La columna de Joan Costa en Experimenta

La columna de Eugenio Vega: El sueño americano

“In God we trust” (Isaac Watts, 1785)

I

En una entrevista reciente, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt (2024) daban por sentado que Estados Unidos (America para sus ciudadanos) se acerca a un periodo de intensos conflictos. De esta misma opinión es Peter Turchin (2024) que ve inevitable un estadillo social, como sucedió en el siglo XIX. En su opinión, los años que precedieron al estadillo de la Guerra de Secesión tiene mucho en común con la situación actual del país norteamericano. Gary Gestler (2023) explicó en un libro reciente que la crisis del liberalismo, uno de cuyos síntomas fue la elección de Donald Trump en 2026, ha dado inicio a un periodo histórico caracterizado por el rechazo a la globalización y los modos de vida que trajo consigo. 

II

Esa crisis tiene sus principales consecuencias en dos aspectos de la vida social que son esenciales para su desarrollo: la educación y la movilidad. En un país, donde el papel del Estado es subsidiario, la perdida de equilibrio en esos dos sectores contribuye a agudizar las tensiones sociales.

El mercado laboral en la economía de la desregulación (con empleos precarios y mal pagados) ha afectado a la educación de forma inevitable. Como señala Turchin, los problemas comenzaron cuando la gente con estudios superiores (licenciados y doctores) fue tanta que “los títulos perdieron valor en términos de estatus e ingresos”. Como es sabido, en Estados Unidos, los estudiantes no tienen más remedio que endeudarse para poder pagar unas matrículas muy elevadas que, sin embargo, garantizaban la obtención de un buen empleo al terminar la carrera. Los datos son esclarecedores: en 1976, estudiar en una universidad pública norteamericana costaba 617 dólares al año, lo que suponía unas 150 horas de trabajo para un salario medio. En 2016, ese esfuerzo era de 8.804 dólares al año, unas 500 horas de trabajo para ese mismo asalariado (Turchin, 2024, 78). Pero, en los últimos años, los puestos de trabajo a los que podían aspirar esos titulados no han aumentado en la misma proporción que el número de aspirantes. Como es lógico, gran parte de ellos se ven obligados a aceptar empleos mal pagados que no permiten devolver las deudas contraídas con los bancos. 

El descontento de tantos afectados (generalmente, blancos de clase media y trabajadora) explica el estallido social que llevó a Trump a la Casa Blanca y (según Turchin) y puede provocasr, a no mucho tardar, una gran división política en Estados Unidos (Turchin, 2024, 39). En su opinión, “cuando los estudiantes de doctorado obtienen el título, se encuentran con que los puestos académicos para los que se formaban se han ido agotando” (Turchin, 2024, 101). Esta situación condena a muchos de ellos aceptar a trabajos inseguros y mal retribuidos. Pero, incluso cuando todo esto resultaba evidente para las administraciones y las universidades, aparecían más y más doctores sin ninguna posibilidad de encontrar su sitio en las instituciones académicas (Smith, 2021). 

III

En lo que se refiere a la movilidad, el encarecimiento del mercado del automóvil se ha hecho más evidente desde que se dio por terminada la pandemia. A partir de 2022, el precio de los vehículos, así como el de su mantenimiento y sus seguros, ha aumentado de tal forma que impide a los trabajadores comprar un coche nuevo o usado. En Europa, también ha sucedido algo parecido, pero la red de transporte público es suficientemente razonable como para atender las necesidades de movilidad que supone ir a trabajar,  estudiar, recibir tratamiento médico o divertirse. 

Para muchos norteamericanos, movilidad y libertad son dos conceptos que van unidos. Nadie se puede mover (fuera del centro de las ciudades) si no posee un automóvil. Las viviendas (pero también los empleos) están en los suburbios donde no hay transporte público. En Estados Unidos circulan algo más de 290 millones de vehículos que consumen unos 1.400 millones de litros de gasolina cada día del año. Como promedio, una persona recorre unos 65 kilómetros al día en su propio coche (Simons, 2024).

La columna de Eugenio Vega: El sueño americano
Atasco en la autopista de entrada a Washington DC durante una huelga de autobuses en 1974. Fotografía de Thomas O’Halloran. US Library of Congress.

