La columna de Chema Aznar

La columna de Chema Aznar: Tierras raras

El diseño, desde sus capacidades primarias, anticipativas de optimización y las experiencias para con el usuario, atenúa los problemas y también la “fatalidad”. Busca soluciones equilibradas, pero muy pocas veces desde una visión radical. ¿Prevería acciones acordes, justas, aunque fuera contrarias al sistema? 

Sería interesante saber el grado de responsabilidad del diseño, en cuanto a su aportación, desde sus obligaciones profesionales, dirigidas preferentemente a la búsqueda en la optimización del consumo de acumulación.

Supongamos una decisión que implique acciones extractivas de metales raros cuya utilización sirviera, por ejemplo, que las pantallas de los móviles pudieran verse las imágenes “mega reales”. A cambio de explotaciones indiscriminadas, enmarcadas desde límites impuestos por las grandes corporaciones. Emergen espacios desterritorializados, lo que conlleva a la eliminación de culturas indígenas, al esclavismo, a la inmigración, a las guerras, al aumento de CO2 y la elevación de la temperatura. Cínicamente enmarcado en decisiones por parte de ciertos estados y empresas, en cuanto preservar su imagen y conseguir más votos, por ejemplo a costa de plantaciones masivas de árboles de fácil crecimiento mal planificada, pero perjudicial para el medio o la economía, provocando importantes desequilibrios ecológicos que afectan en todos los sentidos al planeta.

Las cumbres del clima están concebidas mediante una excelente puesta en escena, en donde los mayores contaminadores de este mundo se invisten de concienzudos ecologistas. Un espectáculo en donde el guión se basa en la hipocresía. Toda esta pose reverbera en las múltiples conferencias, seminarios, congresos con las mismas consignas, utilizando discursos reiterativos, planes que ilusionan, pero no se materializan y de forma interesada se da pábulo a continuar con esta retórica, amagando la realidad o en procurar que las alternativas no sean radicalmente insumisas al sistema y surjan nuevos paradigmas que pongan en peligro a sus patrocinadores y sobre todo que su imagen no se deteriore, pero para esto, hay buenos diseñadores. Marta Peirano en su libro excelente “Contra el futuro” dice lo siguiente: 

Como asimilar que centenares de jefes de estado y otros líderes viajan en jets privados a los grandes congresos climáticos donde acuerdan estrategias¬ que nadie cumple (…) Cómo conciliar un mundo en el que las empresas más contaminantes son premiadas y protegidas por las mismas instituciones que deberían fiscalizarlas. 

Un plan de marketing efectivo y una lavada de imagen para ser debidamente presentados a los medios de comunicación.

Creo que a los que nos dedicamos al diseño nos tendría que hacer pensar que toda idea, decisión, la mayoría de las veces se hace real porque interesa. Es óptima y objetivamente indicada, pero la mayoría de las veces excluyente con el medio ambiente. Habría que pensar que toda idea es recursiva, contingente y, no solo está involucrada en las dinámicas competenciales de mercado o de acumulación de capital o de la Gestalt. Quienes están involucrados con la materialidad deben tomar conciencia del carácter holístico del diseño, no está definido, limitado de las dinámicas tradicionales propias de la primera, segunda revolución industrial.

Sabemos lo que es la huella de carbono y las acciones domésticas que estamos adoptando para rebajarla. Sabemos también que estos procedimientos son relativamente exitosos, pero su efectividad no lo es tanto. 

Según parece la empresa BP, British Petroleum, la segunda petrolera no estatal más grande del mundo, a principios de este siglo le encargó a la agencia Ogivily & Mather que la responsabilidad de la huella de carbono no recayera solo en la compañía, siendo entre otras consideraciones el responsable de fabulosas emisiones de CO2. Parafraseando a Marta Peirano, para quitarle protagonismo, distribuye equitativamente la responsabilidad entre toda la población, mediante la selección de residuos en los contextos domésticos. Esto nos hace culpables, se descubre que solo hay una manera de que tu huella de carbono sea cero: estar muerto. Si comes, bebes, caminas y respiras, entonces eres culpable como la BP y como solidario del delito. 

 Las preguntas serían. ¿Durante el proyecto plantearía reflexiones situacionales, fragmentadas, psicogeográficas, orientadas a principios éticos, sostenibles? o ¿El diseño obraría como una profesión amaestrada, burócrata en lo que esencialmente buscara la solución o problemas ya codificados desde un contexto concreto, definido, especializado, limitado y de forma atomizada, como un proveedor especialista sin ser consciente de la totalidad? Entiendo que las contestaciones a estas preguntas serían muy difíciles de definir. Pero más fácil en donde la aplicación de sistemas, formas, materiales, comercialización procesos sean óptimos y que cumplan con los objetivos de un proyecto consensuado.

El diseñador pudiera hacer una pedagogía, alentando al compromiso cuyo fin sea la sostenibilidad desde el propio hábito en el proyectar o proponer sistemas y usos coherentes, en donde el tiempo de las cosas sea entendido no desde las premisas del paradigma cradle to the grave (de la cuna a la tumba), sino desde el sistema cradle to cradle (de la cuna a la cuna)

Notas

Escandio, itrio, lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio son los 17 elementos que forman parte de las tierras raras, cuyo control básicamente pertenece a China. Google

Citas

Peirano, Marta. Contra el futuro. Resistencia ciudadana frente al feudalismo climático ed. Debate sociedad Barcelona 2020 

Aznar, Chema. Incidencia y reflexión: pensamientos en torno al diseño de producto. Ed. Experimenta.   

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