la curiosidad, y debemos tener nociones básicas de todas las disciplinas que rodean a la nuestra para poder, al menos, entendernos con los profesionales que de una forma u otra colaboren con nosotros. Estas profesiones que lindan con el diseño por suerte no dejan de multiplicarse, ya que la complejidad y la exigencia de nuestro mercado crece de forma exponencial.

De ahí surge otra de las claves: trabajo en equipo, ya que un buen equipo multidisciplinar llegará hasta dónde no lo hagamos nosotros. Hoy en día el diseñador debe tener en cuenta un punto de vista más amplio que el del simple objeto: entender el cliente/marca para el que trabaja, tener en cuenta el impacto que el diseño y la producción generan a nivel ambiental y a nivel social, los aspectos técnicos y el coste, etc. es lo que distingue un proyecto normal de uno brillante, y sin diferentes puntos de vista es muy complicado llegar a resolver tantos frentes.

Volviendo a la historia del músico -y perdonad la licencia que nos tomamos con la comparación- una buena banda siempre conseguirá un sonido más coral y elaborado que un solista, aunque los haya muy buenos. Ya que hoy en día como consumidores tenemos la suerte de poder elegir, vale la pena ser críticos y quedarse solamente con aquellos productos que hayan llegado a las mejores soluciones, lo que no deja de ser nuestro objetivo como diseñadores.

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