Asociacionismo, profesión, cultura y comunicación
A menudo los diseñadores hablamos y bromeamos sobre las explicaciones que debemos dar sobre nuestro trabajo, no sólo a clientes sino a amigos, familia y conocidos: ¿pero tú, qué haces realmente?
A menudo los diseñadores hablamos y bromeamos sobre las explicaciones que debemos dar sobre nuestro trabajo, no sólo a clientes sino a amigos, familia y conocidos: ¿pero tú, qué haces realmente?
En todo el tiempo que llevo dentro de esto del diseño industrial nunca he dejado de escuchar la expresión “de diseño”. Una tienda “de diseño”, muebles “de diseño”, una cocina “de diseño”, una batidora “de diseño” o un restaurante “de diseño”.
Uno de los caracteres presentes en el diseño costarricense, es el de producir piezas únicas, o bajas series, de un impacto sustentado en la calidad técnica y manejo de las ideas.
Hay veces que sólo hace falta mirar a nuestro alrededor para encontrar la inspiración. Quizá esa es la gran diferencia entre ver y mirar. Y también el punto sin retorno para que surjan propuestas que, cuanto menos, aportan otra forman de entender un material o un elemento cotidiano de nuestra vida.

El marketing tradicional ha muerto, al menos así lo afirman los expertos en la materia. Ya no vale la segmentación clásica del mercado, por edades, sexo, poder adquisitivo, etc., sino que, para vender, hay que ir mucho más allá. Los estilos de vida y la venta nuevas emociones son los actuales valores a tener en cuenta a la hora de elaborar una estrategia de negocio. Ya no es tan importante cómo es una persona, sino cómo quiere llegar a ser.
El concepto “oficina” tiene fecha de caducidad. Los típicos despachos grises y cuadriculados están destinados a desaparecer para dejar paso a espacios más cálidos, y que cada vez se asemejan más a zonas características del ámbito hogareño.
Oficina típca de los años 40.
Bologna, 5 de la tarde. Me dispongo a tomar un capuccino con un trozo de tarta de ricotta y chocolate blanco (viva la dolce vita) cuando observo a mi alrededor. En la mesa de mi izquierda, un grupo de personas de edad, más o menos avanzada, charlando, riendo, alguno incluso cantando. A mi derecha, una mesa con 5 chicos jóvenes concentrados cada uno en su iPhone, sin hacerse demasiado caso los unos a los otros más que para intercambiar escuetos comentarios sobre alguna de las aplicaciones de este (oh!) infinito aparato.
Ojea.
Poco a poco, y lee.
Se producen en el transcurrir de las palabras encuentros casuales.
Entre esas casualidades, el lector y lo escrito coinciden.
Ellos alcanzan un punto de entendimiento que nos gustaría decir sobre lo mismo, o nos gustaría decir que es correcto, quizás reflexivo o intencionado.
Pero no lo es.
No.
Echa otra mirada a las palabras,
A pesar de que últimamente no hacemos más que leer en todos los periódicos que el 2011 tampoco va a ser el año de la recuperación económica, todavía se sigue viendo como mucha gente continúa yéndose de vacaciones a lo grande, comprándose iPhones, vistiendo de marca y cenando en restaurantes caros. ¿Pero no estábamos en crisis?