La columna de Luis Montero

La columna de Luis Montero: 59 minutos y 12 segundos

«Ahora me vienen a buscar.»

Una persona de unos 35 años se acerca al mostrador y, tras cambiar algunas palabras con el recepcionista, que me señala con un movimiento de cabeza, se dirige hacia mí. Me tiende una mano aún cuando no ha llegado hasta mi sitio. Me levanto. Me pide que la acompañe. Voy. Recorremos unos treinta metros de un pasillo mucho más largo y entramos en una de las muchas salitas acristaladas que recorre. Durante todo el camino intercambiamos cordialidades. El tráfico, las alergias primaverales y alguna que otra nadería. Ambos cuidamos mucho de decir nada que implique nada.

«Ahora me pregunta si quiero tomar algo.»

Le digo que no, que muchas gracias. Aunque espero a que haga el ofrecimiento, no quiero parecer descortés, ya sé que no voy a tomar nada. El café tiene connotaciones negativas, pedirlo es leído como señal de excesiva confianza el 37% de las veces; y el agua es casi peor, pedirla es entendido como síntoma de ansiedad en un 26% de las ocasiones. Así que las entrevistas mejor a palo seco. Se detiene y me indica una salita. Entro. Me indica un asiento. Me siento. Siempre sonriente. Y educado. Doy las gracias por todo. Empieza la entrevista. Comienza con las preguntas habituales. Nombre, edad, estudios, carnet de conducir…

«Ahora me pregunta qué sé de su compañía.»

Mucho, dado que sabía que lo iba a preguntar. Pero me ciño a lo positivo. La presencia en más de 130 países, los más de 50.000 puestos de trabajo creados en todo el mundo y las posibilidades de promoción interna, su Directora Creativa ascendió a su puesto tras empezar como mensajera; por supuesto, sobre la explotación de mano de obra infantil en países en desarrollo, las infames condiciones de trabajo en sus fábricas de los países del Este o la constante discriminación por género de todas sus empleadas en todo el mundo, de eso no digo nada. En estas preguntas mejor ceñirse a las respuestas predecibles, cualquier improvisación ahora tiene un 73,2% de probabilidad de fracasar.

«Ahora me va a contar porqué la compañía es importante para mi carrera.»

Desconecto. La probabilidad de que me cuente algo que me interese es del 0,04%. Desestimable. Aprovecho para repasar los siguientes momentos de la entrevista. Quiero hacerlo bien. Pienso en lo bien que funciona Tras los errores predictivos de la teoría de juegos y del behavioural economics los teóricos de la decisión recurrieron a la más básica de las estadísticas. Al cálculo de probabilidades de que el sujeto A actúe de forma determinada en una situación 𝜓 a partir del agregado de datos tomados de otros sujetos que decidieron ante una situación semejante. La dificultad no era tanto matemática, la operación era relativamente sencilla, con saber sumar y dividir bastaba, como la recogida de datos en cantidad suficiente para generar una respuesta fiable. O muy fiable.

«Quedan TREINTA minutos…»

Los datos no eran un problema. Con más de 25.000.000.000 de dispositivos móviles activos en el mundo, había más que suficientes. Sólo había que recopilarlos, ordenarlos por situaciones y clasificar las decisiones tomadas por cada uno de los agentes intervinientes en esas situaciones. Con eso ya se establecía un mapa de probables decisiones en la inmensa mayoría de las situaciones a las que se enfrenta una persona a lo largo de su vida. Desde entrevistas de trabajo hasta declaraciones de amor. Desde juicios por evasión de impuestos hasta diagnósticos de cánceres de colon. Si te iba a pasar algo, sin duda estaba estaban cuantificados los posibles resultados. La vida se había hecho mucho más fácil.

«Quedan DIEZ minutos…»

Y la vida se había hecho más fácil porque apenas había que decidir nada. Basta introducir los parámetros de una situación en la aplicación para que el sistema te provea de todos los posibles resultados en tiempo real. No hay que esperar ni una décima de segundo. Se actualiza más rápido que nuestro sistema cognitivo. Es maravilloso. Y, además, con una precisión magnífica. Un acierto del casi 99%, que se podría calificar de infalible. La probabilidad de error es prácticamente despreciable, casi ninguna. Como tener una intuición perfecta, uno termina en confiar en la aplicación con la misma seguridad como confía en sus propias intuiciones. Lo dicho, maravilloso.

«Ahora quiere conocer mis aficiones, si en mi vida hay algo más que el trabajo.»

