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Arte/Diseño del sentarse

No intento atizar la polémica de si el diseño es arte, ya se han tenido importantes discusiones al respecto, lo que si he advertido es que la frontera entre ambos se ensancha y existen muchos artistas que en algunos momentos transitan el borde de lo utilitario, del objeto que funciona para una actividad cotidiana como una mesa, un asiento, una lámpara, un librero, abordados desde los lenguajes de la subjetividad y producidos con técnicas artísticas; eso vuelve a dichos objetos sugestivos y subvierten la noción tanto del arte como del diseño. Desde mi postura personal -externada en varios post de este blog, los productos que me encantan se ubican en esa franja fronteriza y, como se sabe, las vivencias en esas zonas en tensión siempre son provocadoras, sobre todo cuando los profesionales que ejercen su producción creativa migran constantemente de uno y otro lado. Para mi toda obra de arte encuentra adeptos y detractores, uno puede escuchar la opinión de diez personas que les guste o no una pintura, instalación o una escultura, en cambio, el producto diseñado debe satisfacer a todos por igual, esa demanda es una componente de su análisis mediante el cual observa factores que lo influencian y determinan su productividad.

Instalación con los muebles fabricados por los Marín de Sagrada Familia, en su forma habitual de comercialización, acumulados un carretón de tracción humana. Fotografía LFQ. 

El diseñador de muebles Rodolfo Morales con su permanente investigación sobre la silla, el banco, la forma del sentarse, propuso –como parte de su muestra de reinterpretaciones y reinvenciones en la Galería Nacional de San José, Costa Rica-, una veintena de banquitos intervenidos por artistas y diseñadores donde, como es de esperar, convergen lenguajes, técnicas, visiones, posturas ideológicas y estéticas, en tanto los participantes elaboran un imaginario simbólico que imprime a lo expuesto un lenguaje a veces pronunciado en tono jocoso, o crítico, hacia una sociedad que posee un algo de todo lo que se expone: coexisten las manifestaciones de la diversidad, los clamores por la inclusividad social, las relaciones de pareja, la jauría de la ciudad actual, la visión alternativa del cosmos, la crítica al materialismo, al mercantilismo y hasta lo emotivo y pasional, cuando la pieza trastoca la sensibilidad del espectador para que él, desde su propio espacio de intimidad, vierta esa componente esencial de toda exhibición: el interés, valoración que fluye en un amplio registro de emociones provocada por la idea del curador.
En principio el proyecto expositivo de Morales estuvo inspirado en los muebles fabricados por la familia de ebanistas Marín, del barrio capitalino de Sagrada Familia, explicado con lujos de detalles en el post “Arte del Sentarse” y que se resume en una hermosa instalación en la sala expositiva que ahora se comenta. La propuesta expositiva versa desde un refinado minimalista, como el banco “Kinestesia” de la diseñadora industrial Alina Leiva (el cual, en particular, es una de las piezas que más me gusta ubicada en esa zona del diseño de productos), a la provocación del “banco jardín” de Luis Chacón, quien evoca aquella visión bíblica del objeto inerte que retoña en un símbolo de esperanza, o la parodia belicosa que entabla Roberto Guerrero con su ejercito de “guerreritos delicados”. Se trata de una exhibición cuyo poroso abordaje nos sume en el territorio de la reflexión, de la activación rememorativa, cuando entretejen los discursos en lo más íntimo de cada espectador, y emerge su propio marco de interpretación.

Los banquitos “Cartas de amor” de Ricardo Alfieri, “Banco ciudad” de Ricardo Ávila y “Sandalias en el banco” de Sergio Barrantes. Fotografía LFQ. 

El artista Ricardo Alfieri con “Cartas de amor”, nos brinda un mensaje que a simple vista no se aprecia, pero que aguzando la mirada el espectador descubre que ahí coexiste diversidad de lecturas, con la textura del papel recortado y pegado a la superficie del banco, reverberan mensajes que no se leen pues son solo para ser sentidos con nuestro principal órgano humano de los afectos: el corazón.
El pintor Ricardo Ávila (ganador del Premio Nacional de Pintura Aquileo Echeverría del 2012 con la muestra “Ciudades 2012” en ese mismo espacio de la Galería Nacional), con “Banco ciudad” evoca la conmoción y el desparpajo advertido por el habitante al convivir en la ciudad actual subvertida por el estrés, el ruido, contaminada por la basura visual, y la tensión provocada por otros agentes sociales y políticos dichos con el acostumbrado lenguaje lúdico de su estilo naif.
Sergio Barrantes presenta “Sandalias en el banco”, juego del artista de hacer arte con lo que tenga a mano, en este caso añade un par de sandalias al banco tratado pictóricamente referenciando además la institución bancaria.

De Xiomara Blanco el banco “Arota”, de Marco Tulio Brenes la escultura “Evolución” y en la tercera imagen aparece el banco “Ecosistema” de Emilia Caballero. Fotografía LFQ

Xiomara Blanco con “Arota”, un dibujo a tinta china sobre la misma madera del mueble, sorprende por el efecto claroscural tramado en plumilla y aplicado directamente a la madera.
Marco Tulio Brenes conjugó varios elementos en su pieza “Evolución” en la cual el banco, inmerso entre piezas de metal y otras maderas encontradas, elevan al conjunto a la dichosa asunción escultórica.
Emilia Caballero con “Ecosistema”, va a la vertiente ambiental y carga su pieza con piedritas, epífitas y otras texturas en un conjunto evocador de una naturaleza que clama por protección y respeto.