En los últimos cinco años, el precio medio de un automóvil corriente ha pasado de 38.000 a 45.000 dólares, el equivalente al salario medio anual (Simmons, 2024). Además, esta subida ha afectado también al mercado de segunda mano: si los coches nuevos han aumentado su precio en un 31 %, los usados lo han hecho en un 40 % (Simons, 2024). La imagen que nos ha quedado, gracias al cine americano, donde cualquiera compraba un automóvil usado por 500 dólares parecen cosa del pasado. La razón de este aumento de los precios tiene diversas causas que van desde el encarecimiento de las materias primas a la necesidad de los fabricantes de obtener mayores beneficios para afrontar la transición a la electromovilidad. Además, los automóviles más modernos tienen mecánicas más sofisticadas que encarecen su reparación. Por otra parte, al igual que sucede en Europa, los SUV (Sport Utility Vehicle), de mayor tamaño que los modelos tradicionales. constituyen la parte principal de la oferta de los fabricantes norteamericanos. La industria prefiere centrarse en los vehículos de gama media y alta que tienen mayores márgenes de beneficio que los modelos pequeños. cuyos posibles compradores están viviendo las consecuencias de una crisis que no terminan de superar. 

El problema es que sin un automóvil es difícil encontrar trabajo, incluso en sectores donde no es necesaria una cualificación académica. Para cuidar a una persona dependiente, o para atender un comercio, por ejemplo, es necesario desplazarse a zonas de los suburbios donde es imposible llegar en el transporte público que, en el mejor de los casos, cubre solo el centro de las ciudades. Además, las consecuencias van más allá de lo estrictamente laboral: la carencia de transporte hace que la gente no atienda las citas con los servicios de salud y no siga sus tratamientos. 

Se calcula que un 5,7 % de la población norteamericana tienen problemas de movilidad ya sea por no tener automóvil o porque donde viven no hay redes de transporte público. En definitiva, unos 15 millones de personas (el equivalente a un tercio de la población española) no pueden desplazarse para hacer cosas tan esenciales como trabajar, estudiar, comprar o recibir asistencia médica (Simmons, 2024). Ante esa compleja situación, a la gente no le queda más remedio que endeudarse por encima de lo razonable para poder comprar un automóvil sin el que no podría no siquiera trabajar. 

IV

La columna de Eugenio Vega: El sueño americano
En la imagen uno de los pequeños microbuses del programa Driven 2 Success de Indianápolis. Cada vehiculo dispone de una decena de asientos y de un espacio para varias sillas de ruedas. Cortesía de IndyGo.

Algunas ciudades como Indianápolis intentan paliar esta situación ampliando sus redes de transporte público gracias al apoyo financiero de donaciones voluntarias y de empresas privadas. Pero, a pesar de ese esfuerzo, los resultados no son suficientes para resolver la magnitud del problema. Finalmente, esta ciudad (como algunas otras) han recuperado los servicios de transporte según la demanda (Dial a Ride) que aparecieron por primera vez en los años sesenta para atender a las personas con discapacidad (Vega, 2022, 168). Driven 2 Success es un servicio de microbuses que funciona en Indianápolis los días laborables para atender las necesidades de movilidad de muchas personas que carecen de automóviles. Hasta hace no mucho tiempo, funcionaba también los fines de semana, pero ese servicio especial ha quedado suspendido por falta de recursos (Driven 2 Success, 2024).

Lo más curioso, es que numerosos expertos (incluso desde los sectores más liberales) empiezan a pedir que los Estados (o el Gobierno Federal) empiece a subvencionar a los ciudadanos, mediante cheques mensuales, para que puedan contar con la movilidad necesaria para atender sus necesidades de transporte. Mientras tanto, hasta que tomen forma esas esperanzadoras propuestas, solo queda confiar en la providencia.

Referencias

Driven 2 Success (2024) “On-Demand, Door-to-Door Micro Transit for the Far Eastside & Eastside”, en driven2success.info

Gerstle, Gary (2023) Auge y caída del orden neoliberal. La historia del mundo en la era del libre mercado. Barcelona, Península.

Levitsky, Steven y Daniel Ziblatt (2024) “Estados Unidos quizá no va a sufrir una guerra civil como la española, pero el escenario es aterrador”, entrevista con Ángel Vilariño, en El Confidencial, 1 de junio de 2024.

Simons, Stefan (2024) Car crisis: The end of the American Dream? Deutsche Welle.

Smith, Noah (2021) “America is pumping out too may Ph.D.s”, en Bloomberg, 4 de enero de 2021.

Turchin, Peter (2024) “La pregunta no es si habrá violencia en EEUU, sino cuánta sangre se derramará”, entrevista con Ramón González Férriz. El Confidencial, 16 de enero de 2024.

Turchin, Peter (2024) Final de partida. Barcelona, Debate.

Vega, Eugenio (2022) Crónica del siglo de la peste. Pandemias, discapacidad y diseño. Madrid, Experimenta.

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