Empiezo el recuento de lecturas, películas y deportes que me entusiasman. Da igual que haya leído esos libros, visto esas cintas o jugado a esas actividades, sé que son las que más probabilidades tienen de contar con su apoyo. Y es que lo mejor de esta aplicación es que ya no hay que pensar nada para tomar una decisión. Basta consultar la probabilidad de éxito y seguir el patrón indicado. Adiós a los dolores de cabeza, adiós a consultar con la almohada. Y, lo más importante, adiós a las inseguridades. Desde el momento en que empiezas a usar el sistema sabes que todas tus decisiones van a ser aceptadas y, dado que no son decisiones tomadas por uno sino consensuadas estadísticamente con la comunidad, no vas a ser juzgado por ellas. Desde ese momento el mundo adquiere una ligereza asombrosa, tal es el peso que pierde toda interacción con los demás.

«Quedan CINCO minutos…»

Parece que he acertado con mis sugerencias filmográficas, porque de los cinco títulos citados dice haber disfrutado mucho de cuatro. Me pregunta por la quinta y echo mano del resumen del argumento que aparece en las enciclopedias digitales. Da igual que la haya visto o no, da igual que la haya disfrutado o no. Y no sólo eso. Ni siquiera me planteo si alguno de los dos la hemos visto, porque ambos tenemos a mano la misma información. Quizá esto sea lo mejor de todo, el increíble consenso social que hemos alcanzado. Ya no discutimos apenas. Todos poseemos la misma información para alcanzar un acuerdo, para llegar al mismo punto. Y si discutimos es porque alguno de los dos interlocutores lo que quiere es discutir, con lo cual ya queda descalificado por sí mismo.

«Ahora llega el momento de las conclusiones…»

Entramos en los tres últimos minutos, es el momento de la verdad. La aplicación dice que hay un 89,54% de probabilidad de que haya pasado con éxito el proceso de selección. De que el candidato escogido sea yo. Pero hay un problema. De todos los entrevistados, el 92,87% han llegado a este punto con las mismas probabilidades. Así que a partir de este momento tengo que estar fino. No me puedo desconcentrar. Ahora ya no cuenta sólo lo dicho sino cómo se dice. Ahora importan la rapidez en las respuestas, la claridad en lo expuesto, la exactitud en la expresión con lo esperado… todo lo que el sistema evalúa de forma positiva, los factores que ahora marcan la diferencia y que no puedo descuidar. Gracias al sistema, pasar una entrevista es como llegar a las últimas pantallas de un video juego, en el que la maestría no sólo recae en saber qué hay que hacer sino también en saber cómo hacerlo.

«Quedan UN minuto…»

Llegamos al final de la entrevista y aún no hemos concluido nada. Bueno, la aplicación dice que no voy mal, mis probabilidades de éxito han aumentado un 3,49%. Que estoy entre el 25,63% de entrevistados que han pasado la prueba con éxito. Pero hay que mantener la concentración, no me puedo despistar. Quiere saber mis impresiones. Es extraño, quedan menos de dos minutos y aún me hace una pregunta. Tengo que contestar rápido para que todo entre dentro de los 59 minutos y 12 segundos, el tiempo capaz de anticipar la aplicación de forma fiable. Más allá de eso, a partir del segundo 13, y estaremos en tierras desconocidas, sin guía alguna. Contesto que mi impresión ha sido muy positiva, que ha sido una experiencia muy enriquecedora. Las dos respuestas con más puntuación en el sistema que menos tiempo de exposición exigen.

«Ahora va a exponer el resultado de la entrevista…»

Hay un 99,45% de probabilidades de que aquí termine el proceso de selección y un 97,23% de que termine con éxito. De que sea yo el candidato escogido. Tantos años de sacrificio, tantas horas invertidas en bibliotecas públicas. Por fin todo ese esfuerzo parece que va a adquirir sentido, voy a obtener un puesto de trabajo. Seré de los 13,83% que consiguen trabajar el primer año después de cursar estudios. Seré de los 7,21% que lo hacen en una compañía como esta, líder de mercado y con semejante volumen de transacciones. Y seré de los 3,54% que se incorporan a una compañía con tantas posibilidades de promoción. Ojalá yo ascienda como ha ascendido la Directora creativa de la que hablaba antes. ¡Ojalá!

«Aquí terminan los 59 minutos y 12 segundos…»

Y tú, ¿crees que las máquinas llegarán a anticipar todas nuestras acciones? ¿Te gustaría? ¿Por qué? Estaremos encantados de leerte desde #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.

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