La imagen generadora de realidades que crea el diseñador actúa como un ente destinado a ser utilizado. Los objetos diseñados no solo se muestran, sino que también se presentan en función de su relación con otros elementos (por ejemplo, en la relación martillo-clavo según Heidegger). Sin embargo, el impacto del diseño va más allá: produce una división en la percepción, creando lo que podríamos llamar «vidas paralelas» mediante diversas significaciones y apreciaciones, filtradas por influencias culturales, codificadas de diferentes maneras.
Este fenómeno no encaja del todo con la estandarización, aunque esta pueda adoptar distintas formas mediante una automatización heterogénea. Las subjetividades diversas influyen en la interpretación de contextos y objetos, moldeando la realidad desde la experiencia individual. Así, el significado de los objetos no solo depende de su función, sino también de su impacto en la percepción y en la psicología del usuario. En última instancia, la experiencia sensible y la comprensión que cada persona desarrolla están determinadas por múltiples factores culturales, personales y contextuales.
Georges Perec en su libro: La vida: Instrucciones de uso, y sus personajes ordenan a su manera el caos; anticipa y describe grandes relatos de la vida a través de los objetos esenciales para el vivir, influido por una infinidad de criterios. narra lo siguiente:
«(…) Pensaba en la vida sosegada de las cosas, en las cajas de vajilla llenas de virutas, en las cajas de libros, en la cruda luz de las bombillas bailando en la extremidad de su hilo, en la lenta colocación de los muebles y los objetos, en el lento acostumbrarse del cuerpo al espacio, en toda aquella infinidad de acontecimientos minúsculos, inexistentes, irrebatibles, elegir un pie de lámpara, una reproducción, un bibelot (…) Aquellos gestos ínfimos en los que se resumirá siempre del modo más fiel la vida de un piso y que vendrán a trastornar de vez en cuando, imprevisibles e ineluctables, trágicas o benignas, efímeras o definitivas, las bruscas rupturas de una cotidianidad sin historia (…)».
Las nuevas tecnologías y especialmente la I.A. en nuestro tiempo son entes emergentes que se van inmiscuyendo imperceptiblemente en los espacios. Las cosas, los productos, se esparcen miméticamente desde un orden fractal, siendo remedos del Movimiento Moderno, donde se explicitan tautológicamente dictado por la determinación de nuestros datos indexados, elegidos, dirigidos y filtrados por proclamas de tendencias y finalmente convertidas en premisas del marketing.
La computadora de a bordo que lleva la nave espacial en la película 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick, era evidentemente eficiente y muy útil para el proyecto, además de encargarse del cuidado y la seguridad de la tripulación. La computadora HAL 9000 descargaba trabajo de los astronautas, jugaba al ajedrez, siempre atenta a sus necesidades. Incluso llega a pensar por sí misma en cómo eliminar a la tripulación, lo que finalmente se materializa por un complot dirigido por humanos.
La inteligencia artificial de HAL emula la capacidad del pensamiento humano, donde se expresa a través de un algoritmo: la traición y el sabotaje, motivados por pensamientos, prejuicios, intereses, sentimientos, experiencias de la vida. Sin embargo esto no es verdadera inteligencia humana, porque sencillamente HAL no siente.
En su ejecución, el diseño define y formula de antemano el significado de las cosas dentro de un sistema estructurado. El diseñador debe estar atento e indagar sobre el sentido de las distintas tecnologías innovadoras, sometiéndolas a su función instrumental para alcanzar objetivos. Con pericia, debe explorarlas, experimentar con ellas y, en ocasiones, considerarlas como material, aprovechando sus capacidades para cumplir un propósito determinado.
Los diseñadores, desde su conocimiento y creatividad, han soñado e imaginado objetos que resuelven situaciones de la vida cotidiana, “escenificando sueños” y dotando a las cosas de lenguajes significativos que se enlazan con el momento de su presentación, exhibición o uso. Pero no nos equivoquemos: las personas, a través de su relación íntima y cotidiana con los objetos, les confieren significados que no pueden determinarse solo con estrategias, métodos o la acumulación de datos procesados por los algoritmos de la inteligencia artificial.
El pensamiento humano y sus vivencias son insondables. Solo una intención poética, desde la observación atenta, sincera e involucrada, y el disfrute profundo de las cosas y la experiencia en la normalidad de la vida, revelaría significados inesperados.
En un pasaje de la obra Ulises de Joyce escribe lo siguiente::
“En el liso mango saliente de la bomba de la cerveza puso Lydia la mano, ligeramente, regordetamente, déjelo en mis manos (…) De acá para allá: de acá para allá: sobre el pulido mango (conoce los ojos de él.) su pulgar y su índice pasaron con compasión: pasaron reposaron y, tocando levemente, luego se deslizaron tan suavemente, lentamente, hacia abajo, una fresca firme batuta esmaltada a través de su anillo deslizante.”
Noam Chomsky escribe lo siguiente;
“(…) La mente humana es un sistema sorprendentemente eficiente y elegante que opera con una cantidad limitada de información. No trata de lesionar correlaciones a partir de datos, sino que intenta crear explicaciones. [… ] Dejemos de llamarla entonces Inteligencia Artificial y llamémosla por lo que es y hace: Un software de plagio, que no crea nada, sino que copia obras existentes (…)
Citas
Heidegger, Martin. Ser y Tiempo, traducción de J. Eduardo Rivera, ed. Trotta Cruchaga, 2014.
Perec Georges la vida instrucciones de uso, ed. Anagrama.
Joyce James Ulises ed. LUMEN
Chomski Noam Sobre la inteligencia artificial. Facebook.
Aznar, Chema. Incidencia y reflexión: pensamientos en torno al diseño de producto. Ed. Experimenta Madrid.