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Renato Manzoni: “Usar la luz”

Una de las grandes posibilidades que ofrece el universo digital, es la capacidad de crear virtualidad: territorios virtuales que activan cada día más la imaginación humana aplicada a sus prácticas creativas, pero también coexisten en dicho enclave empresas virtuales, arte virtual, amistades virtuales, en tanto el uso de la tecnología nos empuja a ser “nómadas” buscando intersticios de realización o producción intelectual donde vivir con una mejor luz, “un rayito de sol que nos caliente mejor”. En esos terrenos de las redes sociales uno intrinca amistades que no conoce en persona, pero con quien cultivar y compartir, como es el caso de Renato Manzoni, arquitecto, diseñador visual e intelectual español a quien contacté gracias a la publicación de Museo del Árbol -revista virtual con miles de seguidores y colaboradores que se publica cada mes en internet.

Renato Manzoni. “Árbol Desierto”, dibujo técnico vectorial, 2013. Foto cortesía del artista.

Manzoni inaugura la muestra Paisejes Perdidos en Las Palmas de Gran Canaria, del 17 de setiembre al 7 de noviembre 2014, evento que me motivó a contactarlo y encontrar respuestas a las cientos de interrogantes que a diario nos detienen en el camino, intentando saber más.

LFQ: ¿Por qué “Paisajes Perdidos”?, ¿qué hemos perdido del paisaje en esta cultura urbana actual y que nos afecta su ausencia?
Renato Manzoni: Paisajes perdidos no es una afirmación ni una definición: son un estado, son una provocación.
Son “paisajes” y son “perdidos” en un sentido metafísico. No están perdidos; no son paisajes que existan físicamente, sino que están en la conciencia colectiva de todos nosotros, y están en mi subconsciente. Yo los siento como recuerdos semiborrados ¿de una vivencia? ¿de un sueño?
Pero paradógicamente, “están”, son reales porque los materializo; y existen en el momento que cada uno de nosotros los contempla y traen a nuestra memoria recuerdos de otros similares que un día admiramos. Por unos instantes los retenemos en nuestro interior. Más ¿que van a ser de ellos cuando, al momento siguiente, ya no les prestemos atención? ¿Perdidos?

Renato Manzoni. “Sabina” (primavera), dibujo técnico vectorial,  2013. Foto cortesía del artista  

LFQ: ¿Trata de un “paisaje de soledad” el que se advierte en las sociedades actuales ante la sumersión en el universo de lo digital y tecnológico, cuando se dispone del más amplio instrumental para comunicarnos es paradójico que nos sumimos en la incomunicación?
RM: La soledad no es una realidad tangible, es una experiencia, personal y/o colectiva.
Puede que la soledad que se advierte en nuestra sociedad sea consecuencia de un exacerbado individualismo mezclado con un excesiva facilidad comunicativa.
De cuanta más información disponemos, más desinformados estamos. A más recursos y medios de comunicación, mayor es nuestro sentimiento de incomunicación.
La realidad digital y los avances tecnológicos han colaborado sobremanera a ello, pero no son los únicos responsables; son la última consecuencia (hasta hoy) que empezó muy atrás.

Renato Manzoni. “Paseo bajo las amapolas”, dibujo técnico vectorial , 2014. Foto cortesía del artista 

LFQ: ¿Puede el arte activar nuestro pensamiento crítico ante las grandes remezones que afectan a la sociedad de inicios del Siglo XXI y tercer milenio? ¿Qué cuestiona Renato Manzoni con su arte?
RM: El Arte, como parte del Humanismo, cuando es la partícula proyectada del alma del artista, siempre ha incentivado y sigue alimentado la chispa crítica que, como humanos, nos diferencia. El pensamiento artístico nos da alas para ir mucho más allá de lo que el tecnicismo nos promete. Pero ambos son complementarios y necesarios al cincuenta por ciento.
Con mi arte no cuestiono nada de lo que me rodea. Sin embargo, a mi mismo me cuestiono muchas premisas, como persona, como artista y, posiblemente, tales tensiones íntimas son parte de mi lenguaje plástico y se manifiestan en mis creaciones.