Dinorah Carballo “Banquili”, Rolando Castellón “Nueva Era Maya”, Luis Chacón Banco jardín. Fotografía LFQ. 

Dinorah Carballo presenta el ensamble “Baquili”, se trata de una composición de materiales naturales como la madera, los hilos, las cuerdas, las semillas abordado desde la intertextualidad cuando se citan pensamientos, poesía, musicalidad, crítica y las cavilaciones del duermevela en la gran noche oscura cuando el artista coteja la intensidad de los detonantes de su discurso.
Rolando Castellón con actitud minimalista, y profundidad de intelecto alude al concepto de transformación de la noción de tiempo, ese que inició propio después del 21 de diciembre de 2012 cuando la humanidad actual ingresó en la “Nueva era Maya” o nuevo Bactuk.
Luis Chacón, como se comentó, brinda la idea del objeto que retoña, en este caso el banco jardín logrado con flores artificiales pegadas a la madera; se trata de una elegante metáfora y a la vez crítica que sugiere el boomerang escurridizo lanzado a lo desconocido, pero que tampoco se sabe cómo sujetarlo en su retorno.

Al fondo de la primera imagen se observa la pieza de Olga Coronado “La niña” y la pieza Sin Nombre de Fosé Solorzano, el banco de Roberto Guerrero titulado “Técnicas y estrategias para un desbancamiento (Primer asalto imaginario de los guerreritos delicados a la normalidad), y de Eugenio Murillo “El esforzado”. Fotografía LFQ. 

Quizás la pieza más conmovedora -aunque en realidad no me gusta su realización pues invade la presencia del banco-, pues toca la variable afectiva del espectador, es “La niña” de Olga Coronado; se trata de una escultura en papel maché, signo de fragilidad con su corazón en la mano, clamando un tiempo de detención.
Roberto Guerrero con “Técnicas y estrategias para un desbancamiento (Primer asalto imaginario de los guerreritos delicados a la normalidad), nos sume en el pensamiento y lucha del individuo por sus derechos delante de la estructura social. Los soldaditos con escarcha pegados sobre la madera del banco, alude a la rebelión ante el poder de quien -aunque sea única presencia-, aduce institucionalidad.
Eugenio Murillo, siempre crítico y a la vez juguetón con sus propuestas, expone
“El esforzado”, refiere al estudiante universitario quien culmina su carrera colocándose la toga y el birrete. Demuestra una vez más el detonante de su aguda imaginación y fortaleza técnica en la producción de sus constantes ideas creativas.

Alina Leiva “Kinestesia”. Fotografía LFQ. 

La pieza de la diseñadora industrial Alina Leiva titulada “kinestesia”, nos recuerda su participación (en par con Rodolfo Morales) en la anterior Bienal Iberoamericana de Diseño, Madrid 2012, con un banco cuyo sentadero es una cama de corchos, demostrando su interés por reusar materiales e impedir que terminen en los basureros, y en el plano utilitario ofrecer una sentada placentera y recordable.

Loida Pretiz “Tejido”. Fotografía LFQ. 

Loida Pretiz con su ensamble “Tejido” en el cual el banco, transformado en asiento con respaldar adquiere insospechadas connotaciones, entre otras, aborda la reflexión sobre las tensiones provocadas en los juegos de poder. Ella misma -durante la inauguración del evento-, hacía un reclamo por la territorialidad merecida para su propuesta.

Paulina Ortiz en “Banquillo con plumas” nos encanta con la magia y simbolismo de un objeto de uso cotidiano como el banco sumido en un tejido de cuerdas y plumajes. De repente subvierte la idea de lo utilitario y la convierte en metáfora del árbol en cuyos ramajes anidan alegres avecillas.
LFQ presenta su interpretación “Bancobola”, es la idea del fruto en su visión arbóreo-centrista y criatura simbólica del Génesis.
José Solórzano en “Sin nombre” trabajó un ensamble de madera de balsa sobre el banco para insinuar una tectónica fragmentaria, como si quisiere desmaterializar el mueble y reducirlo a trozos y cenizas.

Instalación con banquitos tal y como los colocan los Marín en su taller durante el proceso. Fotografía LFQ. 

En conclusión, quisiera decir que acuden a esta muestra, como se ha dicho y observado en estos registros fotográficos, diversidad de lenguajes, posicionamientos y matices estéticos, ideológicos, intelectuales, espirituales, latentes en todo acto creativo a partir de un insumo (in)tangible como es la forma y el arte/diseño de sentarse. Por otro, pone una vez más el dedo sobre la herida sin sanar de esa dicotomía arte o diseño. Importante culminación del investigador, observador y colector que es Rodolfo Morales quien viene entretejiendo esas ideas desde no menos de una década, y nos seduce a acercarnos a leer esas notas escritas en el muro de la imaginación, cuando los lenguajes disertan sobre la pasión, el poder, la rebeldía, el orgullo y hasta la trivial rivalidad entre el bien y el mal.


  

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