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La casa de la señora luna, del arquitecto Benjamín García Saxe

De las tierras del trópico seco guanacasteco brota el vaho veraniego, y se mezcla con esas traviesas ventiscas que serpentean entre los troncos de los árboles vibrando sus cortezas. Esta es una tierra de detalles -en constante proceso-, como la cambiante luna que baña de argento sus serenos nocturnos, pero Guanacaste nunca es el mismo, cambia cuando bajan las primeras lluvias inviernales y brota por doquier su apasionado verdor.
Entre esos cerros se abre la panorámica costera de Playa Avellanas; el azul turquesa y blancas espumas contrastan con los pastos quemados, bejucos retorcidos y renegridos troncos de los corteses, cenízaros, pochotes y guanacastes. Fue ahí donde aprecié la “casa de la señora luna”, cuya arquitectura resuelve el impacto de ese colérico clima, asoma una idea minimalista e introduce como materiales el hierro galvanizado, la madera de teca de plantación forestal y el alternativo bambú, usado en forma de anillos que corta el impacto de la calurosa luz diurna, y de noche deja ver esa luna sabanera.


Casa del Arquitecto Benjamín García Saxe, en Avellanas, Guanacaste, Costa Rica. Fotografías de L.F.Q.

La estructura de la casa
En un espacio abierto central contrapuntean dos cubos (uno es habitación y el otro es sala de estar y cocina). Las puertas son ventanas, abren o cierran, giran en un eje vertical para generar una interesante multiplicidad de planos que repercuten en la fachada, la cual asemeja una notación musical aleatoria.

                      Proyecto habitacional sumido en el bosque seco del Pacífico Norte costarricense.

Los amplios aleros “elogian la sombra”, tal y como lo aprecia Junishiró Tanizaki cuando dice que la sombra es la sustancia más preciada en la arquitectura japonesa, pues el claro oscuro del interno hace resaltar la belleza de los objetos interiores.

La casa “en proceso” posee el encanto de lo “(in)acabado”: por su carácter modular es siempre cambiante, cual la luna, puede crecer y decrecer, mostrarse siempre por descubrir. Como la deriva, fluye, donde una piedra que se le agregue, una madera que se poce en su estructura, la transforma dinámicamente afectando armónicamente el todo.


Por este proyecto García Saxe obtuvo el Premio a la mejor casa unifamiliar, Barcelona 2010.

Su arquitecto
Benjamín García Saxe -quien actualmente vive en Londres donde trabaja para la prestigiosa firma Británica Rogers Arquitectos, es Licenciado en Arquitectura de la Universidad Veritas de Costa Rica, posee además una Maestría en Diseño de Rhode Island School of Design. Este es proyecto de relativo bajo costo constructuivo, pero que García Saxe multiplicó con su diseño, destaca en importantes revistas y publicaciones, y fue distinguido con el Premio a la mejor casa unifamiliar del evento World Architecture Festival, celebrado en Barcelona en 2010, en el que participaron destacados arquitectos del mundo

Calidad del espacio habitacional
La habitabilidad se suma a la calidad del espacio configurado, su comunicación constante con el entorno y el diálogo que entablan los materiales utilizados.

Para la ventilación entre el techo y los espacios habitables, el arquitecto colocó una membrana de láminas de hierro galvanizado, separado de otra estructura en metal, de forma piramidal tejida por cortes de bambú, para hacer circular el aire y aliviar la alta sensación térmica; están tapizadas en yute, que permite hacer respirable al ambiente y sin opacar la visión hacia el externo.


Detalle constructivo del techo que aporta una solución ecológica y estética a la ventilación.

El mobiliario es casual, engalanado -como se dijo-, por efecto del claroscuro, de la sombra; compuesto por un mesón de maderas que algún día fueron horcones o vigas de alguna casona de la bajura, una sillas trenzadas con fajas de cuero negro y unas camas simples cubiertas con telas indias; además dos hamacas azules con un tambor que le brinda al espacio un acento multiétnico, y un librero adosado a la pared del fondo con libros y móviles de Helen, su madre, dispuestos en un contenedor también de bambú.

Catador de la belleza de los materiales
El arquitecto cata el uso del material, del yute, la manta, en el juego entre densidad y transparencia que brindan carácter tectónico, pero también diseño emotivo al estimular todos los sentidos por el juego entre las telas, los cortes del bambú, las plantas del jardín, todo en juego con el elevado “camaranchel” donde se refugia en ocasiones su madre a leer o simplemente a divagar con su pensamiento puesto en la luna.
La casa genera la perspectiva interior, lo que es íntimo, cálido, paisaje de luces y sombras versus lo agreste o tórrido de lo externo; todo se enfila en el eje visual de la edificación probando juegos tonales y espacios comunicables. Existe una intensa profundidad vista desde el exterior por la ventana de la cocina, profundidad propia de aquellas casonas ancestrales de la bajura, y las aberturas dejan ver el firmamento azul, o el claro de luna, o las copas de los árboles del bosque seco guanacasteco.

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