LFQ: En su pintura, aunque el tema del árbol es central, ¿cuál es el sentido del entorno, lo que implica o rodea al árbol, las perspectivas, el espacio, las texturas, la visión del paisaje presente en sus creaciones?
RM: En esta fase de mi producción, efectivamente, el árbol adquiere protagonismo. Pero no siempre fue así.
Mi dedicación profesional ha sido amplia y variada: escultura, diseño, arquitectura, etc. Como arquitecto no me ha interesado especialmente solo el diseño, sino que me he comprometido con la ejecución completa hasta el final de los proyectos. Grandes promociones residenciales, de ocio, hoteleras y otras. Con gran éxito y reconocimiento. Pero íntimamente vivía una fuerte contradicción en mi interior: por un lado la satisfacción del trabajo bien hecho, y por otro la inquietud de sentirme en parte enemigo activo del entorno natural, del paisaje en beneficio del paisanaje, del desarrollismo en detrimento de la preservación.
Cuando unos años atrás toda esta actividad profesional terminó, retornó a mí cierta paz interior, y la armonía y la tranquilidad íntima reclamaban su puesto en mi existencia. Y mi proceso creativo también dio un vuelco.
Puedo afirmar que nunca me propuse conscientemente representar árboles ni pintar paisajes: el símbolo del árbol vino a mi y me embargó.

Renato Manzoni. “Serie Vegetal IV”, dibujo técnico vectorial, 2012. Foto cortesía del artista  

LFQ: Siento un fuerte extrañamiento, ¿es capaz la pérdida del paisaje de detonar en nuestra conciencia e implicar la memoria personal de esa manera?
RM: Reafirmo las palabras que escribe el Doctor y doblemente Académico D. Javier González de Durana en la presentación del catálogo de mi exposición: “El ser humano y la naturaleza no pueden ser concebidos como realidades separadas porque existe una estrecha correspondencia entre los estados de ánimo y los estados de la naturaleza. De acuerdo con esto y a la vista de las naturalezas vivas que ofrece Manzoni, se puede decir que sus actuales estados de ánimo -o, al menos, los que vivió mientras realizaba estos paisajes-, eran exultantes, intensos y muy libres o, dicho de otro modo, felices.”
La felicidad no tiene por que ser siempre exultante, explosiva o contagiosa; también es melancólica, romántica, reflexiva, calmosa, intimista, o reflejar estados de introspección o de absorbente contemplación, y …todo queda reflejado en los cuadros.
Cuando leo las anteriores palabras del mi amigo Javier me reconozco en ellas y afirmo cuanto y qué bien conoce el arte y a sus autores a través de sus obras.

LFQ: ¿Cómo nacen esos simbolismos en su lenguaje o discurso pictórico? ¿De qué manera y cuando los encuentra? ¿Cómo los utiliza para “tocar el corazón” y empoderar al espectador?
RM: El proceso generativo de mis obras de arte siguen el mismo esquema que el de toda mi creación, sea un objeto cotidiano, sea un flyer o un edificio. Inicialmente los siento en mi interior. Los “veo” en mi cerebro ya terminados, en todos sus detalles. Ahora lo único que tengo que hacer es ir encajando las piezas y representarlas con dibujos o maquetas para que nazcan al mundo.
La idea nace en mi interior en cualquier momento, espontáneamente, sin esfuerzo. Este viene después al querer materializarla. Es cuando aparece el lenguaje pictórico o escultórico, el contenido simbolista, el cromatismo y el discurso ontológico que expresa los estados anímicos del momento. Pero todo de una manera involuntaria, instintiva, impremeditada.
Tengo formación académica técnica y artística, estudios humanistas y metapsíquicos: es inevitable que todo ello aflore en forma de símbolos y metalenguajes.

