La columna de Chema Aznar

La columna de Chema Aznar: Una reflexión sobre el diseño, la técnica versus la tecnología 

La tecnología va sustituyendo el espacio de la experiencia en lo cotidiano, se va agilizando, acercando al tiempo de desactivar el mundo que conocemos y que, paradójicamente, hemos creado. La pregunta sería si hemos creado un monstruo como el imaginado por Mary Shelley, en el que el doctor Frankenstein perdió el control sobre su obra. La técnica siempre ha sido entendida como medio o solución, pero en nuestro tiempo ha pasado a ser un fin en sí misma, anulando paulatinamente el rol humano. Convirtiéndose la técnica, téchne en tecnológica, en un artefacto controlador controlado. 

Afortunadamente, aún hay quienes proyectan y controlan la materialidad, la gestionan, la utilizan confiando en criterios asentados en bases preferentemente humanistas y ecológicas, intentando dar sentido a las cosas mediante técnicas y tecnologías aplicadas.

Según Sadin se podría decir que las cualidades sobrehumanas de la nueva techné exhibe los trofeos del pasado, tal y como describiría en su tesis sobre el pasado, Walter Benjamin: “influjo simbólico del genio electrónico” que se impone y entiende por fuerza de sus innumerables milagros cotidianos y se revela ahora como una suerte de identidad religiosa difusa e impersonal, de gracia inquietante eminentemente encantadora. “La tecnología tiende a modular el curso de la vida y de toda cosa”.

Quizá los diseñadores debiéramos reflexionar y estar atentos a todos estos fenómenos que pueden provocar las tecnologías. Preguntarnos por la llamada tercera revolución industrial o más bien ya, postindustrial, desde sus propuestas excesivamente optimistas y sobre cómo deberían ser interpretadas, para enunciar cuál es la posición del diseño ante esta encrucijada. ¿Sería interesante investirse de un talante reflexivo, crítico e investigativo, indagando en los procesos del proyecto, utilizando las tecnologías como un medio justo -equilibrado y no invasivo- de soluciones donde los objetivos sean equitativos en términos de sostenibilidad, posicionando preferentemente valores humanos y sociales?

Uriel Fugué en su libro “las arquitecturas del fin del mundo” propone dar sentido, conceptualizando dos formas o capacidades en la apreciación metodológica y política del diseño, en donde muestra un modo diferente y propositivo de explorar los procesos del mismo. Desde una intención especulativa, crítica del diseño, Fugué se refiere a dos formas de afrontar el diseño. Al primer proceso, lo denomina re-pliegue haciendo referencia a la potencialidad del diseño determinando “principios programáticos, activos en materias, cosas, espacios, lugares, cuerpos y arquitecturas”. Al segundo proceso lo denomina des-pliegue, se refiere más bien a las “capacidades multilaterales”, metamórficas de las materias, cosas, espacios, lugares, cuerpos y arquitecturas en donde se forzaría a un cambio de paradigma en las aplicaciones tecnológicas. Afirma este autor: 

Si el re-pliegue comporta formas de unificar el mundo y, por consiguiente, también sus problemas y soluciones, el des-pliegue se refiere a la disposición de multiplicar su diversidad cualitativa y cuestionar la unidad de un orden hegemónico global, (…) En este sentido, el diseño ecológico entendido como un proceso de des-pliegue puede considerarse una tarea cosmo-política.

“El Dormilón” director Woody Allen
“El Dormilón” director Woody Allen

Significa además dar sentido a la técnica, dirigiéndola hacia fines decididos en espacios diversificados y autónomos. Evitando el soliloquio gagdeteo, banal, tautológico, extrañado de lo humano e imprescindible como un resorte más de su sistema absurdo, inconsciente, egocéntrico pero interesado e inteligente, fascinante por resultados sorprendentes, aunque no considerando sus consecuencias, porque “no entra en su programa encontrar respuestas a semejantes demandas”. Esta consideración nos habla de la perplejidad del ser humano ante la tecnología, e incluso de su complejo de inferioridad ante ella por ser incapaz, según dice Umberto Galimberti : 

La edad de la técnica ha abolido este escenario “humanístico”, y las demandas de sentido que surgen permanecen incontestadas, no porque la técnica no esté todavía lo suficientemente perfeccionada, sino porque no entra en su programa encontrar respuestas a semejantes demandas. 

Mediante la tecnología que hoy legitima su poder por delegación, ¿será sustituido el objeto de la sensibilidad por un artefacto, sistema o servicio, marginal, alienado, como lo representó Woody Allen en la película “El dormilón”?, refiriéndose a un posible futuro en el que las personas acariciarían una esfera para obtener sensaciones ya disminuidas. Todo un reto para los que deciden y proyectan la artificialidad. ¿Tendrá objeto -sentido- nuestra profesión?

Citas

Sadin, E.: La humanidad aumentada: La administración digital del mundo, Editorial: Caja negra. Buenos Aires Argentina (2017)

Benjamín, Walter: “Tesis sobre el concepto de historia y otros ensayos sobre historia y política” Editorial: Alianza, 2021

Allen, Woody: “El Dormilón” película 1973, Estados Unidos

Galimberti, U. :“Psiche e Téchne. l´Uomo nel´etá della técnica.” Introducción. Editorial: Feltrinelli, Milano. 

Fogué, Uriel: “Las arquitecturas del fin del mundo, Cosmotécnicas y cosmopolíticas para un futuro en suspenso”. Editorial: Puente Editores, Barcelona 2022.

Aznar, Chema: “Incidencia y reflexión: pensamientos en torno al diseño de producto”. Editorial: Experimenta Madrid.

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