La columna de Chema Aznar

La columna de Chema Aznar: Wiener Werkstätte (una creatividad compartida)

Sería esclarecedor, que situáramos la atención en la forma de abordar los proyectos de empresarios y diseñadores que ejercen y ejercieron su creatividad desde procesos generados y gestionados hacia objetivos poco claros, resolviendo problemas desde la experiencia e influenciados por las circunstancias sociales y desde su propio conocimiento o sensibilidad. 

Atendiendo al proyecto, podemos constatar que el diseñador actuó y llevó hacia adelante “aventuras” que en principio no estaban claras, fundiéndose en dinámicas afanosas, enmarcadas en un principio en ideas compartidas, estableciendo empresas emprendedoras, idealizando objetivos, buscando métodos y estrategias a problemas en lo productivo, lo económico, hacia lo configuracional del producto bajo contextos difíciles. 

La cooperativa Wiener Werkstätte, fundada en el año 1903, es un precedente claro de la actividad creativa del diseño, así como también desde la actuación en el proyecto, como forma recíproca y participativa desde la concurrencia de otros expertos. Hubo una constante creativa en el proyecto, insertada en la propia capacidad del diseñador para resolver problemas imbricados con la formulación, definición y el proceso del proyecto inmerso en dificultades de todo tipo, entendiendo que todas las dinámicas de la cooperativa Wiener Werkstätte, no solo los proyectistas-artistas eran creativos, sino que como veremos todos los profesionales que constituían la empresa, incluso colaboradores y proveedores, ofrecían su capacidad creativa mediante la propia lógica de su técnica, dentro de los límites que circunscribían sus oficios, que trascendían sus propias artes, forzando a la acción: la experimentación coordinada con los que intervenían en la gestación de los nuevos productos.

La columna de Chema Aznar: Wiener Werkstätte (una creatividad compartida)
Talleres Vieneses Wiene Werkstätte. Fuente: Wikipedia.

El arquitecto Joseph Hoffman, el pintor Koloman Mose y el banquero Fritz Waerndorfer deciden crear una industria con una producción, fundamentalmente, artesana, basada en un proyecto participativo e interdisciplinar en el que se aborda toda clase de objetos destinados a la casa: muebles, menaje del hogar, textiles, ilustración de libros, moda, etc.; influenciados por los movimientos Arts and Crafts del Liberty, Art Nouveau y Jugenstil y, prioritariamente, por Ch. R. Mackintosh. 

Según el historiador Renato De Fusco, esta empresa “(…) aportaba la mayor contribución al nacimiento del protorracionalismo”, pero para comprender su obra hay que atender a la consideración que hace este historiador de la Wiener Werkstätte sobre la situación en Austria, donde una burguesía consolidada adquiriría protagonismo e intentaría reafirmase como clase, como garante del progreso o la modernidad. Hoffman dirige la empresa, fundamentalmente, desde tesis socialistas en lo laboral, cercanas a las ideas de W. Morris, y su producción la orientaría hacia una clientela conciliada con la intelectualidad de la época, participando en el “buen gusto”, manifestado en su representación, especialmente, en sus productos. Estos se situaban entre la suntuosa aristocracia y una nueva burguesía culta.

Pero lo importante para nuestra reflexión es la capacidad de coordinación entre proyecto, producción, ventas y consumo que determinaría en el proceso del proyecto una activación creativa desde todas sus decisiones, hechas preferentemente desde la experimentación (entiéndase que se hagan válidos todos los sinónimos de esta palabra y a la vez todas sus derivaciones semánticas, insertadas en la acción real, esto es: intento, experimento, prueba, tentativa, tanteo, ensayo, comprobación) de lo propuesto, con la realización preferente de los artesanos, buscando la pericia y el aprovechamiento de los medios técnicos que disponían en esa época. Hoffman decía lo siguiente: 

“Utilizaremos todas nuestras fuerzas para salir adelante, pero solo podremos avanzar con ayuda de todos los amigos, no podemos construir castillos en el aire, tenemos que tener los pies en el suelo, y esperamos encargos (Talleres colaboradores coordinados)”.

Si pudiéramos describir su sentido creativo e ideativo, no sería solo desde los artífices de esta corporación, sino que se entendería como una empresa que priorizaba la experimentación hacia la búsqueda de soluciones. Esta situación tendente al ensayo fue heredera del arte de las vanguardias históricas del siglo xx y de procedimientos tradicionales: se utilizaban procesos desde las transformaciones de materiales que se incorporaban en sus obras, modificándolos, llevándolos a situaciones estructurales-constructivas, no contemplados en sistemas de producción tradicionales, hacia la búsqueda de nuevas percepciones, sensaciones o nuevos significados, intentando indagar en nuevas propuestas formales, valiéndose de la experiencia de sus propias vivencias o experiencias aportadas y limitadas por influencias del contexto histórico-cultural.

La columna de Chema Aznar: Wiener Werkstätte (una creatividad compartida)
Logotipo Wiener Werkstätte.

Finalmente, la mercancía se materializaba mediante el objeto fabricado, convertido en producto, exhibido en los grandes almacenes o en tiendas de los bulevares de París y otras ciudades europeas y norteamericanas

Lo que nos interesa de Joseph Hoffman y la cooperativa Wiener Werkstätte es su talante investigador incansable, por el que buscaba una concepción nueva de sus productos enmarcada en la coordinación y técnica de los talleres artesanos, insistiendo en la calidad, en la innovación desde propuestas consensuadas de los procesos de manufactura en los productos. 

La necesidad de sistematizar los diferentes usos en la fabricación artesanal se iría apartando necesariamente de la concepción cerrada, tradicional, buscando acuerdos entre lo propuesto en la acción y el trabajo, siendo un antecedente paradigmático en las transformaciones productivas posteriores en la industria.

No podría concebirse el diseño del siglo XX sin este carácter de tanteo, que daría entrada a la capacidad creativa y coordinadora del diseñador de producto, hacia una labor coral, acordada, concertada desde todos los que intervienen en el proyecto y desarrollo del producto.

Hoy, en pleno siglo XXI, el sentido de la experimentación hacia la adecuación positiva de los procesos materiales se ha atenuado y, en cierto modo, se ha mitigado, pero aún sigue vigente. Este carácter de exploración, de prueba o tanteo, fue en parte el inicio de la sistematización de los nuevos procedimientos en la fabricación industrial del producto. Esta dinámica se repite continuamente, se ve con claridad en las concepciones realizadas en los talleres de la Bauhaus, fueron paradigmáticos para la teoría y práctica del diseño.

La realización de prototipos en los talleres, en la cooperativa Wiener Werkstätte, realizados desde la experimentación y el ensayo en la que intentaban inquirir, comprobar y proporcionar un lenguaje formal que pudiera ser comprensible, declinado hacia los nuevos procesos industriales, basados en una producción técnico-artesanal o técnico-industrial. Esta constante en la investigación proyectual aplicada, experimentalmente, en los talleres de metales de la Bauhaus “probaba, tanteaba” nuevas soluciones iniciadoras de procedimientos en la producción del producto.

Sin el antecedente paradigmático de La cooperativa Wiener Werkstätte en el que se basaba en la empíria o la experiencia coordinada, de todos los que participaron en los proyectos, en la materialidad y sus procedimientos hacia la consecución de los productos, quizá no existiría una parte importante de la “historia del diseño industrial”

Bibliografía

 De Fusco, Renato. “Historia del diseño”, ed. Santa and Cole, p. 150, Barcelona, 2005.

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