La columna de Chema Aznar

La columna de Chema Aznar: Melancolía occidental

Desde  discursos valorativos del diseño en el siglo pasado y su vinculación con la industria y la tecnología, el diseño ha sido requerido siempre como “recurso” en la innovación.
“A menudo, desde  sus  soluciones, el diseño  ha conseguido proponer nuevas  producciones tecnológicas”.

El diseño es un depositario de “soluciones”. Hoy se ha acelerado esta premisa básica de su metodología: “la solución de problemas”. Este concepto se ha convertido en “solucionismo” -destacado en las tesis “aceleracioncitas”-  desde limitaciones impuestas. De este modo, el proyecto se centra solo en las consecuencias, busca resultados eficientes –atinar- sin pensar en “daños colaterales”, en lugar de preguntarse cuáles son las causas del problema. A este fenómeno se le viene llamando “melancolía occidental”.

La situación hoy se presenta exhausta, muestra un cansancio alentado por una falsa ilusión de que mediante la tecnología y el diseño todo el problema del humano y no humano tuvieran soluciones absolutas. Evgeny Morozov, publicista, habla del  «solucionismo» dentro de una relación continuada entre tecnología y sociedad. Afirma que “los problemas sociales pueden resolverse solo mediante la tecnología”.

La empresas start-up, paradigma de la máxima eficacia tecno-creativa compartida, podría ilustrar este fenómeno de la “melancolía occidental” Estas empresas, metafóricamente hablando, se dedican a captar “agujeros (nichos) y como llenarlos”, indagando en las necesidades. Se supone que la tecnología podrá alcanzar este objetivo y compensar, en cada oportunidad, uno  de los defectos del mundo conforme al positivismo “radical siliconiano”

En una parodia, representada en la serie “Silicon Valley”, aborda el tema de una “incubadora” en la que sus componentes buscan soluciones a una cantidad enorme de problemas (lagunas, agujeros) infinitos, muchas veces inútiles e innecesarios, pero sí muy rentables (¡Según parece  nada es tan fácil como tener una idea!) sin plantearse ni ellos ni el start-up, que sus propuestas provocarían a la vez otros nuevos sistemas, productos o tecnologías o nuevos problemas que pronto aparecerían obsoletos o superados. Sin que se hubieran planteado preguntarse cuáles son “las causas del problema” porque lo que interesaba, sobre todo, era la acumulación de capital y cómo mantenerlo.

Todo lo explicado de esta “melancolía” es potenciada  por artefactos asistentes “dotados de márgenes de progresión”, insertos en ritmos “crecientes en las tareas que les son asignadas…”. Determinados por sistemas de “autoemprendimiento, desde el  machine learning” .

Hemos  utilizado o reutilizado este modelo productivista, descrito en términos competenciales  e influyentes en el desarrollo industrial. El resultado: imágenes, que se insertan  desde  situaciones paradójicas, instrumentalizadas hacia la búsqueda de la diferencia competitiva del producto en el mercado, produciendo una realidad “fractal, exponencial de imágenes”,   teseladas desde imágenes constantes, supervivientes en un presente continuo ratificado. Repetición que tiende a la circularidad a un estado en donde “emergen futuros sucesivos”, en un presente en que la gente tiende al pasmo. En su libro “El capitalismo funeral “ V. Verdú dice: Está un espejo de referencia que refleja el valor de otro que “especula” su valor sobre otro y así sucesivamente fase fractal del valor alcanza su cenit por medio de la especulación o metástasis general del valor: cada objeto sería.

Estaríamos, según apuntaba Braudillard –parafraseándolo- en la última fase del valor (de lo material o lo natural), en una fase fractal, proyectada desde el valor de uso o de mercado competencial, ”hacia el cambio a una tercera fase (hoy), en la que prevalece el valor de signo sin fondo, una materialidad que solo se entiende por imágenes referentes, mediante significados aumentados”.
En los mentideros del diseño  se está tomando conciencia de esta “melancolía occidental”, emergiendo pensamientos críticos, especulativos con la idea de conseguir nuevas bases para el  pensamiento del diseño (difícilmente manifestado y precavido) debido a la acción  fagocitadora del sistema.

