La columna de Luis Montero

La columna de Luis Montero: Neuromoneda

«Todos los días durante un par de horas dejo de existir. O al menos mi existencia deja de ser. Sí, es complicado. A ver si puedo explicarme. Sí, porque sigo existiendo, sí, pero ya no soy yo. Y ni siquiera soy otro. No es como esas enfermedades, como la personalidad múltiple, en las que varias personas ocupan un mismo cuerpo y van apareciendo y desapareciendo. No yo soy yo siempre, aunque dos horas al día ya no. ¿Por cierto, esas personalidades múltiples se pelean entre sí para emerger? ¿Se pelean en el subconsciente? De todas formas ya digo que mi caso no es ese, no es que haya otros yo que vienen y van, es que durante dos horas al día no hay nadie. Sí, esa es una buena explicación. Durante dos horas al día no hay nadie en mí. Sí, eso es. Esa es una buena definición. Durante dos horas al día no hay nadie en mí. Pero a pesar de que pueda sonar raro no lo es. No es raro ni extraño ni desagradable. Simplemente desaparezco durante dos horas al día. Aunque sigo estando. No es que me desintegre ni nada semejante. Ni mucho menos que muera y resucite. No, no es tan dramático. Es más parecido a ser desenchufado. Eso es. Como si me desconectara y al cabo de dos horas me volviera a conectar. Que ahora que lo digo es precisamente lo que pasa. Pero al revés. Desaparezco porque me conecto, y aparezco porque me desconecto. A ver si puedo explicarme. Desde hace tres semanas trabajo para BrainCoin. Bueno, tampoco se puede decir que trabaje, porque en realidad yo no hago nada, lo hace mi cerebro. Pero sin mí. Creo que lo estoy liando aún más. A ver. Mi, entre comillas, trabajo consiste en conectarme durante dos horas al día a la red de BrainCoin y ceder mi capacidad neuronal para la minería de datos que ayuden a certificar las transacciones que se producen con esa moneda virtual. Al cabo de dos horas me desconecto, vuelvo a conectar conmigo, y todo sigue igual que antes. Pero con más dinero. Porque en mi cuenta bancaria aparecen las comisiones que cobro por certificar esas transacciones. Sí, ese es un buen resumen de mi trabajo, otra vez entre comillas. Cedo mi capacidad de proceso para que realice tareas ajenas a mí y cobro en función de su rendimiento. Cobro por dejar de ser yo. »

Y tú, ¿crees que llegaremos a ser parte de una red de cerebros? ¿Qué te parece esa idea? ¿Por qué? Estaremos encantados de leerte desde #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.

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