La columna de Joan Costa en Experimenta. Hoy: Info-grafía

La columna de Joan Costa: ¡Eureka: el euro cumple 20 años!

El primer día de enero de 2002, Europa entraba en el futuro de su unidad económica sin olvidarse de sus profundas raíces culturales.

El símbolo de su nueva moneda, E, enlaza con una de las primeras letras de la civilización que data de más de 1.500 años a. de C.: la escritura sinaítica. De ahí pasó al alfabeto griego y por último a la quinta letra de nuestro alfabeto latino. El euro tiene un diseño simple inspirado en la letra griega épsilon.

Dos circunstancias incidieron en la creación del símbolo: la E es la inicial de Europa, y permite añadir a ella dos líneas horizontales (como el signo “igual”=) en tanto que elemento del equilibrio económico. Tanto el dólar como la libra esterlina y el yen utilizan ese signo estabilizador.

La columna de Joan Costa: ¡Eureka: el euro cumple 20 años!
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La génesis del euro

El creador del símbolo fue el francés de 61 años Jean-Pierre Malivor, funcionario (no diseñador) de la Comisión Europea, que quiso remontarse en el tiempo y buscó un nexo con la civilización europea. Llegó a la escritura griega del siglo VIII a. C. y fusionó la épsilon con la Europa actual.

El símbolo del euro es una interpretación de la épsilon minúscula. En la escritura sinaítica, de la cual proviene, esta letra era representada por un grafismo que sugiere la silueta de un hombre con la cabeza erguida y los brazos levantados en acción de implorar. En su paso a la escritura hebrea y a la fenicia, los fenicios le dieron la vuelta a ese ideograma del implorante. La evolución de este signo lo hizo bascular y fue invertido en el sentido de la escritura (véanse los pasos de la secuencia en la ilustración al final).

Así, el implorante conserva la significación esencial de su forma: los brazos levantados al cielo. La parte inferior del cuerpo fue después suprimida, y la forma final con los brazos en horizontal, los antebrazos alzados y el cuello erguido (sin la cabeza, que también después desapareció) forman una E mayúscula en posición horizontal.

En el siglo X a. C. la escritura fenicia había operado ya la inclinación hacia la izquierda de esta E tendida. Los tres trazos que recuerdan los brazos y la cabeza son bien reconocibles. Sin embargo, un trazo suplementario apareció debajo de la letra prolongando el trazo vertical. Después, la letra se inclinó hacia la izquierda, y en los siglos que siguieron, los trazos inferiores tendieron a destacarse, esencialmente en las escrituras fenicia y aramea.

En las más antiguas inscripciones griegas que se conocen (siglo VIII a. C.) la primitiva devino épsilon y poseía exactamente la misma forma del hebreo antiguo y el fenicio. Pero el griego escribía en “bustrofedón”, es decir, en una línea orientada hacia la izquierda y la siguiente hacia la derecha, y así sucesivamente en zig-zag. La hé épsilon aparece de este modo en dos formas invertidas hacia la izquierda y hacia la derecha, y se estabilizó así hacia el siglo V a. C. en su forma clásica y perdiendo el trazo inferior. Esta forma permanece en el latín y en los alfabetos de las lenguas europeas occidentales que utilizamos hasta hoy.

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