La columna de Luis Montero

La columna de Luis Montero: Dos sonrisas.

«Soy la última superviviente de la última generación que va a morir. La única superviviente de la última generación antes de la modificación genética masiva. La última humana cuyo código genético no fue diseñado para una regeneración automatizada, continua de su tejido celular. La última vieja. Yo entonces apenas era una niña, pero aún recuerdo cuando se debatió el plan, consecuencia del descubrimiento de la reprogramación enzimática, si debería aplicarse a toda la humanidad o no y si debería hacerse simultáneamente. Si el cuerpo iba a ser capaz de autoregenerarse indefinidamente, todos los cuerpos debían disfrutar de esa oportunidad. Y así se decidió. País por país se unió al programa «Humanidad eterna» que establecía que todos los seres humanos nacidos a partir del siguiente 1 de enero serían sometidos al rediseño de su código genético; sí, todos los seres humanos nacidos a partir del siguiente 1 de enero no iban a morir. 

«Durante años me han preguntado, una y otra vez, una y otra vez, si no me importaba ser la última humana que moriría. No contesto, no hace falta; además, no creo que me entendieran. Pero a mí me sobra y me basta con ver a mi hermano pequeño y saber que esa sonrisa va a durar eternamente»

…………………….

«Mis tataranietos tienen a su tatarabuelos vivos. Mis bisnietos a sus bisabuelos vivos. Mis nietos tienen a sus abuelos vivos. Mis hijos tienen a sus padres vivos. Yo no. Ni ninguno de mi generación tenemos vivo ningún antecesor. Yo nací en el primer minuto del 1 de enero del año que se implementó el programa «Humanidad eterna». Yo fui el primer ser humano inmortal. Ni yo ni ninguno de los humanos que vendrían después morirían. Nuestros códigos genéticos habían sido diseñados para que nuestro tejido celular no envejeciera. Porque se regeneraba continuamente. Nuestras células se habían vuelto inmunes al desgaste, a la oxidación, al tiempo… Dejamos incluso de celebrar los cumpleaños, ¿porque qué sentido tiene celebrar el paso del tiempo cuando su paso es irrelevante? ¿De qué sirve medir el tiempo cuando el tiempo es inane?

«Durante años me han preguntado, una y otra vez, una y otra vez, si no me importaba ser el primer humano que no moriría. No contesto, no hace falta; además, no creo que me entendieran. ¿Porque cómo le explicas a alguien cuyos ancestros vivirán eternamente que echas de menos la sonrisa de tu madre?» 

Y tú, ¿crees que es posible que algún día alcancemos la inmortalidad? Y, más interesante, ¿crees que es deseable? Estaremos encantados de leerte desde el #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.