El siguiente parágrafo podría aclarar mi afirmación e incluso darnos pistas para  poder visionar otras situaciones insertas en este contexto de lo que se denomina “melancolía occidental”

“La «melancolía occidental» en el diseño tiene de  referencia el determinismo científico / tecnológico moderno, que se materializa a través de movimientos como, por ejemplo, el ecomodernismo. Este paradigma se basa en el dogma de que «hemos resuelto problemas y los volveremos a resolver con conocimiento» y que «¡el futuro será hiper-ultra-turbo interesante!» Es una cosmovisión que celebra la posición del hombre y las aceleraciones pueden y debe afectar a la naturaleza, mientras que las consecuencias de nuestras acciones pueden ser remediadas nuevamente por la ciencia y la tecnología”

El diseñador se va convirtiendo  en un burócrata eficiente. Parafraseando a Paul B. Preciado, éste “produce una frustrante satisfacción”, el  final es una situación ya expresada como  “tristeza por diseño”. Estas dos afirmaciones (burócrata y “tristeza por diseño”) nos llevan a hablar de una crisis que debiera, por convicción, reconsiderar de nuevo el diseño.

Se ha ido construyendo una materialidad de las cosas y los sistemas, siendo incorporada y determinada por “la gran institución tecnológica global”.  De forma voluntariosa, el diseño ha ido aceptando su nuevo rol, su utilización ha sido obvia. Gert Lovink  se pregunta por  los resultados de este tiempo y nos lanza la siguiente pregunta: “¿Cómo debemos abordar este tema (del diseño) sin mirar hacia abajo a los miles de millones en línea, sin recurrir a comparaciones de comida rápida  o ver al público como un ser frágil que necesita ser librado y cuidado?”

Hoy el rol del diseño está  envuelto dentro de un aura obediente y eficiente, destinado a cumplir amablemente las determinaciones sin discusión ni disidencia. El diseño se manifiesta como especialista encubridor. Parafraseando a Silvio Larusso:

“Si el diseño se convierte en expresión de burocracia ocultada  por el trabajo emocional agotador en línea del teclado, la  negativa del trabajo  de su dimensión corporal  y cognitiva debiera ir de la mano de la negativa del entusiasmo obligatorio de la disposición positiva que requiere ese trabajo. Esta es la razón por la que mi llamamiento a  la tristeza es en realidad una petición para una contracultura emocional, una reacción colectiva contra la ocultación de las circunstancias materiales por medio de la automotivación artificial. Compañeros impostores dejen de sonreír y únanse “Antes  de que llamemos una vez más a superar la melancolía occidental”.

Occidente, de forma continuada desde la Edad Moderna y desde el pensamiento ilustrado condicionó “su proceso colonizador, sustentado y aportando crecimiento tecnológico y  desarrollo durante estos dos últimos siglos”. Hoy, entramos en un neocolonialismo, ya sedimentado, un conocimiento dado,  experimentado desde capacidades autóctonas y desde las necesidades de cada región o comunidad. Pudiendo establecerse una fragmentación y diversificación de la tecnología según las necesidades de cada región del planeta. El  pensador, Yuk  Hui en su libro: “Fragmentar el futuro: ensayos sobre tecnodiversidad” dice lo siguiente:

“Los problemas que acarrea esta monotécnica que prioriza formas especificas del conocimiento vinculadas al de medir calcular dominar están llevando al agotamiento de los recursos naturales…Fragmentar este futuro que se presenta hoy como inevitable no supone oponerse a la inteligencia artificial o al aprendizaje automático…en todo caso …es escapar de la fantasía transhumanista que subordina a otros seres a los términos de su propio destino y proponer una nueva agenda y una nueva imaginación tecnológica que abran paso a diferentes dinámicas entre lo humano y lo no humano ”. 

Este tiempo de «nueva normalidad”, «posnormalidad» o “hipernormalización”, de transformaciones rápidas y confusión a todos los niveles, nos sitúa en un momento que una vez más, propone una narrativa excepcional para la práctica del diseño.

Referencias:

-Evgeny Morozov , CCCB: (enlace)
-Melancolia Occidental “¿Cómo pensar en diferentes futuros en el «mundo real»?: (enlace).
-Verdú, Vicente El Capitalismo funeral ed. Anagrama.
-Baudrillard, Jean., La sociedad de consumo: sus mitos, estructuras, ed. Ediciones Siglo XXI, Madrid, 2009.
-Lovink, Geert , Tristes por diseño. Las redes sociales como ideología, ed. Consonni, Bilbao, 2019.
-Larusso, Silvio,  The Designer Without Qualities – Notes On Ornamental Politics, Ironic Attachment, Bureaucreativity and Emotional Counterculture (enlace)
-Yuk,  Hu., “Fragmentar el futuro: ensayos sobre  tecnodiversidad” ed. Caja  Negra.

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