La columna de Teresa Jular

La columna de Teresa Jular: Murió de asociacionismo / 2 de 2

En la columna anterior (1) me comprometí a responder a esta pregunta: ¿qué tienen las asociaciones de profesionales del diseño que han llegado a hacer de mí una defensora empedernida? A ver si soy capaz de hacer un ejercicio desde las tripas y, además, breve, que no es precisamente lo mío.

Estamos en 2012, esto es, llevamos cuatro años de crisis estructural planetaria de nefastas repercusiones socioeconómicas en lo macro y en lo micro. Mi empresa de diseño digital, creada en 1998 en Murcia con el diseñador Daniel Caballero (2), con un equipo de ocho personas y más de cien proyectos vivos en la World Wide Web, ha diversificado poco en los últimos tiempos, tiene una morosidad altísima y está pasando de estado sólido a gaseoso como si fuera hielo seco.

Para tratar de salir del torbellino de confusión, culpabilidad y vértigo ante el futuro en el que ando, me apunto a una larga formación gratuita de la Escuela de Organización Industrial para la consolidación de veinte empresas creativas murcianas, impulsada por las asociaciones de profesionales del diseño fundadoras de READ (3). Otras voces, más próximas, no me estaban ayudando.

Murió de asociacionismo / 2 de 2
Murió de asociacionismo / 2 de 2

No he olvidado aún las palabras de nuestro profesor de creatividad (4) tras contarle de dónde venía, mis archivos profundos: «La buena noticia es que llevas el diseño en el ADN».

¡Toma subidón de  dopamina, serotonina e incluso oxitocina!

También recuerdo la redefinición que nos dio, a mi socio y a mí, nuestro tutor (5): «En realidad sois una empresa de diseño de servicios con base tecnológica», abriéndonos así los ojos sobre el valor de los intangibles que aportábamos al diseñar y que, hasta entonces, dábamos de regalo. 

Ocho años después confirmo que sí, que además de justo y necesario, es factible cobrar por pensar para el cliente. 

Pero el descubrimiento más inspirador fue el Triple Balance. Tomar conciencia del triple impacto que nuestra organización genera, por el mero hecho de existir. Un evidente impacto económico (decimos empresa y pensamos inmediatamente en dinero ¿o no?); social, el que involucra a socios, trabajadores, clientes, proveedores y demás personas concernidas por nuestra actividad empresarial, y ecológico, el que origina en nuestro entorno, más o menos extendido, según la actividad, de ámbito glocal en nuestro caso.

Aprendimos que es posible dar un paso más y definir tus propios indicadores para medir esos impactos, cuantificar tus tres balances y tratar de equilibrarlos… Diseñar estratégicamente nuestra sostenibilidad como se diseña todo lo demás.

Y es que este proceso de aprendizaje colaborativo, con diseñadores entre el profesorado, con una alta componente de innovación en sus contenidos (6), a medida para empresas creativas en un momento de crisis, fue un proceso claro de diseño. Con sus fases, iteradas, de exploración (in and out), ideación, prototipado, testeo, validación y desarrollo. Fuimos entrenados para incorporar aún más la creatividad, en nuestras personas y en nuestros equipos; asumimos que tendríamos que cambiar, mejorar como gestores, aprender finanzas para no financieros, analizar nuestra capacidad para internacionalizarnos y atrevernos a hacerlo en caso afirmativo. Y, sobre todo, aprendimos haciendo, con herramientas para pensar antes de actuar, esto es, para diseñar… mejor.

El tratar los asuntos profesionales de manera abierta con otros colegas, superando los anticuados conceptos de intrusismo o competencia, aprendiendo entre iguales, ayuda mucho a relativizar la situación, dejar la queja, perdonarte la vida, reilusionarte y pasar al modo propuesta, haciéndote con datos para entender el contexto e identificar claramente el desafío.

Al asociacionismo del diseño le debo, por tanto, el reconciliarme conmigo misma, actualizar mis conocimientos y mi caja de herramientas, elevar la vista y mirar lejos. Me ha permitido vincularme a un montón de diseñadoras y diseñadores, de muchas especialidades y lugares distintos, personas todas generosas y amantes de la profesión, unidas por un mismo propósito atrapador: compartir el poder del diseño con el resto de la sociedad. 

¿Moriré de asociacionismo? No, de ninguna manera, solo tengo que gestionar mejor mi tiempo, rediseñar mi compromiso y hacer lo me pida el cuerpo, que, de momento, es seguir escribiendo sobre estos asuntos. Si te apetece, te espero, dentro de quince días en: «DISEÑAR ES DAR PODER… A LOS DEMÁS».

Para entendernos mejor
[Enlaces visitados: 13/11/2020]
(1) «Murió de asociacionismo / 1 de 2»: enlace.
(2) Daniel Caballero es diseñador gráfico y web, radicado en Murcia, asociado a DIP y colaborador de READ. Autor de aquel grito que tan bien ilustró entonces mi sentir: enlace.
(3) Sobre los primeros años de la Red Española de Asociaciones de Diseño escribí largo y tendido en «Diseño y asociacionismo en España. Zoom in». Cuadernos de Diseño nº 6. «Experiencias de trabajo en red». IED Editorial»: enlace.
(4) Me refiero a Juan Pastor Bustamante, profesor de la EOI y la UAM, director de la Red de Industrias Creativas, experto en creatividad, innovación y economía naranja, con el que, afortunadamente para mí, he seguido compartiendo ilusionantes proyectos y muchos tuits: enlace.
(5) En este caso fue Alejandro Castillo, cocreador, junto a Laurent Ogel, del Árbol Estratégico, una intuitiva herramienta creative commons que incluye el Triple Balance en su copa y que recomiendo encarecidamente a quienes vayan a ponerse a diseñar negocios u organizaciones, genuinas y sostenibles: enlace.
(6) Con Designit nos enfocamos en el diseño centrado en las personas; con María Calvo, en la construcción del storytelling; Lucas Cervera nos aportó el Business Model Canvas y con Manuel Laborda construimos una balsa para navegar en el proceloso océano de la información digital. Los aprendizajes innovadores y las alianzas posteriores quedaron servidos. 

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