La columna de Joan Costa en Experimenta. Hoy: Info-grafía

La columna de Joan Costa: De la mente al gesto

La prueba más evidente que revela la identidad personal de cada uno de nosotros (y de todos quienes han existido antes de nosotros) es el trazo: la materia y el resultado del dibujo y la escritura.

Más exactamente, el trazado, el repertorio de microtrazos (grafemas) y señales subyacentes de la personalidad que lo caracterizan en cada uno de nosotros. Inevitablemente esos rasgos se manifiestan por medio del acto gráfico.

La Grafología es una rama de la psicología que estudia los rasgos caracterológicos a través de la escritura, mediante la decodificación analítica de sus significados particulares. La inclinación del trazo, la velocidad, la presión y un sinfín de signos que emergen de cada individuo, son los sensores conectores directos con la sensibilidad que la singulariza.

Identidad significa idéntico a sí mismo. Por eso los rasgos propios que emanan de cada quien son lo más genuino de la persona.

¿Por qué el acto gráfico es por sí mismo una expresión tan reveladora de lo más último y específico de cada uno de nosotros? 

Primero, porque todos y cada uno somos únicos, diferentes e irrepetibles. Segundo, porque cada instante que la mente conecta con el gesto es, asimismo, único e irrepetible. Intenta copiar mil veces tu propia firma: nunca lograrás dos exactamente idénticas.

Y esto, ¿por qué? La explicación radica: 1, en tu modo de ser; 2, en tu modo de sentir; 3, en tu modo de manifestarte. Sobre esta base se construye la “esencia identitaria” que es activada por los mecanismos del comportamiento más íntimo del ser. Existe un circuito en el interior del organismo, un circuito en espiral creciente, inteligente. Coordinados por las interacciones nerviosas y las neuronas, y con las áreas motoras del cerebro. Ese mecanismo biológico está impregnado del carácter psicológico del ser, de modo que implica el sentir, la sensibilidad emocional. Ese es el compuesto energético que activa el circuito generativo del acto gráfico.

Ese circuito se compone de tres elementos: la Mente, la Mano y el Ojo. Estimulada por el impulso volitivo (el cerebro es autodidacta), la mente da la orden, la mano la ejecuta y el ojo la guía.

La física de la singularidad del trazo personal implícita en él es el movimiento del circuito. El impulso bioeléctrico de la mente es efecto de sensaciones y vibraciones nerviosas intrínsecas en la acción mental y muscular. Vibraciones que recoge el sistema nervioso, las neuronas y conducen esas vibraciones recorriendo el sistema implicado: los músculos del brazo hasta las puntas de los dedos. De los que fluye el gesto y la singularidad del trazo.

Después, la mente y el ojo observan críticamente, analizan, racionalizan y pueden teorizar y debatir cuanto quieran sobre lo que ha sido escrito o dibujado.

Lo evidente está aquí bajo tu mirada. Se comprende así con más claridad la especificidad del acto gráfico, y ese mecanismo, que ya estaba presente en el cerebro complejo de sapiens.

Si quieres comentar, discutir, aportar o simplemente contactar a Joan por el contenido de sus columnas, puedes escribirle a jci@joancostainstitute.com

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