La columna de Luis Montero: El analgésico.

Muhammad al-Ghazali fue mi primer implante. Con él se inauguró esa relación simbiótica entre redes neuronales que aún sigue vigente, nuestras respectivas redes se sumarían a la del otro. A su red se sumaría la mía y a la mía la suya. Esto es, a sus capacidades se añadirían las mías; y a las mías las suyas.

La columna de Luis Montero: Viajes por el Multi-Presente

Hace mucho tiempo que los viajes en el tiempo han dejado de interesar. El viajero al pasado o al futuro no puede sino actuar como mero espectador, si interviene en el pasado desvirturaría el presente y si interviene en el futuro eso hecho quedaría desvirtuado por lo que pueda hacer en presente, y ser mero…

La columna de Luis Montero: La paradoja del salvador.

«Buenos días.»
»Estamos aquí para hablar del futuro, sí. Pero sobre todo estamos aquí para que la Tierra no se convierta en pasado. Perdón por el triste juego de palabras, quienes me conocen saben que después de una vida dedicada a los números las palabras no son mi fuerte.»

La columna de Luis Montero: La paradoja Spinoza.

No es difícil imaginar que dado el tiempo suficiente todas las redes neuronales del mundo terminen conectadas a otras, configurando una gran red neuronal planetaria (o interplanetaria, porque para entonces ya habremos exportado tecnologías inteligentes más allá de nuestra atmósfera). 

La columna de Luis Montero: El eterno reposo.

El embrión A34-B sigue en estado estacionario. Desde que fueron detectadas las primeras anomalías genéticas nadie ha podido tomar una decisión acerca de su futuro. Y no es que no haya candidatos, todo lo contrario, es el exceso de voces que sugieren soluciones enfrentadas lo que imposibilita decisión ninguna. Y mientras tanto A34-B sigue ahí, en pausa.