La columna de Luis Montero

La columna de Luis Montero: El utilitario utilitarista.

«Como pueden ver en este gráfico, una curva describe la implementación de coches autónomos en nuestra ciudad. La otra, los accidentes de tráfico en los que se ha visto involucrada una persona sin-hogar. Accidentes de gravedad y consecuencias diversas, desde leves impactos sin apenas trascendencia hasta lesiones serias e incluso atropellamientos fatales.

«Como ven, hasta principios de año, no había ninguna relación entre ambos indicadores. Mientras la primera ascendía de forma más o menos estable la segunda se mantenía plana, muy cercana al cero. La cantidad de personas sin-hogar involucradas en un siniestro automovilístico era bajísima, y ninguno de ellos ha sido mortal en los últimos diez años. Sin duda no había relación alguna entre ambos acontecimientos.

«Sin embargo, a partir de esa fecha, se produce un efecto extraño. Si la primera de las curvas, el indicador del incremento de coches autónomas mantenía un ritmo más o menos estable, la otra curva, el número de siniestros con personas sin-hogar, comienza a crecer, primero a un ritmo mayor que la primera curva para, a partir de un momento determinado, comenzar a transcurrir paralela a la otra curva.

«Y, desde entonces, la tendencia se ha mantenido. Cuantos más coches autónomos más víctimas sin-hogar atropelladas.

«Ante esta situación no podemos sino preguntar: ¿Hay alguna relación causal entre ambos eventos?

«Para responderla quizá lo mejor sea preguntarnos a su vez qué sucedió a principios de año, cuando cambió la tendencia. Quizá ahí encontremos alguna pista.

«Lo que pasó fue que se implantó la LATR, Ley Actuaria en Tiempo Real. Todos sabemos qué supone esta ley. Que desde principios de año todos los coches autónomos deberían contar con la capacidad de evaluar el riesgo y los costes de todas las personas involucradas en un posible accidente y poder contabilizar seguros, primas, ingresos, etc., en tiempo real. Y, tras esta evaluación, tomar una decisión u otra. Establecía los costes de estrellarse, chocarse o incluso atropellar y decidía en consecuencia.

«Es decir el coche se había convertido en perito y juez.

«Y, visto el incremento de personas sin-hogar involucradas en accidentes de tráfico, también se había convertido en ejecutor. Porque no es difícil pensar que, dado el bajo impacto actuarial de esas personas, se han convertido en víctimas propiciatorias. El coche, tras la evaluación, siempre escoge a la persona sin-hogar. Decisión que, sin duda, tiene toda la lógica financiera del mundo. Otra cosa es que carezca de lógica humana alguna.

«De hecho, ha llegado el momento de denunciar esta situación y obligar a nuestros legisladores a que consideren la derogación de la LATR. Eso o no es difícil pronosticar que en poco tiempo la curva de víctimas sin hogar trazará una parábola y comenzará a disminuir, cuando ya no haya personas sin-hogar en las calles…»

Al día siguiente todos los periódicos abrían con titulares que alababan su ponencia, pero no en los términos que Gloria Boole esperaba. Para su sorpresa todos elogiaban su estrategia para solucionar el problema de los sin-techo.

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