Renato Manzoni. “Serie Vegetal X”, dibujo técnico vectorial, 2014. Foto cortesía del artista  

LFQ: Háblenos de la técnica, se advierte el tratamiento del arte digital, ¿Implica lo digital en esa pérdida del paisaje?
RM: Los últimos diez años toda mi producción artística es digital. Consciente y voluntaria, aunque con una variante respecto a lo que se tiene por “arte digital”.
Es digital porque trabajo con la computadora pero sin utilizar software de dibujo artístico y retoque fotográfico: solo líneas vectoriales, curvas y luces.
Ello me aporta un lenguaje esquemático y de irrealidad que me distancia de la pintura figurativa; ese lenguaje mágico bidimensional (curiosa definición hablando de pintura, pero es que esta desde hace siglo que persigue la multidimensionalidad) que el arte del occidente europeo (y consecuentemente americano postcolombino) perdió desde el Renacimiento. Es una estética más propia de la planimetría del arte iconográfico.
Pretendo que estos paisajes no estén perdidos, sino reencontrados en la dimensión etérea de nuestros sentimientos.

LFQ: ¿Cuál fue la génesis de esta técnica en el proceso creativo? ¿Qué significado adquiere delante de las tendencias del arte contemporáneo? ¿Por qué se dejó seducir por esos recursos y el carácter de visualidad?
RM: Mis comienzos como artista fueron escultóricos y todo lo que con ello conlleva. Luego vinieron diversos compromisos laborales en proyectos que me obligaron a frecuentes y dilatados desplazamientos. Se me hizo necesario adecuarme al uso de técnicas que requiriesen recursos más simples. Vino pues la fotografía, el dibujo, el grabado, el collage, la iconografía…, aunque siempre con un substrato tridimensional y volumétrico.
En mi sempiterna labor de ensayo y búsqueda y fusión de lenguajes plásticos, fue inevitable plantearme el uso de otras herramientas, y como en mis trabajos en arquitectura la computadora era el centro del universo laboral ¿por qué no unir ambas realidades.
Si los dibujos artísticos -me dije- los ejecutara con el software de dibujo técnico, y con líneas formara multipolígonos irregulares encajados unos en otros, obtendré una realidad virtual alejada de la representación fotográfica pero próxima a nuestras realidades.
Y si cada uno de estos polígonos -seguí diciéndome- los relleno con luz al modo alquímico como lo fueron los vitrales de las catedrales góticas, resultará un puzzler cromático que, al verlos, nuestro cerebro ensamblará entre si y el hipocampo los identificará con recuerdos y realidades en él almacenadas.

LFQ: Tal vez para concluir con esta intensa entrevista con Renato Manzoni, quisiera comentar mi percepción donde veo la vida como un camino, y en cada experiencia encontramos un cruce por donde dirigir los pasos y poner la mirada escudriñadora, pero del cuál a veces tenemos que devolvernos, sin embargo, lo importante es lo que se colecta y se aprende de ese recorrido. ¿Cómo caracteriza su andar y el ser “colectores de miradas” en estos caminos del arte y de la vida?
RM: Mi manera de trabajar es muy tradicional, y sigo los métodos clásicos aunque con instrumentos revolucionarios.
El artista al colocarse frente a un lienzo o papel en blanco y, con un pincel o lapicero, esboza su idea general: volúmenes, composición, masas, etc. Luego, poco a poco, distribuye líneas, manchas de color, luces y sombras hasta el objetivo pretendido.
Yo hago lo mismo, o similar: frente a una pantalla en blanco y con un lápiz óptico sobre una tableta digital, comienzo exactamente igual: dibujando los contornos generales para seguir con los fragmentos y las particularidades. A continuación subdivido todo ello en polígonos de líneas rectas o curvas más o menos grandes o pequeños.
…y llega el momento de la coloración. Los recursos electrónicos no nos permiten “pintar” sino usar la luz. No es lo mismo y se trabaja muy diferentemente: esta crea la coloración por adición y las pinturas matéricas por sustracción.
Et, ¡voilá!, ahora solo falta que mi imaginación continúe trabajando de tanto en tanto y siga aportándome nuevas ideas durante muchos años más.

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